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¿Es posible vivir un año sin gastar nada?

30/12/2019

Hablamos con un coach financiero sobre esta posibilidad y los trucos necesarios para cambiar la relación que tenemos con el gasto

El paso del Black Friday ha dejado tras de sí un rastro de cifras que marcan un hito del consumismo: según un estudio de Cetelem, el gasto medio por persona para la pasada edición fue de 262 euros de cesta media. Solo 48 horas después el fenómeno se repetía para acoger al hermano pequeño, el Cyber Monday, ya plenamente consolidado. Es la punta del iceberg de un consumo cada vez más impulsivo y ‘cronificado’ y donde cabe preguntarse: ¿es posible reducir el gasto?

La periodista que estuvo un año sin gastar

Tras el Black Friday de 2015, la periodista financiera Michelle McGagh quiso dar con la respuesta, aunque de una forma ‘extrema’. Michelle no tenía deudas y tenía trabajo, pero al revisar sus extractos bancarios se dio cuenta de la cantidad de gastos innecesarios que realizaba. Había gastado, por ejemplo, 400 libras en un año solo en cafés para llevar y, como ella misma cuenta, ni siquiera es una amante de esta bebida. Fue entonces cuando pensó: si puedo estar un día sin comprar, ¿puedo estar un año?

“Vamos hacia un futuro donde el consumo es cada vez más impulsivo”

En primer lugar, la periodista cubriría una serie de gastos básicos: hipoteca, seguro de vida, facturas de Internet y teléfono y básicos de limpieza e higiene. Acordó con su marido un presupuesto de 35 libras semanales para alimentación y se comprometió a dejar el transporte público y privado para moverse en bici. Fuera de la lista de los ‘síes’ dejó todo lo demás: viajes, cine, cafés, ropa nueva, comida para llevar, gimnasio, restaurantes, ocio en bares y pubs. Todo.

El 26 de noviembre de ese año empezaba el desafío, cuya experiencia, dos años más tarde, se transformó en el best seller The No Spend Year (Best Editorial Cartoons of the Year, 1999). Lo cierto es que, según los expertos, no es necesario llevar el experimento hasta el extremo, pero tal y como apunta Dimitri Uralov, coach experto en finanzas personales, existen trucos para detectar qué es un gasto necesario y qué no y cambiar nuestra relación con el dinero. Para ello, existe una manera muy fácil: apuntar el gasto.

“Tal y como sucede cuando cuentas las calorías o los cigarrillos, al apuntar empiezas a ser más consciente de lo que consumes”, explica Uralov. Pero, ¿cómo determinar qué es y qué no es necesario? Dimitri comparte otro truco. Una manera fácil de dirimir entre necesidad y gasto es hacer la lista de los 30 días. “No puedes comprar nada que no haya estado 30 días apuntado en esa lista. Con el paso de los días te das cuenta de que has podido vivir sin eso y que no era tan necesario”, explica.

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El experto en educación financiera comparte una experiencia personal: acudió tres veces a Ikea. El primer día, tras la clásica vuelta por el centro, quiso comprar un adaptador con tres puertos USB. No lo hizo. Creyó que, aunque lo veía práctico, podría ser solo un capricho. El segundo día que volvió se planteó de nuevo la compra. Pese a haberlo necesitado días atrás, descartó la compra de nuevo. La tercera vez que recorrió los pasillos del gigante sueco surgió de nuevo el dilema: comprarlo quizá no sea un despilfarro, pero no es una necesidad. ¿Por qué? “El límite lo da el tiempo que puedes vivir sin algo”, apunta.

“Para empezar a ahorrar hay que distinguir entre necesidad y gasto”

Cuestión de números

Para fomentar el ahorro la premisa general es sencilla: “Si ganamos 10 y gastamos 10, nunca tendremos dinero. Algunas veces, de hecho, ganamos 10 y gastamos 12”. La clave está en ganar 10 y gastar 8. “No se trata de gastar menos sino mejor”, matiza. Para Uralov, el quid de la cuestión está en el grado de conciencia que cada persona tiene de sus finanzas personales. “Por eso es necesario ‘trackear’ el gasto durante 30 días y después sentarse y hacer balance”, recomienda.

Cuando desglosamos el gasto en comida, transporte, recibos, ropa… tomamos consciencia de dónde se va el dinero. En ese punto, es necesario hacer una lista de valores para saber qué es lo que nos hace más felices y lo que nos aporta más. De esta manera también se puede calcular mejor cuántas horas de trabajo ha costado ese gasto. “Gestionar mejor la economía personal y dirigir el dinero hacia lo que nos hace ilusión y nos hace felices”, añade el coach financiero.

“La mayoría de las cosas que generan más felicidad a la gente no cuestan dinero”, destaca. Una afirmación que nace de un experimento habitual en sus formaciones. “Las personas apuntan aquello que más les gusta hacer en la vida, lo que les hace más felices. Intercambiamos y compartimos las listas y vemos que son muy parecidas y que la mayoría de puntos no cuestan dinero”, explica. En ese momento, caen en la cuenta: “Invierten tiempo para conseguir dinero (trabajo o energía) para gastar en cosas que en realidad no les aportan felicidad”.

Planificación, la clave para gastar con consciencia

Para tomar consciencia es necesario planificar. “Cuando una persona toma control y ordena su economía se da cuenta de que no necesita ganar más sino aprovechar mejor lo que gana”, apunta. Un ejemplo muy claro y muy en boga estos días: el amigo invisible. Se trata de una compra con un presupuesto previo en la que buscamos sacar el máximo partido con un límite. “En la economía personal ocurre igual”, comenta.

“A veces, no se trata de gastar menos sino gastar mejor”

Cuando le pedimos a Uralov que comparta algunas categorías de productos fácilmente reducibles, el coach lo tiene claro: cada familia y persona es diferente. “Hay gente que necesita viajar y gente que lo considera un despilfarro. Hay gente que necesita gastar en un terapeuta y para otros es un lujo”, ejemplifica. Es personal y no hay fórmulas exactas. “Lo que funciona es ‘trackear’ y hacer un listado de valores para saber qué es lo que te importa a ti”, comenta. De esta manera, puedes reducir gastos sin sufrimiento.

Un concepto clave: el sufrimiento, en forma de falsa creencia o mito. Reducir no implica sacrificio o sufrimiento. Hay que ‘recortar’ donde el gasto no tiene sentido para la persona. En la práctica, tomar consciencia del gasto está lleno de beneficios. “No se trata de reducir gasto, sino de fomentar el ahorro para llegar a una situación en la que la persona tiene dinero. Tiene un colchón para imprevistos o para negociar, tiene recursos económicos”.

La principal ventaja es la tranquilidad. “Vivir en paz y que las emergencias o malas noticias, como un despido o una situación de crisis económica, te afecten menos porque, pase lo que pase, tienes meses para suplir esos ingresos que se han reducido. Cuando sabes que tienes ‘meses de vida pagados’, la vida se vive mejor”, concluye Uralov.

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