En el momento económico y social en el que nos encontramos, sumidos en una emergencia climática y, con la concienciación de que tienen que cambiar las cosas para poder seguir habitando nuestro planeta, surgen nuevos modelos productivos, uno de ellos es la economía circular.
La economía circular trata de promover un sistema sostenible a través de la reducción de consumo y del aprovechamiento óptimo de los recursos. Este sistema choca frontalmente con la idea vigente de 'usar y tirar' y emplea un concepto distinto basado en la reutilización de los recursos a través de las 7Rs: reflexionar, rechazar, reducir, reutilizar, reciclar, redistribuir y reclamar. Este uso, contrario al modelo lineal, está basado en el reciclado y la reutilización de los recursos, es decir, en ampliar la vida útil de las materias primas sin causar daños medioambientales.
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Qué es la economía circular
Esta rama de la economía surgió de Ellen MacArthur, una deportista de élite británica que, tras una larga travesía en barco, se dio cuenta de que el sistema tal y como lo conocemos tenía que cambiar. Durante su estancia en alta mar tuvo que valerse de los recursos que tenía, entonces comenzó a idear la manera de maximizar aquello que podía serle útil. Cuando terminó su viaje se interesó por la economía y se entrevistó con expertos en la materia con los que coincidió en que los recursos debían reintegrarse y convertirse en infinitos. Poco tiempo después creó la fundación Ellen MacArthur y sus tesis fueron extendidas por todo el mundo.
La economía circular en la agenda política
Aunque a priori parezca un concepto novedoso, cada vez son más los organismos que abogan por una economía circular, habida cuenta de que son muchas las advertencias que tenemos sobre el estado del Planeta. La Comisión Europea ha adoptado un paquete de medidas sobre la economía circular para ayudar a empresas y consumidores. De hecho, destinará más de 5.000 millones de euros para la gestión de residuos e invertirá en investigación e innovación, con más de 650 millones de euros.
Según la fundación, las empresas de la Unión Europea podrían ahorrarse anualmente hasta 600.000 millones de euros si realizan la transición a un modelo de economía circular.
Nuestro país se presenta como punta de lanza de este nuevo concepto social y económico. En el año 2030 todos los municipios deberán reciclar y reutilizar el 60% de sus residuos, además, -todavía más ambicioso- se espera que en 2023 los bioresiduos se recojan por separado o se reciclen en las casas particulares. No obstante, hoy en día más de siete de cada diez envases de vidrio se reciclan y cada español recicla aproximadamente 18 kilos de vidrio al año, según datos de ecovidrio.
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Cultura sostenible vs economía circular
La economía circular es un concepto que emana de la ciencia, por ello, algunas voces tratan de contraponerla a la cultura de la sostenibilidad, pero ¿son realmente conceptos contrarios? La respuesta es "no", de hecho, aunque no se fundamenten bajo premisas idénticas, son conceptos complementarios.
La economía circular trata de extender la vida útil de los productos, buscar la manera de poder reutilizarlos y consumir menos materias primas, ya que los residuos, en sí mismos, son materia prima. La sostenibilidad, por su parte, trata de mantener los recursos en circulación durante el mayor tiempo posible minimizando la generación de esos residuos. Ambas corrientes, lejos de confrontar, son complementarias y trabajan con el mismo objetivo.
Si la sostenibilidad es el fin, debemos saber que uno de los medios para llegar a ella es la economía circular, que también aboga por optimizar los procesos productivos y por satisfacer nuestras necesidades actuales sin perjudicar a las generaciones futuras. La sostenibilidad es un concepto más amplio, que llega a otras áreas como, por ejemplo, la igualdad de género o la lucha por el cambio climático. Por tanto, sin obviar lo anterior, esta economía del reciclaje es uno de los pilares esenciales de la sostenibilidad y, por eso, se relacionan tan íntimamente.
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Esta nueva forma de consumo supone promover el crecimiento económico teniendo en cuenta que los recursos son limitados y, sobre todo, olvidando el concepto de tirar. El sistema capitalista vive de crear necesidades. A menudo compramos cosas que no necesitamos motivados por una sociedad consumista. Las grandes empresas son capaces de convencernos de que es mejor adquirir un nuevo producto que reparar el que tenemos estropeado, porque nos introducen nuevos conceptos atractivos que provocan el deseo de comprar. Además, existe la obsolescencia programada, que consiste en programar la vida útil de un producto para que, tras un periodo de tiempo determinado, deje de funcionar.
La economía circular en las empresas
El cambio de modelo supone un cambio de paradigma. Las grandes corporaciones se están empezando a sumar a esta corriente, y tratan de aplicar soluciones sostenibles. Éstas pasan por potenciar políticas medioambientales y medios que eviten la contaminación y la generación de residuos tóxicos, a fin de crear formas que beneficien a la sociedad en su conjunto. Una manera de conseguirlo es la innovación a través de la creación de servicios alternativos que lleguen a los consumidores por vías menos contaminantes.
Muchas compañías ya lo emplean, por ejemplo, la empresa guipuzcoana ki-rec fabrica alfombras de coches y bandejas de maletero a partir de plástico reciclado, o Ecopapel, que crea pastas celulósicas de papel con materias primas alternativas. Hay muchas empresas del sector textil que utilizan materiales reciclados para la elaboración de sus productos, por ejemplo, la española Ecoalf o incluso H&M, que promueve reutilizar fibras entre sus clientes.
También lo hacen los ciudadanos. El movimiento ambientalista promovido por la activista Greta Thunberg supuso un impulso muy fuerte, un grito de las nuevas generaciones ante las viejas políticas industriales cuyo principal objetivo es producir abruptamente. La economía circular puede ser parte de una solución para lograr la sostenibilidad del planeta.