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Vivienda
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¿Y si crío a mis hijos fuera de la ciudad? Pros y contras

Thu Sep 17 11:51:15 CEST 2020

La COVID-19 ha hecho que muchos ciudadanos se interesen por viviendas con zonas exteriores, alejadas de las grandes ciudades. Sobre todo, aquellos con niños.

El nacimiento del primer hijo lleva, a menudo, a realizar una serie de cambios y tomar decisiones importantes. Muchas de ellas relacionadas con el estilo de vida, el ocio y la rutina diaria. Otras, económicas. Los gastos se multiplican y toca establecer límites y prioridades para compaginar la economía del hogar con la llegada de un nuevo miembro a la familia. Para muchos habitantes de las ciudades, estos cambios van ligados a una misma pregunta: ¿Nos mudamos?

Formar una familia en localidades pequeñas tiene muchas ventajas desde el punto de vista económico, pero también algunos inconvenientes. Es importante tenerlos claros y valorar las preferencias en cada caso, para evitar futuras mudanzas o cambios en momentos menos apropiados. Los analizamos.

El acceso a la vivienda

A la hora de indicar la ventaja principal de vivir fuera de las grandes ciudades, la mayoría coincide al señalar los precios. Sobre todo, los de la vivienda. No en vano, los españoles dedicamos, de media, el 30% de los gastos del hogar a pagar vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, según datos del INE. Una reducción en el precio mensual del alquiler o la hipoteca puede ayudar a hacer frente a los gastos extra que genera el bebé.

En términos generales, los precios son más bajos en los pueblos que en las ciudades. En 2018, el municipio con los alquileres más bajos de España fue A Rúa, una pequeña localidad de menos de 5.000 habitantes de Ourense: el precio medio fue de 3,40 euros/m², según datos de Fotocasa. La media más alta se alcanzó en la ciudad de Barcelona: 16,06 euros/m². Casi cuatro veces más.

Sin embargo, no hace falta ir a los extremos para comprobar las diferencias de precio. En la Comunidad de Madrid, el coste medio del alquiler fue 13,16 euros/m². En Castilla y León, una de las comunidades con más municipios pequeños (de menos de 2.000, 5.000 y 10.000 habitantes), de 5,49 euros/m².

Lo mismo ocurre con las viviendas de segunda mano en venta. La diferencia entre el precio medio de la Comunidad de Madrid y el de Extremadura (mucho más rural) fue de 1.772 euros menos por metro cuadrado.

Sin embargo, el acceso a la vivienda también tiene sus complicaciones en el mundo rural: hay menos opciones (sobre todo de alquiler) y en muchos casos las edificaciones son antiguas y no están en buen estado. Mudarse a localidades de menos de 10.000 habitantes implica, en ocasiones, tener que comprar y reformar una vivienda. 

Servicios de sandidad y educación

Una de las desventajas de irse lejos de la ciudad es pasar a contar con muchos menos servicios. Al menos, cerca. Durante los primeros años del bebé, los más importantes son los médicos. A medida que pasan los años, ganan relevancia también los educativos.

La mayoría de los municipios, por pequeños que sean, cuentan con servicios médicos de atención primaria. Sin embargo, es probable que sea necesario desplazarse con frecuencia para visitar a médicos especialistas. Lo mismo ocurre con los colegios: cada comarca tiene centros de educación primaria y secundaria. La limitación se encuentra a la hora de encontrar formación alternativa o especializada (como clases de idiomas, música y otras disciplinas) y actividades (como clubes deportivos).

Como no podría ser de otro modo, vivir en pueblos también tiene sus ventajas en este sentido. Hay menos saturación y más personalización, tanto en la relación con los médicos como con los maestros. Esto garantiza, normalmente, un trato más cercano, lo que da seguridad a los padres y a los niños.

 

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Diferencias en cuanto a la salud y la calidad de vida

Los defensores de la vida fuera de las ciudades señalan que en las localidades pequeñas se vive con menos estrés, menos ruido y un aire más limpio. En el mundo rural se accede, además, a productos y alimentos de calidad a un precio mucho más reducido que en la ciudad. En otras palabras, se lleva un estilo de vida más sano. Algo que cada vez tiene más importancia para muchas familias.

También es más sencillo encontrar viviendas más grandes. Casas en lugar de pisos, más habitaciones y espacios exteriores, en los que los niños pueden jugar. La libertad que dan las localidades pequeñas frente a las ciudades para que los niños puedan tener autonomía y moverse con más facilidad inclina, muchas veces, la balanza.

Entra en juego, también, el hecho de que hay más contacto familiar. Algo importante para el desarrollo emocional de los niños y también para dar confianza a los padres. Muchos deciden mudarse al campo para contar con la ayuda de la familia y los amigos al tener hijos.

Entre las desventajas está el perder rapidez y agilidad para realizar algunos trámites. Al contrario que en las ciudades, en donde se encuentra cualquier artículo con rapidez (y, a menudo, a cualquier hora del día) en los pueblos es necesario organizarse. En ocasiones es necesario coger el coche y desplazarse a otra localidad (o incluso hasta la ciudad) para conseguir algo que en la ciudad podía estar a unas paradas de metro de distancia.

Muchas familias deciden mudarse de la ciudad al campo por motivos económicos. Sin embargo, raras veces es el dinero lo único que empuja a tomar la decisión. Aquellos que se mudan a un pueblo suelen estar también motivados por un estilo de vida más tranquilo. O por la idea de educar a sus hijos en un entorno más pequeño y familiar. Depende, como siempre, de las prioridades y los gustos de cada uno. 

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Fotografías de Markus Spiske y Hush Naidoo en Unsplash
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