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Qué son los fondos de inversión colectiva y qué ventajas ofrecen

11/12/2020

Pueden ser la mejor alternativa para conseguir aumentar la diversificación en una cartera, pero, también, son capaces de aportar otros muchos beneficios a sus partícipes, siempre que tengan presente su perfil de riesgo y el horizonte temporal de inversión

‘La unión hace la fuerza’. Así se llamó el primer fondo de inversión que existió, si bien, en realidad, poco tenía que ver con los modernos productos financieros que existen hoy en el mercado. Un comerciante holandés, Adriaan Van Ketwich, tuvo la idea, en el año 1774, de establecer un fideicomiso para que distintas personas pudieran delegar la administración de sus bienes a un profesional. Hasta ahí, todo claro, pero es que a este emprendedor se le ocurrió que, además, otros burgueses pudieran aportar un capital mínimo, de modo que, atraídos por la diversificación de su inversión, fuera posible optar a rentabilidades mayores. Alrededor de un siglo más tarde, en 1868, surgió en Reino Unido la primera sociedad de inversión colectiva regulada, The Foreign and Colonial Government Trust, que, ya sí, podría considerarse el primer fondo de inversión, puesto que era muy semejante a los que hoy se conocen y se comercializan.

¿Qué son?

Los fondos de inversión son unos instrumentos de ahorro que posibilitan a los inversores acceder a los mercados financieros en condiciones favorables, de modo que se pueden beneficiar de las ventajas de los grandes inversores. A través de estos vehículos, los partícipes ceden la gestión de su dinero a gestores profesionales a cambio de abonar una comisión. Se enmarcan dentro de las instituciones de inversión colectiva, cuya misión es la de reunir aportaciones de diferentes partícipes para, en conjunto, invertir en distintos activos siguiendo una estrategia preestablecida. La rentabilidad final que acumula cada una de ellas se distribuye de manera proporcional entre los partícipes según su aportación. 

Cada parte del fondo que adquiere un inversor se llama participación, y su precio se determina según el valor liquidativo que tenga el fondo en una fecha determinada. Con el dinero de las participaciones, los gestores lo invierten en distintos activos de renta fija, renta variable, derivados o lo mantienen como liquidez, a la espera de potenciales oportunidades que puedan surgir. El dinero total del fondo, tanto si está invertido como si no lo está, recibe el nombre de patrimonio, mientras que los títulos que posee constituyen su cartera. Ahora bien, ¿por qué interesa participar en ellos?

1. Servicio de valor

Los fondos de inversión ofrecen varias ventajas para un inversor. Una de estas es que les permite disfrutar de una gestión profesional del capital que han invertido, ya que un grupo de especialistas destina su tiempo y sus recursos a analizar los mercados y a las diferentes empresas que cotizan en ellos, buscando tomar decisiones financieras que sean óptimas para obtener rentabilidad y, por lo tanto, ofrecer plusvalías a los partícipes. Todo ello, eso sí, ciñéndose a los objetivos y a la política de inversión de cada producto, dado que, en virtud de ellos, están recomendados para un perfil de cliente con mayor o menor propensión al riesgo

2. Mayor diversificación y menores costes y riesgos

De este modo, cualquier partícipe accede a un universo casi ilimitado de activos en mercados de todo el mundo, algo que, si lo hiciera por cuenta propia, le resultaría mucho más complicado. Y todo ello, con un coste sensiblemente inferior, gracias a que los fondos se aprovechan de las economías de escala para incurrir en un menor coste por operación. Disponer de este abanico de posibilidades permite al ahorrador poder diversificar sus inversiones, reduciendo el riesgo, de modo que, por ejemplo, en momentos de alta volatilidad y de incertidumbre, como lleva ocurriendo desde el estallido de la crisis sanitaria, le facilita poder compensar cualquier caída o corrección en alguno de sus activos con la apreciación de otros, evitando que su rendimiento dependa solo de un conjunto limitado de valores.

3. Elevada liquidez

Otra ventaja con la que cuentan los fondos de inversión es que se puede liquidar fácil y rápidamente cualquier posición en ellos, gracias a que, por regla general, gozan de gran liquidez en el mercado; es decir, que resulta muy sencillo poder llevar a cabo tanto la compra como la venta de las participaciones o acciones. 

4. Fiscalidad flexible

Desde el punto de vista fiscal, cabe destacar que las instituciones de inversión colectivas tributan en España al 1% en el Impuesto de Sociedades. Además, está permitido que cualquier partícipe o socio de una institución de inversión colectiva no tenga que tributar por los traspasos de posiciones entre fondos. También tienen la particularidad que, como norma general, en caso de fallecimiento, los herederos no han de pagar impuestos sobre los rendimientos obtenidos por el fallecido. En este caso, solo deberían de abonar el Impuesto de Sucesiones sobre lo heredado. 

