Enseñar educación financiera y transmitir la importancia de la diversificación y de la paciencia a la hora de invertir. Convertir a un menor en partícipe de un fondo de inversión tiene muchos beneficios, pero, también, algunos hándicaps que hay que tener presente.
El célebre político y activista Nelson Mandela dijo una vez que “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Los niños, con independencia de su edad, suelen ser esponjas que absorben gran parte de lo que observan en los adultos o sobre aquello que se les enseña. Sin embargo, tal y como señala la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en su informe ‘Plan de Educación Financiera 2018-2021’, alrededor de la mitad de los españoles considera que sus conocimientos sobre finanzas son bajos, mientras que ni siquiera uno de cada 10 cree que son elevados. De hecho, un tercio delega habitualmente sus decisiones sobre inversión a recomendaciones de amigos y familiares, dada su falta de comprensión en relación a determinados productos y activos.
Tal y como aseguró la especialista Joan Robinson, si bien es imposible que toda la sociedad sea experta en economía, sí que, al menos, hay que procurar que los ciudadanos tengan las nociones elementales “para no ser engañados por los economistas, y, sobre todo, por quienes no lo son”. Por ello, es necesario que, desde edades tempranas, los niños comiencen a asimilar conceptos relacionados con esta disciplina, bajo el paraguas de la educación financiera, entendiendo esta como la capacidad para comprender y entender conceptos básicos de finanzas y de gestión del dinero, de tal modo que, posteriormente, sean capaces de aplicarlos en su vida cotidiana. En caso de no conseguirlo, advierten desde la CNMV, se corre el riesgo de no saber tomar decisiones sobre la administración del patrimonio, estando expuestos a actos delictivos y a estafas por parte de terceros.
Puede interesarte: Educación financiera para niños: ¿cuándo abrirles la primera cuenta?
Aprender jugando
Todos los padres quieren lo mejor para sus hijos. Por eso, en momentos de celebración, como puede ser su cumpleaños o la Navidad, suelen anteponer su felicidad a la utilidad pensando en el futuro. Quizá por ello, lo más habitual es que reciban juguetes, bicicletas o elementos deportivos. Sin embargo, quizá puede ser el momento idóneo para ser más originales que nunca y que reciban un regalo que les adentre, al menos, de manera muy sutil, en la libertad financiera, como puede ser convirtiéndoles en partícipes de un fondo de inversión.
La libertad financiera consiste en aquel momento en que un ahorrador no necesita depender de los ingresos externos para mantener y desarrollar su nivel de vida, ya que es capaz de obtener los ingresos pasivos suficientes para sufragar, por completo, sus gastos. Es decir, que ya no necesitará trabajar para vivir. Estos ingresos, que reciben el nombre de ingresos pasivos, pueden ser desde los intereses y los dividendos que genera una cartera de inversión, hasta las rentas por alquileres de inmuebles, pasando por otras vías, como, por ejemplo, los cánones por patentes o libros, o los beneficios que se obtienen mediante la publicidad contratada en una página web.
Además de comenzar a entender las posibilidades que tiene la administración de manera eficiente y diversificada de su dinero, un niño puede, a través de la cultura financiera, iniciarse en el ahorro pensando en el largo plazo, de modo que pueda marcarse retos y poder cumplirlos. Aunque le quede todavía sumamente lejos la jubilación, estos objetivos económicos pueden ser, al menos al comienzo, conseguir acumular capital suficiente para comprarse en el futuro una videoconsola o poder pagar esa entrada para algún gran espectáculo en vivo que lleva tanto tiempo deseando. De este modo, se le estará inculcando la paciencia que todo ahorrador debe tener.
Introducir hábitos financieros
Como suele ser habitual entre los más pequeños, una buena presentación del regalo, que les impacte y les estimule, es muy importante para llamar su atención. Por eso, en vez de comunicarle que se ha convertido en partícipe de un fondo de inversión, los especialistas recomiendan convertir ese hecho en un juego, por ejemplo, anotando en una cartulina las empresas y los activos que forman parte del fondo, de modo que el niño tenga curiosidad por investigar qué son y, poco a poco, vaya cogiendo el hábito de seguir su comportamiento en la bolsa. Así se lo pasará bien, se iniciará en el mundo de la inversión y, de paso, monitorizará regularmente la evolución de su dinero.
Además, dado que es muy complicado explicar a alguien tan joven las diferencias entre la gestión activa y la gestión pasiva, o entre los fondos indexados y los hedge funds, lo más oportuno es concentrarse en transmitirle la importancia del ahorro y de la constancia. Por ello, nada mejor que pactar con él realizar aportaciones periódicas para comprobar cómo su dinero crece o llegar al acuerdo de que, en sucesivas celebraciones, irá recibiendo como regalo dinero para añadir a su cartera de inversión.
Algunos consejos prácticos
Poner la suscripción en el fondo de inversión a nombre de un menor implica que, cuando alcance los 18 años, podrá acceder libremente al capital, con independencia de lo que los padres quieran hacer. Además, en el caso de querer realizar un traspaso desde este fondo a otro en el que uno de los progenitores sea titular, es muy probable que se precise de autorización judicial. Para evitar esto último, una opción es poner a uno de los padres como partícipe y luego donar los beneficios al hijo, pero tiene el inconveniente de que se tendrá que abonar más impuestos, tanto por la ganancia patrimonial que se obtenga como por lo que corresponda según el Impuesto sobre Donaciones, cuya cuantía dependerá según la comunidad autónoma en la que se resida.
Puede interesarte: Cómo enseñar a tus hijos a ahorrar
En cuanto a qué fondo de inversión es el más indicado, lo más oportuno es consultar entre el amplio abanico de oferta que hay en el mercado. De hecho, existen algunos que, incluso, tienen condiciones de capital de entrada más favorables para los niños. En lo que sí que no hay excepciones es que para formalizar su contratación es necesario el Documento Nacional de Identidad (DNI) del menor y del representante legal, y, muy probablemente, también se tendrá que presentar el libro de familia.
Otras posibles opciones
Además de la contratación de un fondo, existen otros regalos para fomentar la cultura inversora entre los más pequeños. Si el ahorrador cuenta con un bróker de confianza, una opción es comprarle directamente acciones, lo que implicará, junto a su precio en el mercado, desembolsar la correspondiente comisión de compra. El principal problema es que habrá una menor diversificación que en el caso de apostar por una cesta de valores, como es un fondo de inversión.
Otra alternativa es abrir en su nombre una cuenta remunerada, pero, en un contexto en el que los tipos de interés están tan próximos a cero, apenas aportará rentabilidad, por lo que no se conseguirá el objetivo de enseñar al menor a invertir con cabeza y con paciencia. Finalmente, está la posibilidad de apostar por un Exchange- Traded Fund (ETF), es decir, un fondo de inversión cotizado, que es algo así como un híbrido entre comprar acciones y ser partícipe de un fondo. El hándicap, de nuevo, vuelve a ser el de escoger un bróker con el que los progenitores se sientan seguros.
APRENDER MÁS SOBRE EL TEMA: Accede de manera gratuita al contenido formativo y ve un paso más allá con tus conocimientos sobre la materia de la mano de los mejores expertos.