En comunidad o de manera individual, el uso de recursos naturales como el sol, el viento o la materia orgánica para abastecer tu vivienda de energía sólo te traerá cosas buenas: un planeta más limpio y un ahorro considerable en tu factura.
Las energías renovables son recursos limpios y casi inagotables que proporciona la propia naturaleza. Según los últimos datos facilitados por la Subdirección General de Energías Renovables y Estudios, estas suministraron el 32% de la electricidad consumida en España en 2017. Esto significa que la electricidad producida con gas natural, carbón y fuel/gas fue sustituida, en ese porcentaje, por energía eléctrica de origen renovable. Un año antes, en 2016, las renovables cubrieron el 39,7% de la demanda eléctrica peninsular, según datos de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA): un 19,2% la eólica, un 14,1% la hidráulica, un 3% la solar fotovoltaica y un 2% la solar termoeléctrica. La biomasa, el biogás, la hidroeólica y las energías marinas, agrupadas dentro de ‘otras renovables’, aportaron el 1,4% restante.
No sólo en el sector industrial y a gran escala, sino también a nivel doméstico, es posible el uso de energías renovables. Una apuesta personal que tendrá dos efectos inmediatos.
El primero, el medioambiental: no contaminan. “Instalar tecnologías renovables en la vivienda es positivo tanto a escala local, en relación a la reducción de los contaminantes de la energía convencional, que tienen efectos sobre la salud, como de las emisiones de gases de efecto invernadero, que van a parar a la atmósfera”, explica Sergio Tirado Herrero, investigador Marie Curie del Instituto de Ciencias Ambientales (ICTA) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
En segundo lugar, está el componente económico: ahorraremos en nuestra factura. “Calcular el ahorro es muy complicado, porque depende del tamaño de las viviendas y de la rutina de cada uno. No obstante, sustituyendo sistemas tradicionales por sistemas renovables se puede llegar a ahorrar hasta un 90% de la factura, siempre acompañados de medidas pasivas para mejorar la eficiencia del edificio o vivienda (aislamiento térmico, buenas ventanas, etc.). Una combinación es la mejor manera de conseguir el máximo ahorro”, aconseja Julio A. Romero Alonso de Arrevol Arquitectos.
En la actualidad, las principales energías renovables con las que podemos abastecer nuestros hogares son la solar (fotovoltaica o térmica), la minieólica y la biomasa. “En general, si estas instalaciones se hacen a nivel de la comunidad de vecinos (como instalación común, poniéndose todos de acuerdo), se puede llegar a soluciones más eficaces y completas”, apunta Jorge Sanfulgencio Tomé de Arrevol Arquitectos. Pasarnos a las renovables de manera individual, en nuestra propia casa, también es posible. “Antes de realizar cualquier instalación en nuestra vivienda, lo mejor es consultar con la comunidad de propietarios y con el ayuntamiento correspondiente para evitar problemas”, advierte el arquitecto. En un caso u otro, deberemos tener en cuenta factores como la disponibilidad de espacio, la orientación de la vivienda, su ubicación y las características climatológicas del lugar donde vivimos, entre otros.
Placas solares fotovoltaicas
Según datos de la Comisión Europea, combinar en casa la instalación de una placa solar fotovoltaica de 4,5 kW y una batería podría llevar a una tasa de autosuficiencia en el consumo del 75 %, lo que supondría un gran ahorro al año en luz. “Si se combina la energía fotovoltaica con unas baterías, podemos disponer de energía renovable durante todo el año, incluso en los meses de invierno, ya que la energía excedente del verano quedaría acumulada en las mismas para cuando hubiera necesidad”, señalan los arquitectos especializados en vivienda de alta eficiencia de Arrevol Arquitectos.
El consumo de esta renovable no nos saldrá caro, ya que, en siete años, se ha producido una reducción de su coste del 85 %, tal y como apunta la APPA, por lo que hoy en día supone una alternativa muy competitiva frente a formas de generación contaminantes. A nivel científico, consiste en la transformación directa de la radiación solar en electricidad. Y es que, en un país como el nuestro, con tantísimas horas de luz al día, el sol tiene un gran potencial como generador de energía. Por eso una excelente solución es instalar en nuestro tejado (si vivimos en una vivienda unifamiliar) o en nuestra terraza o balcón (si habitamos un piso) placas solares fotovoltaicas. Lo ideal para ello es una orientación sur, sureste o suroeste.
Placas solares térmicas
La energía solar térmica nos permite calentar agua para diversos usos y puede reducir nuestra factura hasta en un 70 %. Desde 2007, es obligatorio que todas las viviendas de nueva construcción incluyan paneles solares para suministrar agua caliente sanitaria a los hogares. No obstante, si tu casa es más antigua, también tienes la opción de hacer uso de esta energía. “Este tipo de instalación consiste en placas planas (de aspecto similar a las fotovoltaicas), situadas en cubierta, por las que circula un líquido (en ocasiones, directamente el agua de consumo). Al estar expuestas a la radiación solar, el líquido se calienta y, entonces, se utiliza esta temperatura para conseguir ACS y calefacción”, concretan desde Arrevol Arquitectos. El espacio y las ubicaciones necesarios serán los mismos que los que precisa la energía solar fotovoltaica.
Minieólica
Es el aprovechamiento de los recursos eólicos mediante la utilización de aerogeneradores de potencia inferior a los 100 kW. Puede ser la mejor opción si vives en una zona donde sopla el viento con frecuencia. “Una pequeña turbina eólica genera energía suficiente para alimentar una vivienda de bajo consumo. Aunque ciertamente depende del viento que haga, los sistemas actuales están muy optimizados, son ligeros, silenciosos y eficientes. Los sistemas más compactos generan hasta 5 kW y solo necesitan una velocidad de viento de 2 m/s para empezar a generar energía, que se podría llegar a comparar con la velocidad de una persona cuando va andando rápido”, explica Julio A. Romero Alonso. Y añade: “En las grandes ciudades es difícil hacer un buen aprovechamiento de la misma, porque los propios edificios suponen una barrera”. Para la instalación de esta tecnología es necesario disponer de un espacio abierto, como un tejado, una terraza o un jardín, para instalar el generador y la torre. “Antes es recomendable comprobar si existe alguna normativa urbanística al respecto, ya que hablamos de instalaciones de varios metros de altura y que, seguramente, afecten a la imagen del edificio”, especifica el arquitecto.
Biomasa
Hasta un 66% de ahorro frente al gasóleo puede generar la calefacción con biomasa (materia orgánica), según datos de la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom). Las estufas o calderas transforman esta materia de origen vegetal o animal (incluyendo residuos y desechos orgánicos) en energía limpia y económica. Mediante la combustión de la biomasa, obtenemos energía calorífica que se utiliza para calefactar la vivienda y generar agua caliente sanitaria. Si vives en un piso, solo podrás beneficiarte de ella si tu vivienda cuenta con una salida de humos independiente hasta la cubierta del edificio. “Estas salidas de humos se pueden llegar a hacer si el edificio no dispone de ellas, pero hay que pedir permiso al ayuntamiento y a la comunidad de vecinos”, puntualiza Jorge Sanfulgencio Tomé. Si se trata de una vivienda unifamiliar, la instalación no conlleva ningún obstáculo. Todas las viviendas que en su día tuvieron una caldera de carbón cuentan, hoy en día, con las instalaciones que una caldera de biomasa necesita. En este caso, la transición es más sencilla.