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La movilidad de los empleados, factor clave tras la COVID

Thu Jun 25 11:46:53 CEST 2020

Las empresas irán recuperando la normalidad en sus actividades, también en lo referente a los desplazamientos. Sin embargo, los costes para garantizar su seguridad y el cumplimiento normativo les obligará posiblemente a redimensionar su estructura

Las consecuencias de la pandemia seguirán teniendo un efecto evidente en el tejido productivo durante algún tiempo, lo que repercutirá de manera notable tanto en cómo se realicen los negocios como en el modo en el que se trabaje. Las restricciones que se aplican en la actualidad en muchos países se irán revisando en un sentido u otro con el paso de los meses, pero, aun así, su impacto en el número de viajes corporativos que realizan las entidades y en su planificación tendrá efectos muy visibles cuando los ecos de la crisis sanitaria hayan quedado atrás. Así lo asegura PwC tras haber realizado una reciente encuesta a empresas de alrededor de 40 países, recogida en el informe ‘What does COVID-19 mean for global mobility?’, donde se subraya que un 70% está lidiando con problemas para gestionar la movilidad de sus empleados, lo que está teniendo un efecto palpable en la concreción de operaciones.

Entre otros resultados relevantes, parece llamativo que, en dos de cada tres entidades, la coyuntura actual está teniendo un efecto acusado en su propia organización interna, ya que se está promoviendo la vuelta de muchos trabajadores a sus países de origen para estar cerca de los suyos, algo que para un 58% de ellas implica, además, encomendarles nuevas funciones en sus entornos locales. A pesar de estas y otras consecuencias, apenas una de cada diez organizaciones cree que la pandemia desencadenará un replanteamiento a largo plazo de sus estrategias de movilidad, en tanto que solo el 20% estima que van a disminuir en los próximos años los movimientos internacionales como resultado de la crisis.

Según los especialistas del estudio, estos datos se justifican porque la movilidad continúa siendo una prioridad estratégica para muchas de estas empresas y no se pueden plantear una reducción significativa sin tener que realizar una revisión de todos sus planes estructurales. En cambio, para lo que sí está sirviendo la restricción de viajes actual es para que haya algunas compañías que estén evaluando su gobernanza sobre los viajes de negocio, examinando los costes en relación con los beneficios obtenidos, el tipo de paquetes y ayudas que ofrecen, y si el desarrollo tecnológico puede permitir eliminar algunos de ellos de la cuenta de gastos mejorando de paso la productividad de los empleados que no tienen que invertir tiempo en desplazamientos. Y en este contexto, afirman, están realizándose importantes debates internos dentro de las organizaciones para valorar si las estrategias de movilidad global agregan un valor real y tangible, o si conviene redimensionar su importancia bajo el paradigma de trasladar el trabajo a las personas y no las personas al trabajo.

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Parámetros de análisis

A lo largo de las últimas décadas, hemos vivido bajo un marco de globalización en donde la libertad de movimientos era algo común para la gran mayoría de empresas y países. La línea argumental, desde el punto de vista de las organizaciones, era trasladar el talento adecuado al emplazamiento oportuno, mientras que ahora lo prioritario parece ser garantizar la protección y seguridad de los empleados (y el resto de stakeholders), implementando las medidas y protocolos de emergencia sanitarios que respondan ante cualquier eventualidad. Y todo ello en un contexto donde la realidad y las regulaciones cambian a una velocidad cada vez mayor.

A partir de esta situación, en KPMG, dentro del documento ‘The impact of COVID-19 on international mobility’, concluyen que toda empresa debe hacerse las siguientes preguntas en relación a sus políticas de movilidad: ¿Están seguros mis empleados? ¿Pueden trabajar bajo las medidas sanitarias adecuadas en mis distintas oficinas y fábricas? ¿Qué coste económico, incluido el impacto fiscal, tendrá la nueva realidad para mi negocio? ¿Actuamos cumpliendo estrictamente todos los protocolos sanitarios según la regulación local de cada país?

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Multinacionales como Mercer tienen muy claro que la gestión de la movilidad implicará, al menos durante un periodo de tiempo prudencial, ir realizando un seguimiento constante y actualizaciones periódicas en relación a la gestión de sus viajes o a la organización de sus agendas, debido a la dificultad de prever escenarios probables en una coyuntura tan incierta. En su paper ‘Managing a mobile workforce in a new era’, afirman que se debe acometer con ellos una serie de medidas, como:

  • Analizar los cambios en el coste de vida que puedan tener un efecto tangible en los desplazamientos de los empleados.
  • Revisar sus compensaciones económicas, ya que los cambios en la movilidad afectan de manera directa a su trabajo y, con ello, a los resultados de su desempeño. Para evitar que eso implique una pérdida de confianza por su parte, conviene reafirmar la apuesta de la empresa con ellos.
  • Restringir los viajes de los trabajadores a aquellas ubicaciones donde la organización no pueda garantizar su seguridad sanitaria, aunque ello tenga una traslación a la cuenta de resultados. A medida que la situación global de la pandemia mejora, también lo hará el protocolo de desplazamientos de la entidad.

Los siguientes pasos

Las empresas tendrán que realizar, al menos en el corto plazo, un análisis más pormenorizado de las repercusiones de la movilidad global de sus empleados en base a tres áreas críticas: legal, fiscal y de inmigración, señalan desde las consultoras KPMG y Deloitte. Cada una de ellas, además, individualizada a los países en los que opere o a los que vaya a desplazar a alguno de sus efectivos, con el coste humano y financiero que ello conlleva.

En una coyuntura donde es imposible planificar ninguna estrategia corporativa a más de unos meses vista, desde Deloitte inciden además en que todos los riesgos potenciales de reactivar la movilidad probablemente obliguen a las entidades a tomar medidas para minimizar el gasto, como, por ejemplo, redimensionando las actividades o llevando a cabo una redistribución interna para atender a otras necesidades más inmediatas. En este sentido, advierte, es bastante factible que los propios empleados junto a la entidad deban ajustar a la baja sus paquetes salariales, mientras, en paralelo, compañía y equipo humano desarrollan un plan de emergencia que incluya ciertas contingencias posibles, como que se amplíen las restricciones de viaje, una recuperación global más lenta o regulaciones más estrictas para los desplazamientos profesionales internacionales.

En todo caso, sentencia la consultora, la comunicación interna será, si cabe, más importante que nunca, dado que toda la estructura (trabajadores, departamentos e, incluso, stakeholders directos) debe asimilar que la continuidad del negocio significa tener que acometer ciertos cambios, y que todo el tejido productivo está afrontando una nueva forma de trabajar, cuyos primeros efectos hemos comenzado a sentir en estos momentos.

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