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¿Qué son los mercados frontera y por qué invertir en ellos?

04/03/2021

En un contexto en el que la búsqueda de rentabilidad parece cada vez más difícil, existe una serie de mercados que pueden ofrecer interesantes oportunidades de inversión, aunque, también con riesgos importantes que conviene tener en cuenta

La geografía de la inversión está dividida en tres tipos de mercados: los desarrollados, que corresponden al denominado ‘primer mundo’; los emergentes, que engloban a los países más empobrecidos; y, a caballo entre ambos, los frontera, cuyas características principales son que se trata de naciones que, todavía, no pueden clasificarse entre las más ricas, pero que encadenan un rápido crecimiento económico en los últimos años, si bien su situación política o financiera todavía no es lo suficientemente estable como para clasificarlos como desarrollados. Según el índice MSCI Frontier Markets, dentro de este grupo se encuentran países como Rumania, Croacia, Túnez, Kuwait, Pakistán o Argentina. Precisamente, este selectivo establece que, para ser considerado un mercado frontera, deben existir, al menos, dos empresas locales con una valoración individual que supere los 700 millones de dólares y tener una apertura relevante, aunque mejorable, a la entrada de capital extranjero.

Tradicionalmente, los mercados frontera han sido el ‘patito feo’ de las inversiones, porque no gozan de la teórica solidez de los activos que pertenecen a las empresas de los países más poderosos del planeta (como Estados Unidos, por ejemplo) ni, tampoco, ofrecen las potenciales promesas de rentabilidad de muchos activos emergentes (como es el caso de Rusia). Sin embargo, en momentos convulsos en las bolsas, pueden convertirse en un valor refugio para los ahorradores que deseen apostar por una mayor base de certidumbre, ya que, por su modesto tamaño, suelen verse menos expuestos a la volatilidad durante una recesión al estar, también, menos correlacionados con el ciclo económico.

Los activos pertenecientes a los mercados frontera pueden convertirse en un valor refugio en tiempos de recesión

¿Es el momento de apostar por ellos?

El contexto actual es complicado desde el punto de vista financiero, dado el exceso de volatilidad que existe en los mercados. A las consecuencias de la crisis económica global derivada de la pandemia, se ha unido el contexto de bajos tipos de interés espoleado por las políticas de incentivos de los bancos centrales. Así las cosas, los activos de riesgo más bajo, como los depósitos o las letras del Tesoro, apenas ofrecen rentabilidad, lo que obliga, de cara a intentar batir la inflación y obtener algo de beneficio, a destinar una mayor parte de la cartera a la renta variable.

Y es en este escenario en el que los inversores están fijándose, cada vez más, en los activos de los países emergentes y de los mercados frontera. Con todo, aquellos con un perfil más moderado optarán por los títulos de las bolsas del ‘primer mundo’ y, en menor medida, por otros pertenecientes a empresas de alguna de las regiones emergentes. Por el contrario, los más osados que tengan una ambición por obtener mayor rentabilidad, posiblemente sean los candidatos idóneos a incorporar más peso de los activos de los mercados frontera. De hecho, ahí radica su principal atractivo, en las promesas de unas plusvalías relevantes en horizontes temporales largos, aportando, además, una mayor diversificación a las carteras con inversiones menos expuestas a la economía global.

Incorporar activos de los mercados frontera a una cartera puede ofrecer mejores perspectivas de rentabilidad en horizontes temporales largos

La parte negativa de esa potencial elevada rentabilidad es que se trata de entornos impredecibles, ya que, junto a la tradicional volatilidad de sus mercados de valores se añade el que requieren un conocimiento muy local de la economía a la que pertenecen. Por ello, a la hora de invertir en este tipo de países, lo más aconsejable es recurrir a profesionales del mundo financiero que estén especializados en alguno de los estados de los mercados frontera.

Valladar en tiempos revueltos

Los mercados frontera suelen estar participados, en su mayoría, por capital perteneciente a los inversores locales. Algo parecido sucede entre sus principales compañías cotizadas que, por falta de tamaño, no están internacionalizadas, por lo que sus principales ingresos provienen del comercio interior. Todo ello contribuye a generar una especie de burbuja que, incluso en momentos de recesión global, puede llevar a que la bolsa experimente un rápido y súbito crecimiento, con posibilidades de llegar, incluso, al doble dígito anual. Por ejemplo, el mercado bursátil de Vietnam encadenó un incremento anual del 9,8% entre los años 2010 a 2018, siendo inmune, por ejemplo, a los coletazos de la recesión global de 2008, si bien encadenó algún año histórico por sus beneficios (como en 2017, donde avanzó un 48%) con otros en los que cosechó severas caídas (un 27% en 2011).

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Muchos especialistas subrayan que los mercados frontera presentan, con frecuencia, grandes oportunidades de inversión, gracias a que gozan de buenas perspectivas de crecimiento a corto y medio plazo, controlan un porcentaje significativo de los recursos naturales del planeta y cuentan con una población muy joven, lo que suele significar mayor dinamismo para una economía y un auge en el consumo. Sin embargo, esto es, también, un arma de doble filo, puesto que al no tratarse, habitualmente, de regímenes democráticos, hay un potencial riesgo mayor de sufrir conflictos sociales, cuando no, directamente, bélicos dentro de su propio territorio, con las terribles consecuencias a todos los niveles que eso supone para una economía.

Avances y retrocesos

A lo largo de la última década, el número de países enclavados dentro de la categoría de mercados frontera ha caído de manera importante. Muchos de ellos, a medida que se abren al comercio internacional y consiguen una mayor competitividad global de sus empresas, terminan por convertirse en mercados emergentes, como fue hace unos años el caso de los Emiratos Árabes Unidos, que pasó, junto con Catar, a formar parte del MSCI Emerging Markets. En el año 2014, ambos representaban alrededor de un 30% y un 40%, respectivamente, del MSCI Frontier Markets. En apenas dos ejercicios, la bolsa saudí experimentó un notable aumento en su capitalización y liquidez.

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El siguiente que parece que pronto ‘promocionará’ es Kuwait que, en la actualidad, representa casi un tercio de ese mismo índice. Lo curioso es que algunos países han realizado, también, el camino opuesto, siendo ‘degradados’ y pasando de emergentes a mercados frontera. El ejemplo más paradigmático es el de Argentina, debido, principalmente, a que cada vez resulta más difícil para los inversores extranjeros acceder a la renta variable que cotiza en Bolsa debido a la incierta realidad social y política que vive.

Fotografía de Katherine McCormack en Unsplash
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