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La educación financiera, clave para ahorrar e invertir

06/10/2020

El impacto indirecto de la crisis de la COVID-19 sobre los ingresos y ahorros de las personas —tanto actuales como futuros— y el aumento de la incertidumbre económica hacen que la educación financiera sea aún más crucial para garantizar que los ciudadanos sean financieramente resilientes. […] Dado que un mayor conocimiento y comprensión de los conceptos y riesgos podría ayudar a mejorar la toma de decisiones entre los adultos y los jóvenes, la educación financiera es ahora reconocida globalmente como una habilidad esencial para la vida”.

Así arranca el reciente informe del programa internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA (por sus siglas en inglés: Programme for International Student Assessment) llevado a cabo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Éste recoge los resultados de las pruebas realizadas sobre dinero, economía y finanzas: El nivel de los estudiantes españoles queda 13 puntos por debajo de la media, con 492, frente a Estonia y Finlandia, que encabezan el ranking  con 547 y 537, respectivamente. El documento indica que los progenitores son la principal fuente de información que obtienen los jóvenes, lo que hace concluir la falta de educación financiera entre generaciones adultas.

Esta formación no solo es importante para entender los productos que se pueden contratar, sino también para construir un futuro económico mejor, capaz de sortear crisis como la actual en la que muchas familias están viviendo de los ahorros al haber visto cómo disminuyen sus ingresos y, sobre todo, con la preparación necesaria para mantener el nivel de vida durante la jubilación.

Gracias a los avances médicos y al mejor cuidado de la salud, la esperanza de vida va en aumento. España ocupa el segundo lugar del ranking mundial (83,24 años) por detrás de Japón (84,10) según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y subiendo. Las nuevas generaciones alcanzarán fácilmente los 100 años y posicionarán el país en la primera posición. Pero, ¿cómo sostener una etapa de retiro laboral de nada menos que tres décadas? Un largo periodo dorado en el que no solo seremos consumidores de la llamada silver economy, sino que probablemente sufriremos algún tipo de dependencia. Un informe elaborado por Analistas Financieros Internacionales (AFI) señala que en 2030 casi el 5% de  la población mayor de 65 años (560.000 personas) la padecerá de Grado III.

En 2066 habrá más de 14 millones de pensionistas, frente a los 8,8 millones que hay hoy en día, según el INE

Para que estos años puedan transcurrir con la mejor calidad posible no queda otra que poner en marcha un plan que complemente un sistema de pensiones público con grandes dificultades para sostener el nivel de cobertura actual. “Nos enfrentamos a 33 años como jubilados, lo que supone una carga brutal en el sistema de pensiones. La forma de ajustarse solo puede ser vía reducción del importe, ya que hay menos cotizantes”, afirma José Luis Manrique, director del Observatorio Inverco.

INSOSTENIBILIDAD DE LAS PENSIONES

Para las próximas décadas, la pirámide poblacional dibuja una España envejecida y no solo por la mayor longevidad, sino también porque dentro de un trienio, la generación del baby boom, la más numerosa de todas, comenzará a sumarse a la estadística de las pensiones. Es decir, el número de jubilados se elevará de forma importante, sin que haya visos de que aumente el número de trabajadores, cuyas cotizaciones recordemos que financian las prestaciones por jubilación. En la actualidad, la tasa de natalidad de nuestro país es una de las más bajas, situada en 1,2 niños por mujer, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

“El sistema de pensiones público no está diseñado para ser cobrado durante más de 30 años, por lo que habría que pensar en complementarlo con una pensión privada”

Las proyecciones del INE estiman que para 2066 habrá más de 14 millones de pensionistas, frente a los 8,8 millones que hay hoy en día; y apenas, un cotizante por pensionista, cuando hace cuatro décadas la ratio era de 5,3. Actualmente se sitúa en el 2,3.

Las cuentas, por lo tanto, no salen, y mucho menos cuando el importe medio de las pensiones va en aumento (la pensión media se sitúa en 1.164 euros) y con la generosidad del sistema. Un informe de la Comisión Europea prevé que la tasa de reemplazo —porcentaje que mide la pérdida de poder adquisitivo tras la jubilación— pasará del 71,8% actual al 46,4%, situándose justo en la media que hoy registra la Unión Europea (UE). Ante esta compleja situación solo caben dos opciones: alargar la vida laboral y/o reforzar el ahorro particular.

RETRASO DE LA EDAD DE JUBILACIÓN

En 2020 la edad de jubilación legal está situada en los 65 años, pero se irá retrasando de forma progresiva hasta alcanzar los 67 años en 2027. Sin embargo, la realidad es otra. Existen mecanismos para adelantar entre dos y cuatro años el retiro laboral a través de la jubilación anticipada. Es por ello que en la reforma que está estudiando el ministro José Luis Escrivá se contemplen incentivos para elevar la edad efectiva de jubilación, situada en 64,2 años, y penalizaciones para aquellos que opten por adelantarla.

