El número de autónomos ha crecido un 1,6% en 2018 con 49.986 empleados por cuenta propia, cinco veces el incremento de 2017. Las nuevas tecnologías permiten trabajar mucho mejor con equipos deslocalizados y han aumentado el atractivo de un perfil concreto para las empresas: el freelance o profesional independiente.
Según los datos de Infojobs, más del 75% de las empresas trabaja con profesionales freelance de forma habitual. Las hay que lo hacen para cerrar proyectos concretos, para ponerse al día con su plan de negocio e incluso recurren a ellos como parte integral de su estructura para un área determinada. A fin de cuentas, es una forma de cubrir una necesidad a un coste reducido cuando no cuentas con presupuesto o carga de trabajo para contratar a una persona a tiempo completo o parcial.
Esta es solo una de las ventajas de esta estrategia de recursos humanos, pero antes de lanzarse a ella hay que tener en cuenta todo lo que ofrece. Es decir, sus ventajas y desventajas.
Ventajas de contratar un freelancer en la empresa
¿Por qué incorporar un autónomo independiente a tu empresa? La razón principal para la mayoría de compañías es económica, especialmente para las startups.
Un freelancer normalmente será más barato que un empleado. A su factura solo habrá que sumar el IVA, pero no tiene ni costes sociales ni vacaciones y no hay que pagarle un finiquito o una indemnización si dejas de contar con sus servicios. En este sentido, la flexibilidad de contar con estos profesionales es muy superior a la de los trabajadores al uso.
Otros aspectos positivos de trabajar con freelancers en tu empresa son los siguientes:
- No necesitan instalaciones ni material. Una de las características de los autónomos es que gestionan sus propios recursos. Esto se traduce en que generalmente no necesitan que les facilites un espacio físico para trabajar y muchas veces tampoco material. Por eso son idóneos para emprendedores y startups que en sus primeras fases no disponen de infraestructura o condiciones para contratar personal.
- No implican cargas contractuales. La relación contractual con la empresa es mucho más limitada que la que se tiene con un trabajador. Si al terminar el proyecto necesitas cambiar de freelancer, podrás hacerlo sin coste alguno.
- Son expertos en su campo. Con un trabajador freelancer tendrás a un especialista en su materia que de otra forma quizás estaría fuera de tu alcance.
- Aportan una visión nueva y más objetiva a tu negocio. Por un lado, su grado de especialización les permite tener una visión diferente y más fresca de tu empresa. Además, como trabajan con más clientes, no están dentro de tu organización y la relación laboral no es tan dependiente; pueden ofrecerte una visión mucho más objetiva del negocio.
- Trabajan de forma autónoma y están muy orientados a objetivos. Un freelancer está acostumbrado a trabajar sin necesidad de supervisión constante. En la mayoría de casos bastarán unas indicaciones para que se pongan con la tarea. Además, al trabajar por proyecto, tienden a optimizar mejor su tiempo.
- La comunicación es directa. Con un freelancer no hay intermediarios de la cadena de mando, solo tú y él. Este trato directo hace que la comunicación mejore y con ella la ejecución.
Un trabajador freelance puede ayudarte a sacar adelante proyectos concretos y si realmente encaja dentro de la empresa, siempre podrás hacerle una oferta laboral.
Inconvenientes de contratar autónomos
Flexibilidad y ahorro de costes son las dos grandes bazas de los freelancers. Sin embargo, apostar por los profesionales independientes también plantea retos clave. El más importante es que, como con todos los trabajadores, no todos los freelancers son idóneos y acertar en la elección no siempre es sencillo.
Si un empleado puede inflar su currículo, un profesional independiente también. De hecho, estos últimos suelen estar más acostumbrados a vender su marca personal. Una buena forma de evitar problemas es pedir referencias y trabajos previos que haya realizado. En cualquier caso, antes de ponerle a trabajar en un proyecto para cliente, es recomendable que evalúes su valía con proyectos internos propios.
A este inconveniente hay que añadir otras dos desventajas:
- No eres su único jefe. Salvo los autónomos económicamente dependientes, lo normal es que un freelancer tenga varios clientes. Esto quiere decir que si necesitas adelantar la fecha de entrega o más dedicación, puede que el freelancer no disponga de tiempo para hacerlo. Del mismo modo, puede ser complicado involucrar al profesional en el proyecto más allá de la tarea que tenga realizar.
- ¿Qué pasa con el mantenimiento? En determinados trabajos técnicos, el freelancer se encargará de sacar adelante el proyecto, pero si necesitas mejoras, actualizaciones o un servicio de mantenimiento, deberás volver a pagar. La alternativa es no trabajar por proyecto y contratar al freelancer por un servicio mensual continuado.
A estos dos problemas hay que sumar la barrera idiomática si optas por trabajar con profesionales de otros países y la carga burocrática. Y es que para evitar malos entendidos y problemas, es recomendable que cuentes con un contrato mercantil que defina obligaciones, compromisos y cláusulas de confidencialidad, entre otras cosas.
