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Cómo y por qué invertir en agua

Fri Sep 04 10:09:12 CEST 2020

Es, posiblemente, el bien más necesitado en nuestro planeta, pero no siempre ha sido el más valorado. Ahora, los inversores disponen de distintas opciones para apostar por él y, pensando en el largo plazo, optar a interesantes revaloraciones.

Aunque no mucha gente lo celebra, cada 22 de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua, el elemento más preciado e indispensable que existe en la Tierra y, sin el cual, sería impensable la vida. Nuestro planeta está cubierto en un 70% por agua; para hacerse una idea, si se juntara toda la que existe, podría formarse una esfera de 1.350 kilómetros de diámetro, casi la distancia que hay de Madrid a Roma. Sin embargo, el crecimiento de la población en el último siglo ha hecho saltarlas alarmas sobre la sostenibilidad a futuro, habida cuenta de que, en 2030, según previsiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su ‘Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos’, habrá mil millones de seres humanos más, mientras que la escasez en el abastecimiento de agua afectará a dos de cada cinco personas. Si nada cambia, este mismo organismo prevé que en 2050 la cuarta parte de la población vivirá sin acceso a ella, en tanto que la demanda de agua dulce se duplicará.

Quizá con estos datos sea más sencillo darse cuenta de la oportunidad que supone invertir en agua pensando en largo plazo, como complemento a cualquier cartera diseñada para estar diversificada. Desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en su estudio ‘Water, growth and finance’, el estrés hídrico (es decir, la situación que se da en un ecosistema cuando la demanda de agua es más elevada que la cantidad que hay disponible) está adquiriendo la categoría de severo en un abanico de países de Oriente Medio y África, pero otras naciones con gran cantidad de población, muchas de ellas en el denominado Primer Mundo, están acercándose con rapidez a esta situación, como son los casos de China, Japón, India, Alemania o Italia. El propio documento recalca que la necesidad de llevar a cabo en los próximos años la construcción y modernización de infraestructuras para el tratamiento y depuración de este líquido hará que su inversión en él sea particularmente atractiva.

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La OCDE señala en un informe que la necesidad de infraestructuras para asegurar el suministro de agua convierte a este elemento en una inversión atractiva

Una ‘commodity’ diferente

El principal problema para invertir en agua, de acuerdo al informe ‘How to invest in water’ de MarketWatch, es que, a pesar de ser el bien más importante del planeta, junto con, posiblemente el oxígeno, no puede intercambiarse en los mercados financieros como sí ocurre con otras materias primas, como el oro, el petróleo o el arroz. Estas últimas cuentan con, por ejemplo, los contratos de futuros y los Contracts for Difference (CFDs), que se comercializan a diario, generando rentabilidad y especulación.

Además, en muchos países el agua es de propiedad estatal, aunque existe un mecanismo para poder invertir en ella, y es a través de los llamados ‘derechos del agua’. Las tierras agrícolas tienen asociados unos derechos para la utilización de cantidades delimitadas de este líquido para su explotación, por lo que hay agricultores y ganaderos que venden parte de ellos para obtener un beneficio. El principal problema, no obstante, es que transportar agua es económicamente muy costoso y, desde el punto de vista burocrático, bastante complejo. Otra opción en este sentido, como llevan haciendo desde hace años con gran éxito inversores como el estadounidense Michael Burry, es comprar directamente extensiones de tierra con gran cantidad de agua subterránea para luego vender su distribución en esa población, o, incluso, iniciar la plantación de especies vegetales que requieren mucho suministro de este elemento para su crecimiento y desarrollo.

Lo que es evidente es que su demanda es creciente a nivel global, no solo por cuestiones alimentarias y de higiene, sino porque es clave para gran parte de los desarrollos tecnológicos que están llamados a revolucionar la economía mundial esta década, como es el caso de muchas energías alternativas, del aumento en la eficiencia y la seguridad de las centrales nucleares o en la productividad de las baterías de litio, por citar solo tres ámbitos.

Los derechos del agua son una vía alternativa a la de los fondos de inversión y los ETF para invertir en este elemento, aunque tienen algunos hándicaps

Y todo ello por no hablar de que uno de los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible, en concreto, el número 6, habla específicamente de “garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todas las personas”. En la actualidad, de acuerdo al análisis de Walter Schindler ‘Sustainable Investments: How to invest in water with less risk’, existen proyectos muy avanzados para la mejora de la gestión del agua, principalmente en entornos urbanos, gracias al Internet de las Cosas (IoT) y al Building Information Modeling (BIM), que van a jugar un papel fundamental en, por ejemplo, que se cumplan en Europa con los retos de la economía circular para tener una economía descarbonizada y totalmente verde en el año 2030.

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Mecanismos de inversión

Existen dos modos de invertir en la actualidad en agua: a través de acciones de empresas que estén cotizando en el mercado bursátil, o bien, por medio de los Exchange Traded Funds (ETF) y los fondos de inversión. Existen varios índices sobre empresas que se dedican de un modo u otro al tratamiento de agua, aunque destacan principalmente dos: el S&P Global Water Index (compuesto por las 50 mayores compañías del planeta relacionadas con este elemento; acumula desde su creación en 2001 una revalorización superior al 200%), y el World Water Index (formado por las 20 entidades de mayor capitalización que obtienen sus ingresos por las infraestructuras, la depuración, el tratamiento o el suministro de agua).

El principal problema de este tipo de índices es que están pensados para la inversión en el largo plazo, ya que son muy sensibles a la evolución de la economía global, lo que se traduce en una volatilidad superior respecto a otros. Basta citar como ejemplo que, durante la recesión de 2008, el S&P Global Water Index acumuló en unos meses un retroceso del 57%, si bien a partir de 2012 se fue recuperando y no tardó en superar los niveles previos a la crisis.

Las dos estrategias que, probablemente, están más al alcance de cualquier inversor son apostar directamente por participar en un ETF o en un fondo de inversión. Las ventajas de los ETF es que están muy diversificados, tienen un bajo coste en comisiones y son muy flexibles en sus movimientos de cartera, y procuran replicar los dos índices antes mencionados. Por su parte, el abanico de fondos de inversión es cada vez más amplio, ofreciendo, en la actualidad, la oportunidad de participar exclusivamente o de manera diversificada en las diferentes etapas relacionadas con la ‘vida útil’ del agua, como su reciclaje, depuración o utilización en diferentes industrias, como es el caso de la construcción o el sector automotriz.

Existe un amplio abanico de fondos de inversión que ofrecen la posibilidad de invertir en distintas etapas del ciclo de la ‘vida útil’ del agua

Por si fuera poco, cada vez existen en la Red más empresas que están intentando promover proyectos de sostenibilidad relacionados con el agua, principalmente a través del crowdfunding. De hecho, hay ejemplos muy recientes de startups que han conseguido en muy poco tiempo la financiación para temas relacionados con nuevos sistemas de embotellado o con mecanismos innovadores de tratamiento, lo que demuestra el interés global creciente por el líquido elemento.

Fotografía de Samara Doole en Unsplash
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