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Cómo preparar un presupuesto familiar

16/09/2019

Si algo no se mide, no existe. Y ahorrar sin tener presente cuánto se gasta es muy complicado. De ahí que el presupuesto familiar sea la mejor herramienta que tienen las familias para el ahorro a largo plazo. Una forma de reflejar gastos y poder ver cómo se reducen con el tiempo.

Hay muchas formas de crear un presupuesto y usarlo para guardar dinero en la hucha. En este artículo planteamos tres formas de hacer un presupuesto muy básico, así como varios ejemplos a la hora de usar sus datos y ahorrar mes a mes.

Cuatro métodos para medir cuánto gastamos

El gasto se puede medir como el dinero que dejamos de tener. Sumar a lo que hay en la cuenta del mes anterior (pongamos 234 euros) la nómina (redondeemos en 1000 euros) y descubrir a final de mes unos 534 euros daría un gasto de: 234 + 1000 - 534 = 700 euros. Pero este método es muy poco preciso.

Uno de las mejores formas de tomar datos es un desglose gasto por gasto como el que aparece en las hojas de cálculo mostradas arriba (Excel, aquí plantilla) u Hoja de Cálculo de Google (abajo, aquí plantilla). Además, si tenemos las apps móviles podremos llevarlas con nosotros.

La mayor dificultad está en acordarse de anotar la cantidad cuando se hace el gasto e intentar no crear muchos conceptos diferentes. Mejor conceptos agrupados y genéricos que sirvan para varios gastos.

También está la clásica libreta. No es un método nada tecnológico pero nos va a servir para anotar los gastos a fin de compararlos mes a mes. Y ahí está la clave del presupuesto: tomar datos para mejorar nuestros hábitos y poder plantear el objetivo del mes que viene.

También podemos hacer uso de aplicaciones que nacieron para simplificar nuestras cuentas tales como Fintonic (Android e iOS), Controlar Gastos (Android), Fudget (iOS) 1Money (Android) o Coinkeeper (iOS), entre otras. Todas ellas funcionan como un balance contable sencillo y nos ayudarán a hacer cuentas.

Usando el presupuesto para controlar gastos

Una vez hemos anotado durante meses nuestros gastos, ahora podemos plantear nuevas metas de ahorro. Y aquí también hay varios métodos, como el de la reducción de algunas partidas o buscar hábitos alternativos.

Si durante los últimos meses hemos gastado 12 euros en café y eso supone el 15% del gasto (es un ejemplo abultado) ahora podemos plantear reducir ligeramente esa cifra. Quizá invirtiendo en un termo que llevar al trabajo para ahorrar esos 1,5 euros diarios. Los gastos hormiga son los que más destacan en los presupuestos.

Además, sabiendo lo que gastamos mes a mes en gasolina, seguro o mantenimiento del coche, podremos comparar este gasto con el abono transporte de nuestra ciudad.

Relacionado con salir a cenar fuera, otro ejemplo, podemos ver si nos compensa organizar cenas en nuestra propia casa. O, sabiendo su importe medio, si no nos saldrá a cuenta pedir a domicilio. Varios euros de ahorro de cada hábito, sumados diaria o semanalmente, aportan un ahorro importante.

Pero resulta complejo trazar planes sin tener clara la dirección. Tomar decisiones de ahorro una vez conocidos nuestros hábitos de consumo es más fácil que partir de cero. De ahí que los presupuestos se empiecen haciendo anotaciones como las de arriba, aunque sean en un cuaderno.

Retarse con el presupuesto familiar

Las tablas dinámicas mostradas arriba pueden asustar a primera vista, aunque no tienen demasiada complejidad. Tienen la ventaja de combinar datos para ofrecer resultados sintetizados. ¿Qué significa esto?

Que añadiendo otros “conceptos”, como etiquetas de “necesario o capricho” o las personas que incurren en el gasto, podremos configurar un presupuesto que nos diga quién gasta más dinero y en qué para diseñar planes de ahorro familiares.

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