La tendencia do it yourself (DIY) y el interés por alcanzar un estilo de vida más responsable y sostenible están cambiando nuestra forma de consumir. Cada vez más, los clientes quieren saber cómo son los productos que usan y buscan incluso crearlos por sí mismos en lugar de comprarlos.
Puede interesarte: ¿Por qué mi negocio debe apostar por lo eco?
Para las pequeñas y medianas empresas existen diferentes formas de sacar partido a esta tendencia. Una de ellas es organizar talleres DIY para darse a conocer, fidelizar clientes y mejorar su imagen.
El boom de las actividades prácticas
En los últimos años, muchas personas han empezado a dar más importancia a las experiencias que a las posesiones. Algo que se ha reflejado en el aumento de actividades que ofrecen la posibilidad de pasar un buen rato y aprender algo nuevo, como es el caso de los talleres DIY.
Puede interesarte: Hay negocio en el DIY
Para los negocios de sectores como las manualidades, la cocina, la confección, la decoración, la mecánica e incluso la tecnología, este tipo de talleres suponen una forma de mostrar su trabajo y despertar interés por su producto.
Son una buena alternativa, sobre todo para los negocios más pequeños, que cuentan con poca capacidad para hacer campañas publicitarias con fuerte impacto. El simple hecho de congregar a un grupo en un local puede generar un ‘efecto escaparate’, haciendo que muchas otras personas se animen a entrar para preguntar y pedir información.
Abrir las puertas de un negocio para involucrar a los consumidores permite sorprenderles de forma creativa y generar un vínculo de unión. En ocasiones, estas experiencias personales resultan mucho más efectivas que otros tipos de publicidad a la hora de mejorar la imagen corporativa.
Puede interesarte: Google Ads, manual de uso para tu negocio
Cómo organizar un taller: trucos y consejos
No debemos olvidar que, al igual que un buen resultado da una imagen positiva, cometer errores puede causar el efecto contrario. Repasamos algunos puntos que conviene tener en cuenta a la hora de organizar un taller práctico.
- Determinar a quién va dirigido: el tipo de participantes condicionará el contenido del taller, la duración, el precio y hasta el horario. Lo más habitual en un primer momento es dirigirlo a particulares, pero no deben olvidarse otras opciones como empresas (para actividades de team building), colegios y asociaciones. Es una forma de conseguir grupos más grandes.
- Organizar el contenido y dividir los tiempos: es importante tener claro si se realizará en una sesión o en varias y calcular el tiempo que puede llevar (algo que dependerá, en gran medida, del nivel de los participantes). Normalmente, estos talleres se organizan en tres partes: una introducción para presentar los productos, la técnica y los materiales; la parte práctica, que debe ser lo suficientemente larga para que los menos rápidos e inexperimentados puedan terminar sin agobios, y una última sección para compartir impresiones, dudas y preguntas.
- Elegir bien el lugar: existen diferentes opciones, cada una con sus ventajas. Organizarlo en un taller propio permite mostrar mejor el proceso de elaboración del producto. En una tienda, da la oportunidad realizar ventas y lograr el ya mencionado efecto escaparate. Hacerlo en otro lugar, como un colegio o un centro comercial, servirá para darse a conocer entre personas que quizá nunca hayan oído hablar del negocio.
- Promocionarlo correctamente: el taller no va a llegar a ningún lado si no se da a conocer. Dependiendo del público, puede publicitarse en blogs, redes sociales, foros temáticos e incluso a través de cartelería. Existen páginas web, como Weezevent, que permiten generar un microsite exclusivo para el taller con formularios de inscripción y pago. También es buena idea invitar a gente con voz en el sector, como bloggers, influencers o periodistas, que podrán ayudar a difundirlo. Sobre todo si la idea no es celebrar un solo taller, sino convertirlo en una actividad habitual que acerque cada vez a más gente al negocio.