“Todo gira en torno al concepto de sostenibilidad económica. El sistema de pensiones público no está diseñado para ser cobrado durante más de 30 años, por lo que habría que pensar en complementarlo con una pensión privada. Necesitamos visión a largo plazo”, señala Fernando Ibáñez, presidente de la Asociación de Empresas de Asesoramiento Financiero (Aseafi).

AHORRO INVERTIDO A LARGO PLAZO

Ante este escenario, la alternativa más plausible parece ahorrar. Una opción que tampoco es muy utilizada por los españoles. La tasa de ahorro de nuestro país está a la cola, por debajo del 6%, según los datos de Eurostat, la mitad de la media de la zona euro.

“Ahorrar nos permite tener tranquilidad en el futuro. En 2008 vivimos una crisis económica terrible y estamos al borde de otra. La gran diferencia radica en las familias que han conseguido ahorrar, pero estamos en unos niveles muy bajos y esto solo puede cambiar con la educación financiera”, afirma el presidente de Aseafi.

“Ahorramos con lo que nos sobra y tenemos que hacerlo al revés, gastar lo que nos sobra”

“Si aceptamos que la pensión se va a reducir por una cuestión demográfica, tenemos que pensar en una vida de 100 años y no queda otra que el ahorro privado. Para que ese dinero sea lo menos costoso posible, hay que empezar cuanto antes y ahorrar de forma periódica”, añade el director del Observatorio Inverco.

Calcula cuánto tendrás en tu jubilación si empiezas a ahorrar hoy

Se refiere a generar el hábito del ahorro convirtiéndolo en un recibo más al mes, como el de la luz o el teléfono. “Tenemos que cambiar la ecuación del gasto. Ahorramos con lo que nos sobra y tenemos que hacerlo al revés, gastar lo que nos sobra”, añade. Es decir, automatizar una transferencia a principios de mes para financiar la jubilación.

Pero no solo basta con ahorrar, sino que hay que poner a trabajar ese dinero, invertirlo para que crezca con el paso del tiempo, de lo contrario no se alcanzaran metas costosas como es vivir en una etapa en la que los ingresos serán menores, como se ha visto. Además, es la forma de combatir la pérdida de poder adquisitivo por el efecto de la inflación sobre el dinero.

“Tenemos que empezar a perder el miedo”, dice Manrique. “Hasta ahora, el ahorro se hace a corto plazo y sin riesgo, pero la educación financiera permite introducir dos variables: horizonte temporal y perfil de riesgo”.

“Es necesario cambiar la cultura y pensar en el largo plazo. Para ello es clave introducir los conceptos financieros desde la educación básica, como ocurre en países de nuestro entorno. En España esto no sucede y sin cultura financiera es imposible la planificación”, lamenta Ibáñez.

El perfil de riesgo debe ser mayor en las primeras etapas de la vida laboral y reducirse según se vaya acercando la jubilación

De este modo, cuanto mayor sea el horizonte temporal —tiempo que se dispone hasta alcanzar un objetivo— de la inversión, mayor potencial de crecimiento se tendrá en el ahorro invertido. ¿Cómo? Gracias a lo que Einstein definió como la fuerza más poderosa del universo, el interés compuesto, que consiste en ir acumulando sobre el ahorro invertido los intereses que se van generando año tras año, de tal manera que el capital inicial vaya aumentando de forma exponencial.

Y, a largo plazo, el activo que tiene más probabilidad de revalorización es la renta variable. Cierto es que las acciones son arriesgadas y pueden sufrir severas caídas, como las que se vieron tras el impacto inicial de la pandemia. Por eso, para tener margen de recuperación, se recomienda invertir con un horizonte temporal amplio. Los expertos aconsejan que, en las primeras etapas de la vida laboral, el perfil de riesgo aumente y conforme se vaya acercando la jubilación se vaya reduciendo, invirtiendo en activos más conservadores como la renta fija, cuya rentabilidad es inferior, pero también lo es su volatilidad.

De nuevo, los datos revelan que los españoles además de no saber ahorrar, tampoco saben invertir. Por otro lado, según el Banco de España, el 76% de la riqueza de las familias está invertido en vivienda, un activo poco líquido. Del restante, que está invertido en vehículos financieros, el 40% está en productos con nula rentabilidad, como lo son las cuentas corrientes y depósitos bancarios, lo que supone diez puntos por encima de la media de la UE, según los últimos datos de Eurostat. Mientras que productos específicos para la jubilación, como planes de pensiones y seguros, apenas representan el 16% frente al casi 40% de la UE.

 

 

 

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Merece la pena recordar la frase del gurú de las inversiones Warren Buffett: “Si no encuentras una forma de hacer dinero mientras duermes, estarás condenado a trabajar hasta el resto de tus días”. Cuanto antes se planifique la jubilación, menor sacrificio económico exigirá financiar la larga etapa dorada.

Fotografía de Christina @ wocintechchat.com en Unsplash
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