Tras haber capeado con solvencia los meses más duros de la crisis derivada de la COVID-19, el sector asegurador afronta el futuro lleno de retos en digitalización y sostenibilidad, aunque también en los servicios que ofrece a través de sus ramos más tradicionales.
La industria del seguro sigue capeando con solvencia la pandemia de la COVID-19. De hecho, la crisis sanitaria ha subrayado aún más la importancia de la seguridad y la protección como valores esenciales para las personas. Tanto es así que, hoy, el 97% de las familias en España tiene contratado, al menos, un seguro.
Destaca, por ejemplo, lo ocurrido con los seguros de hogar, que, junto a los de salud, son los que más han crecido tras la llegada de la COVID-19, debido a que al pasar más tiempo en el hogar fruto de las restricciones a la movilidad impuestas para contener la expansión del virus, el número de incidentes ha crecido aunque, también, ha descendido la gravedad de los mismos, ya que se identifican más rápidamente. De cara a disminuir los riesgos durante las vacaciones, es aconsejable tomar algunas medidas como disimular la desocupación, comprobar las medidas de seguridad y asegurarse de cerrar grifos y de desactivar el cuadro eléctrico.
Por su parte, los seguros privados de salud han ganado una especial relevancia como necesario complemento de protección de los servicios de la sanidad pública, aportando una notable calidad en áreas como la telemedicina o la prevención. En la actualidad, el 27% de las familias españolas ya cuenta con un seguro de salud, destacando por su peso los de cuadro médico.
En una tendencia positiva similar a los seguros de hogar y a los de salud se encuentran los seguros de decesos, que ya están presentes en el 47% de los hogares españoles gracias, también, al crecimiento experimentado durante la pandemia. El objetivo de este seguro es minimizar al máximo el sufrimiento y las preocupaciones de las familias en momentos emocionalmente duros. Los equipos de asistencia asociados a este tipo de seguros se encargan de facilitar a los familiares todas las gestiones y proporcionar el apoyo necesario.
No obstante, España es uno de los mercados europeos en el que existe menor concienciación respecto a la necesidad de contratar seguros de vida para proteger a los seres queridos y a uno mismo ante el posible riesgo. Para revertir esta situación, una de las opciones sería la de potenciar la deducción fiscal de las primas de los seguros y las prestaciones de fallecimiento y de invalidez, que podrían estar más bonificadas a nivel fiscal para el impuesto de sucesiones y de IRPF, respectivamente.
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En cuanto al ramo de autos, se mantuvo como el líder indiscutible y, por sí solo, mueve más de 11.000 millones de euros cada ejercicio, según los datos de la Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras (Unespa). La progresiva recuperación de los niveles de movilidad previos a la crisis han traído consigo un incremento lógico de los accidentes de tráfico y de los siniestros en los vehículos. Cabe destacar, en este sentido, los casos de servicios como los de asistencia en carretera o la reparación in situ (sin necesidad de trasladar a taller) para los vehículos que han permanecido parados o sin haber podido realizar las revisiones oportunas.
En conjunto, las pólizas de hogar, salud, auto o accidentes facturaron por encima de los 64.000 millones de euros en 2020, lo que significa que la industria, en su conjunto, supera con holgura el 5% del producto interior bruto (PIB) del país, según Unespa.
Sin embargo, esta radiografía del sector es muy probable que cambie en unos años. La digitalización en la oferta de productos y servicios, la integración de la sostenibilidad, la personalización de servicios de valor añadido a los clientes, los cambios sociales en los hábitos de compra de vivienda y de automóvil o la irrupción con fuerza de los seguros contra delitos cibernéticos son algunos de los hitos que están remodelando por completo este segmento de actividad.
En cualquier caso, no contar con la protección que ofrecen estas pólizas puede implicar que el patrimonio personal se vea afectado, por lo que el pago de su prima debe considerarse como una buena inversión para ganar tranquilidad. En el caso de los seguros de vida, por ejemplo, ofrecen la tranquilidad de saber que pase lo que pase, una familia va a poder mantener el nivel de vida durante el tiempo necesario para readaptarse a la nueva situación (estudios de los hijos, modificar la vivienda en caso de una invalidez del asegurado, etc.).
Retos de futuro del sector asegurador
Dentro de los desafíos en los que ya está inmerso el sector, en el informe ‘Los retos del sector asegurador 2021’, del Observatorio Vodafone de la Empresa, destacan principalmente dos. Por un lado, el de generar valor a través de los datos que manejan las entidades, y de los que se puede extraer conocimiento muy útil para mejorar la prestación de los servicios y adaptar el modelo operativo de las compañías para ser más productivas y eficientes.
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El otro gran objetivo es el de mejorar aún más la experiencia del cliente, encaminándose hacia políticas activas de máxima eficiencia de sus coberturas, de abaratamiento de precios y de integración de varios de sus productos para facilitar su desempeño. Es decir, se trata de implementar un ecosistema de fidelización continuo en base a un conocimiento más sensible e individualizado según cada etapa de su vida y sus necesidades.
En cualquier caso, un informe de Community of Insurance destaca la magnitud ya evidente de la digitalización de la industria: un 75% de las aseguradoras en España ofrece a sus clientes el servicio de teleconsulta médica y dos de cada tres ya permiten la firma digital de sus documentos. En esta línea, el informe señala que, en los últimos años, el sector está siendo capaz de atraer talento digital, gracias a la apuesta por el desarrollo de pólizas de ciberseguridad o debido a los procesos de colaboración con soluciones Insurtech.
