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Qué es el mercado secundario financiero y cómo funciona

Wed Nov 04 08:19:42 CET 2020

Aunque muchos inversores participan en él, es habitual no conocer su funcionamiento y sus importantes ventajas. Durante la crisis, está jugando un papel crucial para mejorar la liquidez de distintas empresas que buscan mantener su capacidad operativa.

Estudiando los misterios de la física cuántica, cuenta la leyenda que el científico Albert Einstein miró una vez al cielo y dijo que le gustaría pensar que la luna seguía allí arriba cuando él no estaba mirando. Algo así podría aplicarse para definir lo que es el mercado secundario, una realidad que la mayoría de inversores no ve y muchos, ni siquiera, saben que existe aunque operan en él, pero que es de vital importancia en la realidad financiera del día a día. En él se negocian y se llevan a cabo distintas operaciones en las que están implicados tanto valores de renta variable como de renta fija (como la deuda pública) o activos monetarios. Dicho de otro modo, existe un mercado primario en el que se emiten los diferentes títulos, que, más adelante, pasan a negociarse en el mercado secundario, al que los inversores pueden acudir para comprar estos valores ya emitidos previamente.

El mercado secundario es muy importante para el funcionamiento de la industria financiera, ya que posibilita a los ahorradores y a los consumidores canalizar sus intereses, principalmente a través del uso de la tecnología, para llevar a cabo los distintos intercambios de modo electrónico. Dentro de él, existen dos segmentos: por un lado, el mercado organizado, como, por ejemplo, es el mercado de futuros, en el que se concretan transacciones por medio de una cámara de compensación, que supervisa su correcto funcionamiento. La bolsa de valores es, quizá, el más conocido de esta tipología, y en ella se negocian tanto acciones como bonos y otra serie de instrumentos de inversión, estando todas las transacciones reguladas y supervisadas, de cara a otorgar los máximos niveles de seguridad y de transparencia. Otro ejemplo es el mercado de renta fija corporativa, en el que se negocian activos de empresas de tipo industrial, de entidades financieras y de la propia Administración, está dirigido principalmente a inversores institucionales que cuentan con ahorro disponible y buscan financiar la actividad de terceros para obtener una rentabilidad.

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Por otro lado, se encuentran los mercados no organizados, más conocidos como OTC (over the counter, según sus siglas, en inglés), como puede ser el Forex, que tienen una gran complejidad para los inversores minoritarios, dado que los contratos suelen personalizarse y se permite un apalancamiento mayor. Por regla general, en estos los costes de las operaciones son menores pero, también, conllevan un riesgo mucho más elevado. Dentro de esta tipología se puede comercializar con distintos productos, como materias primas, divisas y hasta hipotecas.

Generar rendimiento

Cuando una empresa decide salir a bolsa o llevar a cabo una ampliación de capital, emite nuevas acciones que adquieren una serie de inversores en el mercado primario, pero es muy complicado que todos ellos decidan mantener esos valores en sus carteras y no comercializar con ellos para, por ejemplo, incrementar su liquidez en un momento dado, o para invertir el dinero que generen con su venta e intentar capitalizar alguna oportunidad nueva que creen haber detectado. Aquí es donde entra en juego el mercado secundario, que, en realidad, sirve como punto de encuentro entre compradores y vendedores para negociar estos valores cotizados en tiempo real.

Sin embargo, resulta prácticamente imposible conseguir que el precio de venta sea el mismo que lo que se pagó en el proceso original de compra, ya que será el mercado el que lo determine. A partir de aquí, el inversor decide si quiere seguir adelante y obtiene una plusvalía (es decir, le ofrecen más dinero que el que tuvo que poner en su día) o, por el contrario, debe asumir una pérdida. Esto vale tanto para la renta fija como para los títulos de deuda que emiten tanto los países como las propias empresas. De hecho, la evolución en el precio de los bonos de un Estado a 10 años es el parámetro que marca la buena marcha de la economía de un país o de una región, como ocurre en la Unión Europea (UE) con el Bund alemán.

A partir de este valor es con el que se calcula la prima de riesgo. De hecho, en los últimos meses, estos bonos teutones han cotizado en negativo, y, aun así, muchos inversores han seguido apostando por ellos por diversos motivos, como, por ejemplo, porque confían en que caigan todavía más en el futuro, o porque quieren incrementar el peso de los valores refugio en su cartera para aportar seguridad en periodos de inestabilidad e incertidumbre, como lleva sucediendo desde que estalló la crisis sanitaria global derivada de la pandemia del coronavirus.

La mayor seguridad posible

Un inversor minorista no puede, habitualmente, operar por cuenta y riesgo en el mercado secundario, sino que debe hacerlo a través de un intermediario financiero, llamado bróker. Gracias a él, puede entrar en un universo prácticamente ilimitado de activos, que, por paradójico que pueda parecer, le debe proporcionar una mayor seguridad y certidumbre que si participara en el mercado primario, ya que, en este último, el número de operaciones que puede realizar está mucho más limitado, al existir solo un intercambio entre comprador y vendedor. Además, suele haber un mayor número de inversores institucionales y los precios es probable que sean más volátiles, ya que, cuando se emite por primera vez un título, es muy difícil establecer previamente si existirá una demanda suficiente o no.

Una de las ventajas de los mercados secundarios es que promueven mejor información sobre los activos

En este sentido, otra de las ventajas que tienen los mercados secundarios es que promueven una mejor información sobre los activos que cotizan, permitiendo que los precios se establezcan libremente. También favorecen, gracias a la competencia entre los distintos valores, que se reduzcan los costes de transacción, posibilitando una mayor compra y venta de títulos con respecto a los mercados primarios. En el caso particular de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) es la que garantiza el control a través de su permanente supervisión.

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Comportamiento durante la COVID-19

La caída en la actividad y en la facturación de muchas empresas, sobre todo, en las fases iniciales de la pandemia debido a las medidas de parón y restricción promovidas por los distintos gobiernos, provocó que se paralizaran, o, directamente, que se abortaran muchas operaciones de fusión que se estaban negociando. Además, la necesidad de liquidez por parte de las entidades impulsó las peticiones de financiación a la industria bancaria, lo que no impidió que, también, se buscaran otras alternativas posibles para incrementar los niveles de solvencia y de dinero en circulación.

En este sentido, el mercado secundario, como ocurrió en otras grandes crisis globales en el pasado, como en la recesión de 2008, está siendo muy importante para incrementar las posibilidades de supervivencia de las empresas, gracias tanto a sufragar las operaciones de recapitalización de muchas compañías como, directamente, comprando carteras de inversores que tienen problemas de liquidez. De este modo, y complementándolo con, por ejemplo, las líneas de crédito o los préstamos, distintas entidades han conseguido incrementar su circulante para mantener su operatividad incluso en los momentos de mayor riesgo reciente.

Fotografía de Jason Briscoe en Unsplash
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