España se ha consolidado en las últimas décadas uno de los destinos vacacionales más deseados. Sin embargo, esta dependencia del sector turístico, con la situación derivada de la pandemia, se ha convertido en un complejo problema que se ha materializado en la cifra de 18,96 millones de turistas, unos números que se alejan de los 83,5 millones de visitantes registrados en 2019, el séptimo ejercicio con récord consecutivo.
Así, el sector turístico se ha visto inmerso en una crisis como consecuencia de los efectos y los límites de movilidad derivados de la pandemia de la COVID-19 lo que ha generado en los últimos meses: cierres de negocios, despidos, recortes de jornadas y de sueldos, y familias enteras, algunas incluso con larga tradición en el sector, obligadas a buscar nuevas formas de subsistencia. Parecía que 2021 llegaba para solucionar todo pero, a punto de rozar la primavera, no es fácil ser optimista.
Por sectores, el peso del turismo en España alcanzó los 154.487 millones de euros en 2019, lo que supuso el 12,4% del producto interior bruto (PIB). Es, con creces, el sector que más riqueza aporta a la economía española, pero los estragos causados por la pandemia han amenazado su futuro forzándole a reinventarse. Además, es importante observar que no se trata de un daño exclusivamente español: el turismo supone el 7% del comercio mundial y da empleo a una de cada 10 personas en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de Turismo (OMT), que ha definido 2020 como el peor año de la historia de esta actividad.
Pero aun siendo un problema común, es cierto que su efecto se acentúa en un país que ha apostado tradicionalmente por el turismo como una de sus principales fuentes económicas. No en vano, los empresarios españoles del sector califican 2020 de “dramático”. Según datos de la patronal Exceltur, el año pasado el sector turístico dejó de ingresar 106.000 millones de euros directos e indirectos respecto a 2019, un desplome del 69% en la facturación que remite a los registros de hace 25 años.
La problemática se ha podido comprobar en todos y cada uno de los rincones del sector: según datos de Exceltur, la facturación de las agencias de viajes se redujo en un 80%, y en un 71% la de las empresas de ocio; hoteles y líneas aéreas cayeron un 65%; y alrededor de un 35% la hostelería. Como consecuencia, el sector turístico pasó a representar el 4,3% del PIB en 2020.
Según datos de Pulso, la herramienta de Banco Sabadell que permite analizar la evolución de la recuperación, la actividad comercial según el pago con tarjetas en hoteles y viajes en los primeros días de marzo de 2021 representó el 26,54% del mismo periodo del año anterior, cuando la actividad económica aún fluía con normalidad, antes del decreto del estado de alarma el 14 de marzo de 2020.
Por su parte, en el sector transporte, según los datos de Pulso, el desplome en el gasto ha sido de casi el 73%. Además, la actividad según el pago con tarjetas en restauración representó en ese mismo periodo el 58,64% del registrado los primeros días de marzo de 2020, lo que supone una sutil mejora desde comienzos de año si valoramos los datos nacionales, pero aún queda mucho camino por recorrer, sobre todo en las comunidades autónomas con mayores restricciones, que cuentan con caídas mucho más acentuadas.
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¿Cuándo se reactivará el sector?
Aunque todas las esperanzas del sector estaban puestas en este 2021, el incremento de los contagios en Europa -España incluida- ha trastocado las estimaciones al obligar a varios países a volver a limitar la movilidad. Unas medidas que todavía se mantienen, aún más duras en lo referente a la movilidad interna, con una Semana Santa que volverá a ser especialmente difícil para los hosteleros. Por tanto, las expectativas de recuperación se han trasladado ahora al otoño, aunque la mayoría de los especialistas consideran que el sector turístico no recuperará los niveles pre-COVID-19 hasta mediados de 2022 o incluso 2023 y, en cualquier caso, será un tiempo de cambios y adaptaciones necesarios.
No obstante, existen indicadores que animan al optimismo, por ejemplo, el de la inversión publicitaria en el sector, que se prevé que crezca casi un 20% a lo largo de 2021, siendo la industria con mayor crecimiento de la inversión este año. La previsión de este incremento se asienta en la esperanza de una paulatina retirada de las restricciones de movilidad, así como por las ganas de viajar acumuladas por los ciudadanos en los pasados meses. Pero, ¿será posible realmente esa ansiada reactivación de la movilidad?
