Bruselas está preocupada por la competitividad de las empresas europeas. En una propuesta revelada a finales del mes de junio, la Comisión Europea argumenta que necesita nuevos poderes para hacer frente a la competencia desleal y preservar la "autonomía estratégica" de la Unión.
La Comisión ha puesto en marcha un plan de recuperación ante los efectos económicos y sociales de la crisis sanitaria en los diferentes estados miembros, que cuenta con un presupuesto total de 2,4 billones de euros y que tiene como principal misión relanzar la actividad empresarial y dinamizar el mercado laboral. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, ha asegurado en repetidas ocasiones que este es el momento de Europa y que este plan garantizará, entre otras cosas, que la Unión sea un actor de peso mundial.
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Pero los miembros del Parlamento Europeo están preocupados por el hecho de que las empresas extranjeras que reciben subvenciones de sus gobiernos puedan intentar obtener una ventaja competitiva sobre las compañías europeas o incluso comprarlas aprovechando sus dificultades financieras por la crisis de la COVID-19. Así las cosas, la Comisión ha lanzado una consulta que examina las distorsiones generales del mercado causadas por las subvenciones extranjeras, pero también se centra en las subvenciones extranjeras que facilitan la adquisición de empresas de la UE o que proporcionan una ventaja injusta en las licitaciones para la contratación pública.
Tal y como señala Margrethe Vestager, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión, y responsable de la competencia y la política digital, en un comunicado, "necesitamos las herramientas adecuadas para garantizar que los subsidios extranjeros no distorsionen nuestro mercado, tal como lo hacemos con los subsidios nacionales".
Además, Vestager destaca la falta de transparencia de las subvenciones extranjeras: "En este momento, los gobiernos europeos lo están haciendo lo mejor que pueden para ayudar a las empresas a superar el daño que el coronavirus está causando, pero lo hacen de forma controlada y transparente (…)”, y hace hincapié en que no ocurre lo mismo con los subsidios extranjeros, sobre los que “no tenemos ningún control, ninguna transparencia."
La propuesta de la Comisión entrará en un período de consulta pública hasta el 23 de septiembre, con el objetivo de introducir una nueva legislación en 2021.
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Según la misma, si se descubre que un comprador extranjero se beneficia injustamente de las subvenciones, podría verse obligado a devolver el dinero o a vender activos para satisfacer a las autoridades europeas. En algunos casos, la Unión podría bloquear la compra por completo.
La Comisión también tiene previsto impedir que se adjudiquen contratos públicos a empresas extranjeras que reciben subvenciones del gobierno y luego licitan contratos de adquisición pública a precios inferiores a los del mercado.
"La UE es una de las economías más abiertas del mundo, que atrae altos niveles de inversión de nuestros socios comerciales. Sin embargo, nuestra apertura se ve cada vez más cuestionada por las prácticas de comercio exterior, incluyendo los subsidios que distorsionan la igualdad de condiciones para las empresas de la Unión", señaló el comisario de comercio de la UE, Phil Hogan.
Las nuevas normas se aplicarían a todas las empresas extranjeras, incluidas las empresas estadounidenses que podrían estar a la caza de gangas durante la crisis económica causada por la pandemia del coronavirus, aunque también estarán focalizadas en empresas chinas y de otros países.
Los efectos de la COVID-19 en el comercio exterior
Mientras tanto, la pandemia ha generado nuevas preocupaciones sobre la protección de la atención sanitaria, el suministro médico y los sectores farmacéuticos de Europa frente a las adquisiciones extranjeras, a fin de garantizar una capacidad adecuada para hacer frente a futuros brotes de la COVID-19 u otras enfermedades.
Los estados miembros abogan por una mayor protección de las industrias locales y porque algunas cadenas de producción y suministro vuelvan a ubicarse en Europa tras la pandemia del coronavirus.
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Tal y como señala Carlos Dalmau, Director de Soluciones Internacionales de Banco Sabadell, este contexto marcado por la inestabilidad está haciendo que las empresas tengan que cambiar su visión estratégica del comercio internacional a corto y medio plazo con vistas al momento en el que la epidemia esté controlada. En consecuencia, se deberán replantear las cadenas de valor global con una nueva forma de operar con mercados más próximos, una menor dependencia de terceros y un mayor nivel de conocimientos técnicos en logística y aduanas, entre otros. Muchos incluso se atreven a hablar de un proceso de desglobalización acelerado a causa de la COVID-19.