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Qué es un ‘split’ y cómo puede afectar a una cartera

Fri Oct 23 12:36:15 CEST 2020

Aunque el accionista no debe ver afectado el valor de su cartera en este tipo de operaciones, es oportuno conocer su significado y saber por qué una compañía decide llevarla a cabo, de cara a analizar si conviene o no mantener la inversión en el largo plazo.

Uno de los pioneros en la gestión de activos en los mercados financieros de comienzos del siglo XX, el norteamericano John Templeton, solía decir que "un inversor que tiene todas las respuestas ni siquiera entiende las preguntas". Una aseveración que cobra mayor protagonismo en momentos de incertidumbre y alta volatilidad, como se han vivido en las bolsas de todo el mundo desde el estallido de la crisis sanitaria por la pandemia de la COVID-19. Entre los diferentes mecanismos con los que cuentan las empresas cotizadas para intentar estabilizar el precio de sus títulos, existe una que grandes compañías globales han utilizado recientemente, como han sido los casos de Apple o de Netflix, y que recibe el nombre de split, palabra inglesa que significa ‘partir’ o ‘trocear’.

Un split de acciones, también conocido como desdoblamiento de capital, consiste en la división del valor nominal de las acciones, elevando su número de manera proporcional pero manteniendo el mismo capital. Es decir, que el objetivo es intentar conseguir que unos títulos que, aparentemente, están siendo negociados a precios muy elevados bajen, de modo que se consiga algo así como un efecto psicológico en el mercado, en relación a hacer pensar que están baratos. De hecho, el mismo anuncio por parte de una compañía de llevar a cabo un split ya suele causar una variación significativa en su cotización, dado que algunos inversores se muestran proclives a entrar en la empresa, por lo que lo más probable es que el precio de sus acciones suba.

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Consecuencias para el ahorrador y para la compañía

Es frecuente que cuando una entidad comunica que va a realizar un split, los accionistas, en especial, los minoristas, muestren cierto nerviosismo, creyendo que su inversión puede verse afectada negativamente y, por lo tanto, perder valor. Nada más lejos de la realidad, ya que, en el fondo, van a tener lo mismo que antes de que se llevase a cabo la operación. Por ejemplo, si los títulos de una compañía cotizan a 100 euros cada uno, y una persona posee 10, y se implementa un split 1:2, una vez se efectúe poseerá 20 acciones con un valor individual de 50 euros, o, lo que es lo mismo, seguirá teniendo 1.000 euros en títulos de esta entidad, por lo que su cartera, en principio, no se verá afectada. Más adelante, las variaciones en el mercado harán que estos suban o bajen, pero por el hecho de haber tenido lugar esta operación el valor de su inversión no ha sido perjudicado.

El ‘split’ no altera ni el valor de la empresa en su conjunto ni el de sus acciones, por lo que el efecto para un inversor debería ser neutro

Sin embargo, para la compañía, realizar un split sirve para conseguir una serie de objetivos positivos. El principal es cambiar la percepción sobre la cotización de sus acciones en el mercado, de modo que, de manera rápida se logre aumentar su liquidez bursátil, es decir, la facilidad para comprar y vender estos títulos, dado que, en realidad, existen más en circulación a un valor menor. Este efecto psicológico hará que muchos inversores se muestren más proclives a adquirir estas acciones, por el simple hecho de que su precio es más asequible y eso les empuja a tener una predisposición más elevada para hacerse con ellas. Esta situación es más palpable analizando justamente lo opuesto, esto es, valores que cotizan a un precio muy alto, lo que provoca que haya menos inversores que participen en la negociación y, por lo tanto, se vean afectados más sensiblemente por los cambios bruscos que se produzcan.

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Es importante subrayar que, si una empresa distribuye dividendos, el accionista tampoco se verá afectado en este punto por la realización de un split, ya que seguirá recibiendo proporcionalmente el mismo dividendo que recibía antes de acometerse esta operación, dado que el valor de sus acciones continuará igual. Además, si se consigue el objetivo de atraer nuevos inversores, los accionistas antiguos pueden salir muy beneficiados. En el caso de Netflix, que realizó un split en el año 2015 de siete acciones a una cuando su cotización estaba cercana a los 700 dólares, cerró el mes de septiembre de 2020 rondando los 500 dólares, por lo que cualquier ahorrador que estuviera antes de ese año habría obtenido importantes ganancias, multiplicando su dinero.

En todo proceso de split hay una serie de etapas bien diferenciadas, pero que es importante tener en cuenta para evitar dejarse llevar por un pánico innecesario. La primera de ellas tiene un componente especulativo, ya que comienzan a circular rumores en foros y medios de comunicación sobre la compañía que tiene pensado llevarlo a cabo, lo que puede tener una traslación relevante a la cotización de sus títulos en la bolsa. A continuación, lo más probable es que se anuncie la operación, momento que, por regla general, provoca una revalorización de las acciones ya que los inversores suelen aceptarlo como algo positivo. Poco a poco, esta inercia alcista se va difuminando, entrando en lo que se conoce como postanuncio. A medida que se acerca el día de llevar a cabo el split, vuelve a producirse cierta volatilidad en la cotización de estos títulos, incrementándose el volumen de operaciones de compra y de venta. Una vez realizado el procedimiento y pasada la lógica euforia, el precio de la acción se corrige y la intensidad en el número de negociaciones cae.

No hay que confundir un split con otro proceso frecuente en los mercados que se conoce como spin-off, y que consiste en que una empresa se divida en dos, pasando el accionista a tener títulos de ambas entidades, de manera proporcional al dinero que había invertido. Un ejemplo, en este sentido, podría ser el de Kraft Foods que, en el año 2012, se dividió en dos compañías: Kraft y Mondelēz.

El proceso contrario: el ‘contrasplit’

Es relativamente frecuente (aunque menos habitual que en el caso anterior) que una entidad decida acometer un contrasplit, que puede recibir, también, el nombre de agrupamiento de acciones. Por medio de este proceso, se pretende conseguir el efecto opuesto, es decir, conseguir que los títulos de una empresa que se considera que cotizan demasiado bajos y, en líneas generales, con un exceso de negociación en los mercados, se estabilicen en el largo plazo. De nuevo, para los accionistas con una vocación de mantenerse estables no debería producirse ninguna clase de impacto en sus carteras, aunque es cierto que la compañía que lo realiza pretende conseguir atraer la atención de nuevos inversores que, a lo mejor, no querían apostar por ella al creer que sus acciones eran demasiado volátiles al cotizar a un precio tan pequeño.

Mediante un ‘contrasplit’, la empresa pretende atraer a nuevos accionistas que tengan vocación de largo plazo y evitar cualquier espiral bajista en la cotización

En general, un contrasplit es positivo para las empresas que tienen una baja capitalización, en el sentido de que, por un lado, se intenta atraer a nuevos ahorradores que tengan una vocación de quedarse como accionistas durante mucho tiempo, y, por otro lado, evitar que la cotización pueda entrar en una espiral bajista que atraiga solo a los especuladores, debido a que, por ejemplo, los títulos cotizan a unos pocos céntimos de euro, de modo que cada variación, aunque sea pequeña, supone ganar o perder mucho dinero si se poseen muchos valores.

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