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Ahorrar en pareja: los 5 errores más frecuentes

16/09/2019

La convivencia en pareja implica asumir responsabilidades conjuntas y la gestión de la economía es una de las fundamentales si queremos evitar contratiempos.

Transparencia, honestidad, comunicación y un objetivo común. La pareja forma un equipo que debe mirar en la misma dirección si quiere que el proyecto de vida en común salga adelante. Sin embargo, la asunción de esta tarea no siempre resulta fácil y con frecuencia se suele caer en una serie de errores a la hora de gestionar las finanzas personales para los que, afortunadamente, hay solución.

Desequilibrio en el sustentador económico de la pareja

Existen dos formas de organizar la gestión de la economía en pareja. Por un lado, están aquellas que abren una cuenta conjunta donde suman sus ingresos vinculados a todos los gastos. Por otro, las que disponen de cuentas separadas y asumen el 50% de los gastos. En este segundo supuesto se encuentran los que se reparten de forma equitativa las facturas que deben pagar, y las parejas en las que uno se encarga de los gastos comunes y su pareja le paga la parte correspondiente mes a mes.

Precisamente en este reparto es donde se suelen producir mayores fisuras, ya que puede ocurrir que la pareja tarde en abonar la parte correspondiente o bien que en el reparto de los gastos uno de los dos salga perdiendo. En este último caso, resulta imprescindible tener en cuenta el volumen de ingresos de cada miembro, ya que, si son muy desiguales, lo justo será establecer un porcentaje de sueldo que aportar a la cuenta común.

Para evitar estos desencuentros, lo ideal sería sentarse a estudiar detenidamente cuáles son los gastos comunes recurrentes durante varios meses, como los gastos fijos derivados de luz, agua, gas, Internet, ocio… De este modo será más fácil ver dónde va el dinero y se hará un reparto más equitativo. Si, además, una de las partes debe abonar el 50% de los gastos a la otra parte, lo recomendable es unificar el pago en un solo ingreso el primer día de cada mes como un hábito que seguro evita más de una discusión ante una posible demora. Por último, en el supuesto de disponer de cuentas separadas, esto puede favorecer la responsabilidad económica de cada miembro de la pareja, mirando siempre por el fin común.

Dos perfiles extremos: Tacaño VS Derrochador

Sea cual sea el rol de la pareja, ni ser tacaño ni ser derrochador favorece la vida en común, y menos en cuestiones financieras. Dado que romper con la forma de ver el gasto en una persona cuesta, una de las soluciones más favorables para sobreponerse a este contratiempo es establecer algún objetivo común de ahorro que favorezca a ambas partes: comprar un coche, hacer un viaje o tener un bebé son proyectos de vida en común que pueden tender puentes y favorecer aún más, si cabe, la unión.

 

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La forma de gasto/ahorro es importante

En línea con el anterior punto, la vida en pareja implica escuchar a la otra parte y esto incluye ser conscientes de cómo afecta nuestra forma de gasto a la otra persona. Es decir, sentir que estamos obligando a nuestra pareja a tener que asumir un esfuerzo extra en su presupuesto, ya sea saliendo a cenar, en la realización de un viaje u otro gasto en común, no es agradable para ninguno de los dos. De este modo, la mejor forma de evitar esta situación es el diálogo. Es decir, tener en cuenta la opinión del otro y encontrar un lugar común de encuentro y entendimiento.

Mantener una única conversación sobre el dinero no es recomendable

Esto es que, aunque se hayan establecido las reglas del reparto de gastos dentro de la pareja o el porcentaje de ahorro de cada uno, las circunstancias vitales de cada uno cambian de un día para otro: por ejemplo, ante un cambio de trabajo… De este modo, los objetivos de ahorro o la aportación de dinero que pueda hacer cada uno de los miembros se habrá modificado y podría desequilibrarse. En este sentido la mejor solución sería establecer una revisión conjunta de las finanzas de cada uno un par de veces al año, mínimo, para analizar las nuevas circunstancias que hayan podido venir y así poder reajustar presupuestos y objetivos comunes.

Gastos imprevistos

Son aquellas circunstancias que no están contempladas en los gastos habituales mensuales de la economía compartida. Y al tratarse de una pareja, estas situaciones suelen generar tensiones. Dentro de estos supuestos podrían estar el despido laboral de uno de los miembros, la asunción de una deuda por una de las partes, una avería del vehículo o un accidente doméstico, entre otras muchas. Por este motivo y para garantizar mayor tranquilidad, conviene destinar una parte del dinero a un fondo de emergencia que dependerá de las necesidades de cada uno de los miembros y del proyecto de vida en común. Lo recomendable es que cada uno de los integrantes de la pareja aporte una pequeña cantidad de su economía a este fondo de emergencia y que éste se traduzca en un colchón de ahorro que permita cubrir de 3 a 6 meses de los gastos recurrentes.

Como todo en la vida, nada permanece ni existe una fórmula infalible. Sin embargo, ahora que tienes detectados los errores más comunes en la gestión financiera en pareja, será más fácil establecer o acercarse a soluciones que contribuyan a evitar tensiones por cuestiones económicas.

Fotografía de Crew en Unplash
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