La situación derivada de la pandemia de la Covid-19 ha tenido un enorme impacto en la economía española, pero la recuperación comienza a ser una realidad. Las nuevas proyecciones macroeconómicas del Banco de España reflejan una visión más optimista respecto a las realizadas anteriormente. El pasado mes de marzo, este organismo esperaba crecimientos del 6% en 2021, del 5,3% en 2022 y del 1,7% en 2023. Pero en su último informe trimestral, adelanta a finales de 2022 la recuperación del nivel del producto interior bruto (PIB) previo a la crisis sanitaria con un crecimiento del 5,8%, mientras que para finales de 2023 estará un 1,9% por encima del porcentaje previo a la pandemia. Este análisis ha mejorado al 6,2% el crecimiento previsto para 2021.
La reducción en el número de contagios, el avance en el proceso de vacunación y las ayudas previstas del Fondo de Recuperación Europeo, también conocido como Next Generation EU, son algunas de las causas que dan cierto margen al optimismo. “Nos hemos enfrentado a una crisis con un claro impacto asimétrico a nivel sectorial, donde actividades como el turismo o el transporte de pasajeros se han visto especialmente castigadas”, afirmó Núria Mas, profesora de IESE Business School y consejera del Banco de España, en el foro ‘Economía española: miradas a largo plazo’, organizado por el Col·legi d’Economistes de Catalunya.
Dar tiempo (y apoyo) para la recuperación
Los expertos reunidos por el Col·legi d’Economistes de Catalunya coinciden en que antes de la crisis sanitaria, el sector empresarial gozaba, en general, de una relativa fortaleza. “La reactivación de la actividad económica debería contribuir a una mejora de la situación de las empresas. La vacunación y el Fondo de Recuperación Europeo permitirán que el PIB muestre un importante dinamismo este año y el que viene”, defendieron desde Banco Sabadell.
La política económica debe continuar salvaguardando el tejido productivo mientras duren los efectos de la crisis. Toni Roldán, director de Esade Centre for Economic Policy (EsadeEcPol), consideró que “en los próximos meses, la intervención pública tendría que centrarse en evitar el destrozo del tejido productivo, reforzando y agilizando el apoyo a las pequeñas y medianas empresas (pymes) viables”. Para el Banco de España, las ayudas deben mantenerse hasta que la recuperación sea sólida.
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“Hay que dar tiempo para que la economía consolide su recuperación y los diferentes sectores puedan desarrollar su actividad con normalidad”, afirmó Mas, para quien resulta imprescindible “facilitar al máximo que las empresas viables sigan operando”. Desde Banco Sabadell se añadió que “en la retirada de las medidas de estímulo se debería tener en cuenta la asimetría en los impactos de esta crisis para los diferentes sectores y empresas”.
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Menos trabas y mayor digitalización
Los expertos recomiendan reducir las trabas administrativas para la realización de la actividad empresarial y que la política económica contribuya a mejorar el dinamismo del tejido productivo e incidir en aspectos como el tamaño y la innovación de las empresas. En ese sentido, Banco Sabadell consideró que “los recursos procedentes del Fondo de Recuperación Europeo deberían contribuir en el avance hacia una administración pública moderna y eficaz”.
Roldán defendió “eliminar las barreras regulatorias que frenan el crecimiento empresarial” y remarcó que “es importante recordar que las empresas españolas son igual de productivas que las alemanas, pero el problema es que son mucho más pequeñas”. El director de EsadeEcPol apuntó también la problemática asociada a “una limitada digitalización de nuestras empresas, sobre todo de las pymes”, que suponen casi la totalidad del tejido empresarial en España. Este último es uno de los retos señalados por diversos organismos.
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La crisis sanitaria ha acelerado cinco años la digitalización de las empresas y el 90% de estas quiere realizar su transformación digital lo antes posible, según datos aportados por la iniciativa Exporta Digital. A muchas empresas, la digitalización les dio la oportunidad de sobrevivir durante la pandemia, mientras que otras no tuvieron la misma suerte. Por ello, organismos como la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME) reclaman ayudas para la digitalización, con el objetivo de que sirva como palanca para ganar competitividad.
Buscar oportunidades internacionales
Desde otros foros se aboga por la internacionalización de las empresas españolas como una oportunidad en el nuevo marco del comercio internacional que se dibuja tras la crisis. Pese a la incertidumbre, “en los próximos meses y años las empresas españolas van a acelerar la búsqueda de oportunidades internacionales”, según un análisis de la consultora KPMG, en colaboración con la Cámara de Comercio de España. El negocio internacional se ha visto menos impactado que el doméstico y es previsible que siga ganando cuota en su facturación, remarca el estudio.
De hecho, el 77% de las empresas españolas con actividad internacional explora nuevas oportunidades como consecuencia de la crisis, mientras que solo un 15% ha paralizado temporalmente su prospección de nuevas vías de crecimiento más allá de las fronteras españolas. Los destinos más dinámicos son la Unión Europea, donde se mantiene la mayor parte de actividad, Estados Unidos, Latinoamérica, China y el sudeste asiático, señala KPMG.
Al futuro se le suma un último reto: la apuesta por el sector industrial. “Buena parte de la industria en España está en manos extranjeras. El empresariado español se lo debería replantear. Podría reorientar sus inversiones hacia este ámbito: más industria y menos ladrillo”, apunta Juan Fernando Robles, profesor de Estudios Financieros del CEF-UDIMA. Y es que, tal y como advierte el Banco de España, es imprescindible una profunda transformación de la economía española basada en reformas estructurales ambiciosas y en amplios consensos.