Los pasos necesarios son: revitalizar la economía y recobrar la confianza
Para ello se deben llevar a cabo pasos fundamentales, como la creación del pasaporte sanitario y el refuerzo del proceso de vacunación. A 11 de marzo han recibido la pauta completa de la vacuna de coronavirus 1.447.838 personas, y el Gobierno prevé alcanzar los 15 o 20 millones (30%- 40% de la población), antes de la temporada de verano. Para Miguel Sanz, director general de Turespaña, las vacunas son uno de los tres factores más relevantes para lograr una revitalización lo más rápida posible de la actividad turística y, por tanto, de las empresas y del empleo en el sector.
Los otros dos serían las preferencias del viajero y recobrar la confianza: “Distintos informes muestran que los europeos, que representan más del 70% de nuestros visitantes, eligen España como el destino más deseado para viajar cuando la pandemia esté controlada. Esto permite que las proyecciones sobre la recuperación turística señalen a España como el gran destino de más rápida mejora en Europa”, explicó Sanz recientemente en el marco de la primera edición digital de las Jornadas Profesionales de Turespaña.
Una de las medidas más importantes para reactivar el turismo es el pasaporte sanitario. Un documento reconocido por los 27 países miembros de la Unión Europea que sería entregado a aquellos que hubieran sido vacunados contra el virus. De tal manera, que el aumento exponencial del número de las vacunas administradas y el atractivo turístico de España contribuirían a un aumento del turismo.
Estas actuaciones serán de gran ayuda, pero no lograrán reflotar un sector tan dañado si no se plantea un respaldo económico sólido. Según datos de la Seguridad Social, a finales de 2020 había en España 728.000 afiliados de ramas turísticas afectados por la inexistencia de actividad, y el balón de oxígeno que supusieron las ayudas de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) acabarán a finales de mayo. Ante esa situación, entre otras medidas, se perfilan como fundamentales las ayudas del Fondo de Recuperación Europeo, también conocido como Next Generation EU, que permitirían dotar al sector de un andamiaje económico en el que poder apoyarse para ir reconstruyendo su horizonte.
Pero mientras todo eso llega, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) insisten en que quedarse en casa sigue siendo la mejor manera de protegerse -y proteger a los demás- de la COVID-19. Una recomendación que seguirá haciendo que muchos viajeros sigan pensándoselo dos veces antes de hacer la maleta, lo que supone un freno más a la ya de por sí lenta recuperación del sector turístico español.
Islandia, con una de las tasas de incidencia más reducida de Europa, abre sus puertas a los viajeros que demuestren que están inmunizados (ya sea porque demuestran que tienen anticuerpos frente a la COVID-19 o porque justifiquen su vacunación mediante un certificado); Jordania ya no exige que los viajeros se sometan a una cuarentena; y Madeira anuncia un ‘corredor verde’ para turistas vacunados y que hayan pasado el virus. En estos momentos no es fácil decidir dónde y cómo viajar, porque cada destino establece sus propias condiciones de acceso. Y pese a la apertura de muchas fronteras, todo apunta a que aún tendrán que pasar bastantes meses para que el sector turístico recupere cierta normalidad.
La incógnita del pasaporte sanitario: cómo afectará al sector y al turista
Según la mayoría de expertos, para la recuperación del turismo es de radical importancia la implantación coordinada del denominado pasaporte sanitario. Se trata de un término poco adecuado, dado que en realidad es un certificado de vacunación y de pruebas que demuestran que el viajero poseedor no está infectado ni puede estarlo de la COVID-19.
Para muchos, este documento supondría una medida discriminatoria, por lo que su implementación efectiva irá sujeta al ritmo de vacunación, dado que solo podrá generalizarse si se alcanza un nivel considerable de inmunización. Aunque la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha expresado sus reticencias al respecto de esta certificación, parece existir consenso en que si bien el pasaporte sanitario puede no ser deseable, sí que parece ser inevitable para animar la recuperación económica.
En España, el Gobierno ha defendido que los certificados digitales de vacunación “nunca van a ser discriminatorios para las personas no vacunadas, que podrán seguir viajando de acuerdo con las indicaciones sanitarias” y, en este sentido, ha destacado que el certificado digital es un instrumento para “facilitar la movilidad”.
Desde Moncloa son conscientes de la importancia de recuperar cuanto antes la movilidad internacional y de “hacerlo de forma coordinada y con plena seguridad sanitaria”, por lo que esperan que estos certificados estén operativos antes del verano. El objetivo, aseguran desde el Gobierno, es claro: recuperar cuanto antes la movilidad y el turismo sin que implique aumentar el riesgo sanitario.