Las elecciones de Estados Unidos (EE.UU.) previstas para el mes de noviembre estaban marcadas en el calendario como uno de los mayores acontecimientos del año 2020. Pero la pandemia del coronavirus ha provocado un drástico giro en la situación, dejando la política de lado y situando en primer plano la crisis sanitaria mundial, que ha derivado en la peor crisis económica desde la Gran Depresión.
Superado el verano y a menos de un mes de las elecciones, los inversores y las principales economías han vuelto a poner el foco en la primera potencia mundial, puesto que, irremediablemente, el resultado de los comicios influirá en el devenir económico global y en los mercados financieros.
La situación, además, ha dado un vuelco desde el estallido de la pandemia y ha equilibrado las fuerzas de los dos candidatos, Donald Trump y Joe Biden. De hecho, las últimas encuestas dan la ventaja al candidato demócrata.
Tal y como recoge un documento elaborado por The Economist Intelligence, la división de investigación y análisis de The Economist, en los primeros meses de 2020 la economía norteamericana acumulaba su racha de crecimiento más larga de la historia y el paro rozaba mínimos históricos, lo que prácticamente aseguraba la victoria de Trump. Además, los demócratas estaban desorganizados, con un gran número de candidatos que amenazaba con dividir su voto hasta bien entrada la temporada de primarias.
Pero la COVID-19 lo ha cambiado todo. EE.UU. atraviesa ahora la recesión más grave desde los años 30, según la citada publicación, y ha experimentado al mismo tiempo una profunda ola de protestas y disturbios civiles relacionados con la desigualdad racial y la brutalidad policial. La impopularidad de Trump ha crecido entre los votantes independientes, fundamentales para decidir el resultado de las elecciones. Mientras tanto, el voto demócrata se ha ido unificando en torno a la figura de Joe Biden.
Según The Economist Intelligence, Trump cuenta con una base sólida del 40- 44% de la población, pero necesitará a los indecisos para derrotar a Biden, que dispone de un apoyo más fuerte y amplio del que llegó a tener su antecesora, Hilary Clinton, como se comprobó en los resultados de las primarias. Además, cuenta también con un índice de aprobación más alto entre el electorado general.
Puesto que ambos candidatos tienen una base sólida de votantes, todo apunta a que el resultado dependerá, sobre todo, del comportamiento de los votantes indecisos e independientes, sobre todo los de las zonas suburbanas y las industriales en dificultades. La participación general de la población estadounidense también será decisiva.
En cualquier caso, hay varios factores que pueden marcar el curso de las elecciones en el mes que hay por delante hasta el 3 de noviembre, como son los datos que se van conociendo sobre la situación económica en el tercer trimestre, la evolución de las protestas o un posible deterioro adicional de las relaciones entre EE.UU. y China. Si la pandemia se controla y la situación económica del país mejora rápidamente, la balanza puede inclinarse de nuevo hacia Trump.
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¿Cómo afectarán las elecciones a la economía?
Los programas económicos de los dos candidatos son muy diferentes. Se espera que la economía se contraiga un 6% este año y ambos candidatos han señalado diversos grados de apoyo al nacionalismo económico, pero se alejan mucho en las recetas para impulsar la economía y el empleo, abordar las desigualdades y reconfigurar el sistema de salud. Además, según PwC, los planes de ambos candidatos están esta vez más entrelazados que de costumbre con temas como la atención sanitaria y la desigualdad racial.
Por ejemplo, si los demócratas llegan a la Casa Blanca, es probable que se produzcan subidas fiscales en el país. Además, quieren fijar un salario mínimo más elevado e inversiones específicas en áreas como la educación y la vivienda asequible para la gente de color. Si gana Trump, en cambio, se mantendrá la línea de los últimos años.
Lo que sí es probable es que tanto Trump como Biden mantengan o aumenten la presión sobre China en cuestiones de comercio y competencia, aunque el demócrata puede inclinarse más por la creación de coaliciones internacionales más fuertes en vez de nuevos aranceles, según PwC.
¿Y cómo influirán en los mercados?
No hay que olvidar que EE.UU. es la primera potencia mundial y el resultado de las elecciones tendrá, sin duda, su eco en los mercados financieros. El sistema estadounidense hace que la Casa Blanca, el Congreso y el Senado estén en juego cada vez que se celebran elecciones, lo que da lugar a múltiples escenarios que pueden condicionar de forma distinta el comportamiento de los inversores.
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Si Trump sale reelegido, habrá pocos cambios en relación a la situación actual y los mercados no se moverán mucho. Los inversores valoran la estabilidad. Si, por el contrario, Biden llega a la Casa Blanca, se producirían importantes modificaciones políticas y se podrían revertir parte de las medidas económicas de Trump, una situación que puede generar más movimientos en las bolsas y las divisas.
Tampoco se puede descartar un eventual estancamiento si los demócratas ganan las elecciones y la Cámara de Representantes y los republicanos mantienen el control del Senado, lo que les permitiría bloquear cualquier cambio legislativo. Y hay otro escenario poco probable en el que Trump sale reelegido pero los demócratas se hacen con el Senado, en el que también se produciría cierto estancamiento y podría generar, incluso, mayor hostilidad.
Lo cierto es que los periodos electorales en las principales potencias mundiales son momentos complicados para los inversores, especialmente en momentos de crisis como la actual, en los que la volatilidad reina en los mercados.