El coronavirus (COVID-19) ha dado un respiro al medio ambiente. Esta crisis ha dejado imágenes que nunca antes habíamos visto. La naturaleza se ha ido abriendo paso y, mientras los humanos estamos confinados en nuestros hogares, la fauna y la flora se mueven con libertad por lugares donde antes encontraban trabas. El parón económico se ha visto reflejado en una mejora del medio ambiente, de hecho, uno de los primeros efectos ha sido la disminución de las emisiones de efecto invernadero. Pero, ¿se mantendrán estos niveles cuando se produzca la reactivación económica?
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha señalado que se han observado fuertes reducciones de concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) en algunas de las grandes capitales europeas, entre ellas, Madrid. El cierre de los comercios, el teletrabajo y la disminución de vuelos nacionales e internacionales, en aproximadamente un 60% han provocado la caída del transporte y, por consiguiente, de las emisiones de gases de efecto invernadero. La contaminación atmosférica de las ciudades, sobre todo las derivadas de los óxidos de nitrógeno y de las partículas en suspensión producidas por los motores de los coches, se ha reducido de forma notable. Paralelamente, se han reducido los vertidos contaminantes a las redes de alcantarillado, dada la escasa actividad de las industrias, lo que ha disminuido la presión sobre las estaciones depuradoras de aguas residuales y de generación de residuos industriales, entre otras muchas.
China va por delante, decretó el confinamiento en la región de Hubei el 23 de enero y, de durante el mes de febrero, el promedio de días sin contaminación atmosférica aumentó en casi un 22%, según publicó el Ministerio de Ecología y Medio Ambiente de China. La caída de los niveles de NO2 se hizo notable en las imágenes satélite de la zona facilitadas por la ESA y la NASA, durante el confinamiento, demostrando así los efectos nocivos de la actividad industrial sobre el planeta. Hoy por hoy, la situación se está empezando a revertir y ya se observan concentraciones de gases contaminantes, dado que la actividad industrial se ha retomado.
Posible efecto rebote
Manuel Pulido García, consultor, experto en medio ambiente y profesor en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), reconoce que, aunque el virus ha beneficiado colateralmente al medio ambiente, sus efectos van a ser efímeros. Se muestra pesimista ante la posibilidad de que los niveles de contaminación se mantengan bajos cuando la industria y el transporte recuperen su espacio, porque cree que la actividad industrial será más laxa con las medidas ecológicas llevadas a cabo antes de esta crisis, "lamentablemente, cuando empecemos a reactivarnos, la difícil situación económica puede llevar a algunas empresas a dejar la inversión en la protección del medio ambiente en un segundo plano".
Las normativas gubernamentales, tanto la española como la europea, encaminadas a la descarbonización y a la reducción de emisiones de gases contaminantes -al menos en un 20%- para el año 2030, estaban obligando a las empresas a revisar su política ambiental antes del parón económico. Muchas de ellas están adoptando planes potentes de sostenibilidad y respeto al medio ambiente, dentro de sus políticas de responsabilidad social corporativa. Sin embargo, y pese a los buenos datos, el experto cree que las compañías optarán por volver a antiguas prácticas menos sostenibles, "algunas empresas pedirán a los gobernantes la desregulación ambiental, la relajación de las medidas de inspección y control medioambiental bajo el argumento del mantenimiento del empleo", pronostica.
Medidas para minimizar el impacto
Existen muchas medidas para minimizar el impacto medioambiental una vez se produzca la reactivación económica. Las políticas verdes, el apoyo a los sectores cuyas actividades desarrollen modelos productivos descarbonizados y sostenibles, o la promoción de las energías renovables, son algunas de las materias sobre las que se puede trabajar para asegurar una economía más sostenible. En las grandes ciudades, se puede favorecer el uso de medios de transporte alternativos, para evitar la dependencia del transporte público y el uso excesivo del transporte privado. Los gobiernos también pueden trabajar en infraestructuras alternativas, como carril bici, facilitar las medidas para adquirir vehículos híbridos o eléctricos y fomentar la flexibilidad horaria laboral para evitar aglomeraciones en las horas puntas.
La economía y el medio ambiente no tienen por qué estar reñidas. Como apunta el experto, hay muchas alternativas que se pueden llevar a cabo para potenciar la economía verde y, a la vez, mantener niveles altamente productivos, "debe haber un apoyo a los sectores de actividad que desarrollen modelos productivos sostenibles, además, se debe potenciar el desarrollo de sistemas de ahorro energético en empresas y hogares", señala. Asimismo, pone el foco en la importancia de una buena educación verde, que haga ver a las empresas que la inversión en la protección del medio ambiente es rentable y que el ahorro energético aumenta los beneficios empresariales.
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Debido a las circunstancias, el teletrabajo se ha impuesto como una de las grandes soluciones durante la pandemia. Esta práctica se ha demostrado muy valiosa y ha llegado para quedarse. Además de beneficiar al trabajador, y ayudar a la conciliación, es favorable para el medio ambiente porque hace disminuir la contaminación, al reducir los desplazamientos, y también lo es para la empresa, ya que permite disponer de oficinas más pequeñas y contiene el gasto económico y energético.
Europa, hacia una economía verde
Estamos ante un cambio de paradigma que afecta a la economía y a muchos otros aspectos sociales. Los principales países europeos están impulsando las políticas verdes y piden a la Unión Europea que utilice el Pacto Verde (European Green Deal) como punto de partida para la recuperación económica tras la pandemia. También solicitan que no se den pasos atrás en esta materia, como ocurrió en la crisis financiera de 2008, cuando las inversiones de las empresas en protección del medio ambiente descendieron de manera relevante. En una misiva enviada a Bruselas, ministros de diez países de la Unión Europea, entre los que está España, han pedido ampliar las inversiones en movilidad sostenible, energías renovables e innovación para que las medidas que se estaban barajando antes de la crisis continúen ahora.
El cuidado del medio ambiente es una exigencia global. La reactivación económica no puede realizarse sin tener en cuenta los aspectos ambientales inherentes a cualquier actividad. Es una cuestión de salud y de economía, dos aspectos que están íntimamente ligados y que en esta crisis están más unidos que nunca.