5. Transparencia y seguridad jurídica

En cuanto a la seguridad jurídica, los fondos de inversión están supervisados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Además, tanto las entidades gestoras como los comercializadores tienen que ofrecer a los clientes información detallada sobre la evolución del patrimonio y en relación a las inversiones que se realicen.

¿Cómo escoger un fondo de inversión colectiva?

Desde que estalló la crisis sanitaria, que ha tenido su traslación a los mercados financieros, se ha generado un contexto de incertidumbre para el inversor, que, puede dar lugar a grandes movimientos en las Bolsas, por lo que suelen producirse oportunidades de inversión. En este sentido, tal y como señala Federico Servetto, Director de Estrategia de Clientes de Banco Sabadell, para intentar aprovecharlas es clave contar con un horizonte amplio, y poner las miras en el largo plazo. Para contribuir a esta forma de invertir, lo mejor es hacerlo a través de ideas de temáticas vinculadas a cambios sociales y demográficos, sostenibilidad o de implantación de nuevas tecnologías, explica el experto de Banco Sabadell. 

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En este sentido, explica Servetto, la inversión bajo criterios ESG (Environmental, Social, Governance) ha ganado adeptos. Se trata de fondos que apuestan por empresas cuya actividad está directa o indirectamente asociada con la protección del medioambiente, la lucha contra la desigualdad social y un gobierno corporativo responsable. No hace falta que se trate de empresas que se dediquen a las energías renovables, si no que son compañías que no tienen brecha salarial, ningún caso de corrupción o blanqueo entre sus directivos o que eliminan el papel en su burocracia. A la larga, se ha demostrado que estas organizaciones acaban teniendo más beneficios y una mayor retribución para su inversor justamente porque están mejor gestionadas.

Así, la inversión temática se guía por megatendencias y apuesta por empresas con exposición a esta, que pueden formar parte de varias geografías y diferentes sectores. Un ejemplo de este tipo de estrategias sería la inversión en la nueva economía digital, tomando posición en los sectores de tecnología y telecomunicaciones, así como de aquellas otras empresas cuyo modelo de negocio esté basado o pueda mejorar o desarrollarse a partir del uso de tecnologías digitales independientemente del sector de actividad económica al que pertenezcan.

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Escoger un fondo de inversión

Antes de suscribir participaciones en un fondo, conviene revisar cuidadosamente la información disponible que exista sobre él. Además de las comisiones, el punto clave estriba en su filosofía y en su estrategia, ya que hay desde productos muy conservadores, que intentan proteger el capital y añadir algo de rentabilidad, hasta otros menos convencionales, como los de gestión alternativa (o hedge funds), los fondos value o los fondos temáticos. Elegir uno, además de definir el perfil de riesgo del inversor, estará marcado por el horizonte temporal, es decir, por la extensión del periodo en el que habrá que mantener el capital en participaciones para intentar conseguir una rentabilidad adecuada. Por ello, antes de tomar ninguna decisión, lo más adecuado es consultar y analizar diferentes productos, comparar y, si se tienen dudas, recurrir al asesoramiento profesional para optar por la alternativa que mejor se adecúe a los objetivos vitales marcados en el largo plazo.

A este respecto, Federico Servetto recomienda que, además de estudiar detenidamente en el folleto del producto aspectos como su comportamiento a lo largo del tiempo (performance), su nivel de riesgo, los costes que soporta o su coherencia de inversión, “es recomendable llevar adelante una diligencia debida, que implica estudiar quién es la gestora que crea y mantiene el fondo, cuánto tiempo lleva funcionando, cuál es su filosofía de inversión, cuál es el trato que da a los clientes y cómo son estos últimos, qué patrimonio tiene, y cuál es el equipo que está detrás son algunas de las variables a tener en cuenta”. Con estos puntos controlados, se tendrá una fotografía bastante completa de la inversión que se está realizando y se reducirá la incertidumbre asociada. 

Una vez que un inversor adquiere participaciones en un fondo, mediante un proceso que se denomina suscripción (cuando sale y las vende se llama reembolso), tiene la capacidad de analizar cómo está evolucionando su capital a través del valor liquidativo, que es el precio de mercado de los distintos valores que componen el fondo en un momento dado. Se calcula simplemente dividiendo su patrimonio total entre las participaciones que hay en circulación.

Entre los principales factores que influyen sobre el patrimonio de un fondo de inversión destacan la entrada y la salida de partícipes y el cambio en el precio de los valores que lo integran. Si una persona desea saber si está obteniendo rentabilidad, lo único que debe hacer es analizar la diferencia entre el valor liquidativo que tenía el fondo en el momento en el que entró y el que tiene en ese momento.

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