A priori, parece sencillo definir lo que es ahorrar; se podría decir que se trata de generar una riqueza de la que podremos disponer más adelante. Sin embargo, a poco que se profundiza en el concepto, rápidamente se puede ver que es algo mucho más complejo, y que hay que tener en cuenta factores que hacen que, si no sabemos gestionar esta riqueza, pueden hacer que el dinero pierda su capacidad adquisitiva a causa de la subida de los precios de los bienes y servicios, es decir debido a la inflación.
Optimizar el ahorro
Son diversas las formas de mantener nuestros ahorros e intentar hacerlos rentables. Estas decisiones son las que denominamos inversión. Sí, tal y como debatimos la futbolista Vicky Losada y yo, no hay que ser experto para hacer pequeñas inversiones y hacer que nuestros ahorros crezcan. De hecho, hay tantos tipos de inversiones como personas. Ya seas conservador o busques la máxima rentabilidad, hay una inversión que se ajusta a tus necesidades. Veamos las más populares:
Una posibilidad de buscar rentabilidad de nuestros ahorros son las inversiones productivas en empresas y proyectos empresariales. Éstas pueden ser arriesgadas, pero también pueden llegar a generar altas rentabilidades y crean empleo. Otra opción es la compra de viviendas, locales comerciales, naves industriales, propiedades rústicas y, en general, activos reales que pueden ser alquilados y suelen mantener su valor. La expansión del turismo ha creado en muchas ciudades y zonas costeras la oportunidad de dedicar viviendas a alquileres turísticos pudiendo llegar a obtener altas rentabilidades.
Lo más usual es realizar inversiones financieras en bonos y acciones directamente o en fondos de inversión y planes de pensiones que gestionan expertos financieros que deciden día a día por nosotros y buscan la rentabilidad de nuestros ahorros.
Rentabilidad, solvencia, liquidez
La rentabilidad, la solvencia y la liquidez son las características de todos los activos y el equilibrio entre ellas es la clave de nuestras decisiones financieras junto a los objetivos personales que persigamos. Las personas más adversas al riesgo o con un ciclo de vida más próximo a la jubilación, prefieren activos solventes y de elevada liquidez. Pero los activos muy solventes y, que mantienen el valor de los ahorros con seguridad, no suelen convertirse en dinero con facilidad y rapidez y son, por tanto, poco líquidos. Contrariamente, los activos más rentables suelen ser poco solventes y están sujetos a cambios en su cotización con riesgo de pérdida del valor.
Y en toda esta complejidad a la hora de decidir qué hacer con nuestros ahorros aparece también la opción de mantener nuestra riqueza en dinero. Un activo de máxima liquidez, elevada solvencia, si la inflación no es elevada y no hay peligro de devaluaciones, pero nula rentabilidad.
Finalmente, no hay que olvidar la fiscalidad de cada activo a la hora de tomar las decisiones de inversión, dado que pueden disminuir notablemente la rentabilidad de la inversión y nuestras expectativas de aumentar nuestra riqueza.
Ciclo vital y carácter personal
Estos dos últimos conceptos también son clave a la hora de tomar la decisión de qué hacer con nuestros ahorros. Al hablar de ciclo vital, vemos cómo las personas jóvenes que inician su vida laboral tienen unas expectativas diferentes a cuando alcanzan la madurez y van consiguiendo sus objetivos vitales. Y lo mismo ocurre cuando las personas se acercan a la edad de jubilación o incluso ya están jubiladas, que tienen que gestionar el patrimonio que han generado.
También el carácter de cada persona determina las decisiones de inversión. Hay personas que buscan la rentabilidad e incrementar su riqueza asumiendo riesgos, mientras otras prefieren mantener el valor de lo conseguido y optan por la seguridad de sus inversiones. ¿Y tú, qué tipo de inversor eres?