La transición ecológica es uno de los grandes retos a los que la sociedad se está enfrentando actualmente y que marcará los próximos años. La sostenibilidad cada vez está más presente en la mente de los consumidores, y ahora España tiene la oportunidad de marcar la diferencia. En este marco, la crisis provocada por la COVID-19 ha acentuado esta concienciación.
Si en los primeros meses de la pandemia se vio como las ayudas giraban sobre dos grandes ejes, como son la protección de las personas, en especial de los colectivos más vulnerables, y el apoyo al autónomo y al tejido empresarial, a partir de ahora las medidas estarán encaminadas a la recuperación del país. Y en esta fase el Ministerio para la Transición Ecológica, comandado por Teresa Ribera, va a tener mucho que decir.
Uno de los hilos conductores del pacto formalizado a principios del pasado mes de julio por el Gobierno, sindicatos, Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME) para la reactivación de la economía es la transición ecológica. Tras firmarlo, el mismo presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, aseguraba que el documento hablaba de “formación, digitalización, economía verde y de muchas cosas importantes para el futuro”. Lo que demuestra que el plan elaborado para la reactivación española sigue las directrices europeas.
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En la misma línea, Teresa Ribera no ha cesado desde principios de mayo en su intento por recalcar que las inversiones deben contribuir a la transición ecológica y digital y que deben priorizar los esfuerzos en aquellos sectores que puedan generar más empleo y crecimiento. Sin olvidar que el Plan de Recuperación europeo, el nuevo Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, dotado con casi el 75% del total de gasto adicional de 750.000 millones entre 2021 y 2024, se destinará a "reformas y proyectos de transformación verde y digital".
“El escenario en el que ha situado la pandemia al conjunto de la sociedad ha mostrado un mundo con menos contaminación y con un uso más eficiente y productivo de las nuevas tecnologías. También ha puesto en evidencia la importancia de los riesgos no financieros (su gestión y planes de contingencia) y la necesidad de impulsar modelos que den una respuesta adecuada a los colectivos sociales más vulnerables”, señala Albert Carné, director de Sostenibilidad de Banco Sabadell.
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En este sentido, “la sostenibilidad en las empresas se hace más patente que nunca a la hora de afrontar situaciones de emergencia sanitaria, social y económica, tanto internamente, en relación con la viabilidad de los negocios y la continuidad del empleo, como externamente, en cuanto a la protección de los clientes y a la contribución con la sociedad”, señala el directivo, y añade que, a raíz de esta situación, “el mundo económico y empresarial ha entendido la importancia de la sostenibilidad y la oportunidad que supone para hacer las cosas de otra forma”.
Los ODS, el pivote en el que sustentar la recuperación
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) contribuyen a la sostenibilidad y proporcionan a las empresas una guía para establecer sus hojas de ruta y configurar sus estrategias en torno a los objetivos en los que tienen capacidad de influencia, por lo que necesariamente serán la base para la dinamización de la economía.
“Gobiernos e instituciones han puesto en marcha un conjunto de mecanismos y ordenamientos que incluyen de forma destacada el rol de las empresas en la labor en pro de la sostenibilidad. Hoy, su inclusión en la estrategia y el modelo de negocio a través de la adopción de criterios ESG (siglas en inglés de ambiental, social y buen gobierno), figura en el top de las agendas de los bancos centrales y de las distintas autoridades, supervisores y reguladores”, evidencia Carné.
Es por ello, y aún más ante esta situación de crisis, que “a corto plazo, las empresas que alinean los ODS a su propósito y al core de la actividad obtendrán un mejor desempeño”, señala el director de Sostenibilidad de Banco Sabadell. Alinear el negocio a los ODS permite identificar nuevas oportunidades de mercado y desarrollar productos innovadores, mejorar su interacción con los stakeholders y converger a medio plazo hacia modelos de empresa más inclusivos y sostenibles, aumentando la competitividad del negocio y la reputación corporativa.
Carné recuerda que también los inversores y una gran parte del mundo empresarial están dando prioridad a la necesidad de continuar, y, si cabe, acelerar la transformación de la economía hacia un modelo más sostenible que asegure una mayor resiliencia ante eventos críticos y globales como el que ha supuesto la crisis de la COVID-19.
En definitiva, como enuncia Carné, “la lucha contra el cambio climático y la mitigación de sus efectos, la igualdad e inclusión social, la contribución al bienestar social y los derechos humanos son algunas de las cuestiones que ya determinaban la trayectoria empresarial y su reputación”, pero que con la COVID-19 se volverán agentes indiscutibles de la reactivación de la economía.
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