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Por qué es posible que estemos cerca de cumplir con la teoría del mercado eficiente

Fri May 14 11:37:34 CEST 2021

En los momentos de recuperación que suceden a una crisis, cobra relevancia una hipótesis que defiende que el precio de los activos de los mercados alcanza su mayor equidad, lo que permite a los inversores tomar decisiones de un modo más racional

Creada por el Premio Nobel Eugene F. Fama, la hipótesis del mercado eficiente postula que, con el paso del tiempo, los precios de los distintos activos financieros alcanzan un nivel justo, de manera que reflejan su valor intrínseco. De este modo, Fama intentaba justificar el comportamiento de las bolsas, en especial, en los momentos de incertidumbre, que es cuando se producen las oscilaciones más relevantes. Según esta teoría, la tendencia es que los diferentes participantes en los mercados, principalmente, los inversores, tomen decisiones cada vez más racionales basadas en un análisis pormenorizado de la información. Así, a largo plazo, los precios de mercado se van acercando a su punto exacto de equilibrio. Pero es en los momentos inmediatamente posteriores a un periodo de máxima volatilidad cuando más cerca se encuentran los activos de su precio real.

Llevando los preceptos de esta teoría al momento actual, una vez que la recuperación global tome forma y velocidad, la volatilidad podría mitigarse y comenzaría así un ciclo económico positivo para los mercados. Es decir, que las bolsas podrían haber digerido ya por completo la información negativa relacionada con la pandemia para empezar a descontar una nueva era de crecimiento, lo que implicaría llegar al punto álgido de la hipótesis del mercado eficiente en el que los precios de los activos reflejan de la manera más fiel posible su valor real.

Muchos expertos afirman que los mercados han descontado las consecuencias de la recesión global y que están empezando a tener en cuenta la recuperación

Implicaciones para el inversor

En apariencia, disponer de un mercado sin especulación es el escenario real para cualquier ahorrador de cara a construir una cartera diversificada que sirva para alcanzar sus objetivos financieros. Sin embargo, es probable que este escenario termine no siendo tan idílico como parece.

Esto es así porque se complicaría sobremanera poder desarrollar una estrategia para intentar batir al mercado cosechando rendimientos superiores al promedio. O, dicho de otro modo, al no haber acciones que coticen por encima o por debajo de su valor, se dificulta optar a un desempeño mejor, por ejemplo, utilizando los datos que se deduzcan de los análisis técnico o fundamental.

Sin embargo, la propia teoría del mercado eficiente define tres escenarios que mitigan este axioma. En el primero de ellos, el de carácter más débil, se afirma que no todos los movimientos en los precios de las acciones son como consecuencia de su evolución histórica, sino que existen elementos impredecibles que pueden influir en ellos, muchos de ellos de carácter exógeno a la propia compañía. De esta manera, una herramienta como el análisis fundamental permitiría poder predecir mejor su comportamiento futuro gracias a la evaluación de una gran cantidad de información.

En la segunda posibilidad, el escenario semifuerte, se defiende que toda la información pública que existe contribuye a fijar el precio en el mercado de cualquier valor, lo que inhabilita la eficacia de los análisis técnico y fundamental. Según sus preceptos, solo aquellos que manejen datos privados están en condiciones de conseguir plusvalías mayores que el resto.

En el escenario fuerte, el precio de las acciones tiene en cuenta tanto la información pública como la privada, lo que implica que ningún inversor podrá batir de manera sistemática al mercado, aunque, con carácter puntual, alguno de ellos podría lograrlo. En este caso, se asegura que el mercado es perfecto y, por lo tanto, el único camino para conseguir plusvalías elevadas de manera periódica es a través de la vía fraudulenta mediante la utilización de información privilegiada.

Defensores y detractores

Por regla general, los inversores pasivos o aquellos que, por ejemplo, se posicionan a favor de los fondos indexados o por los ETF, son partidarios de la teoría del mercado eficiente, ya que apuestan principalmente por conseguir el beneficio medio de un índice bursátil gracias a una cesta de valores ponderada. En el otro extremo, aquellos ahorradores que apuestan por una gestión activa sí que creen que es posible batir el comportamiento del mercado a través de una mayor tolerancia al riesgo.

La gestión pasiva defiende los postulados de la teoría del mercado eficiente, mientras que la activa cree que es posible batir al mercado a través del riesgo

De hecho, estos últimos defienden el rol clave que juegan los asesores financieros para construir carteras diversificadas que permitan, en horizontes temporales elevados, ganar a la inflación, consiguiendo incrementar el tamaño de su patrimonio. Por supuesto, estos inversores utilizan tanto el análisis fundamental (es decir, la información pública para identificar acciones que estén cotizando por encima o por debajo de su valor) como el análisis técnico (estudiando los precios históricos y los patrones de comportamiento de los activos).

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La realidad termina por dar la razón a ambos grupos, ya que hay períodos en los que los fondos indexados ganan en rentabilidad a los fondos de inversión de gestión activa y viceversa. 

Las personas que critican la teoría del mercado eficiente afirman que, si realmente se estuviera cada vez más cerca de alcanzar un precio equilibrado en los activos que cotizan en los mercados, ya no se producirían burbujas especulativas ni colapsos financieros. Sin embargo, Fama y otros defensores de esta hipótesis argumentan que, cuando se origina una crisis económica global, esta termina por replicarse en los mercados, lo que no puede predecirse pero que sí tiene una translación evidente en forma de corrección bursátil.

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Al final, en el punto de equilibrio entre ahorradores pasivos y activos se encuentra, también, el contrapeso óptimo para el adecuado funcionamiento del mercado. Del mismo modo que los inversores de gestión activa que apuestan por la información y el análisis precisan que haya otros inversores con menor capacidad de evaluación para cosechar una rentabilidad mayor. Y lo mismo ocurre con aquellos que son más tolerantes hacia el riesgo con respecto de los que poseen un perfil más conservador. Una realidad basada en los extremos que resume el economista Benjamin Graham en su libro El inversor inteligente (1949): “El mercado financiero es, en esencia, un maníaco- depresivo que pasa de la euforia al pánico en muy poco tiempo”.

Fotografía de Min An en Pexels
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