¿Emprender en el medio rural? Un anhelo de libertad que, por fin, encuentra salida donde antes se creía que no la había
Lejos del mundanal ruido hay datos, muchos datos. Y esos datos, que nos permiten estar conectados y trabajar desde cualquier parte del mundo, están modificando el mapa del emprendimiento. Quizá es pronto -o demasiado atrevido- hablar de ‘éxodo’, pero lo cierto es que el espíritu emprendedor está mudando de piel y de casa, apostando por negocios en los que la escalabilidad no está reñida con una visión más slow del éxito empresarial.
Una start-up es un negocio innovador, escalable, adaptable a otros mercados y orientado al usuario. A priori, cuesta imaginar que un entorno rural, un pueblo de poco más de 1.000 habitantes, o una masía aislada, puedan ser el escenario adecuado para su desarrollo. Nuestra mente une, casi de manera inconsciente, conceptos como financiación, talento o digital y los sitúa siempre en el mismo escenario recurrente: la ciudad. Pero algo está cambiando, e Internet tiene la clave.
Trabajar no es ir a la oficina
La capacidad de trabajar a distancia ha fomentado un nuevo escenario. Lo sabe Miquel Baixas, fundador y director de la Escuela de Nuevos Negocios. Una escuela que, sin embargo, no tiene horarios y desarrolla su labor formativa con la automatización, el trabajo en remoto y la flexibilidad a través del uso de nuevas tecnologías. “No solo hay un cambio que vence las barreras físicas gracias a Internet, también hay un cambio de mentalidad. Ya no asociamos el trabajo con ir a la oficina”, explica.
Jornada en el paraiso
En este nuevo contexto, el trabajo ya no se entiende como un intercambio de tiempo, sino como un intercambio de valor. El dónde ya no es importante, lo es el cómo. Gracias a ello, tal y como están haciendo cada vez más otros emprendedores, Baixas ha escogido un escenario que muchos solo tienen el placer de visitar de vacaciones. Él se despierta cada día en una ‘sede’ de postal. El pintoresco pueblo de Monells, en Girona.
Desde allí ha levantado un pequeño imperio digital con un objetivo: que los negocios den libertad a las personas a través de la sistematización. “El número de emprendedores que migran al entorno rural ha crecido. Son personas que buscan un estilo de vida y muy a menudo su negocio también expresa este cambio de valores”, asegura Baixas, que también ha sido Director del Máster en Marketing Digital de la Universidad ESERP Barcelona.
Emprendedores que (sí) concilian
En este nuevo estilo de vida, la conciliación es condición sine qua non. Es lo que buscaba Maïder Tomasena, copywriter para el mercado de habla hispana. “Adiós al despertador, a las horas que se pierden para llegar a la oficina por culpa del tráfico y a las constantes interrupciones”, cuenta Baixas que añade que vivir cerca del mar ayuda a desconectar y a conciliar la vida profesional y personal.
Des-jerarquización
Navarra de corazón y vizcaína de adopción, hoy lidera su negocio digital basado en el copywriting desde Plentzia, una pequeña villa pesquera en la costa vasca. Allí conecta marcas con su público ideal a través de los copys, siendo la ‘voz’ de Ikea, Engel & Völkers o Eroski, entre otros.
Sus creaciones son las responsables, por ejemplo, de que no perdamos el humor un sábado por la tarde mientras paseamos por las entrañas del fabricante de muebles sueco gracias a los textos que nos indican dónde podemos apuntar las medidas o qué atajo tomar para encontrar antes la salida. Pero no lo hace sola. Cuenta con un equipo en remoto, situado en otros puntos de la geografía e incluso con distintas zonas horarias.
El retiro necesario
Junto con el equipo, hay otra premisa que se de-construye y se desmaterializa. ¿Radicarse allí donde está el cliente potencial? Ya no es necesario. Lo han constatado en Bake 250, lanzadera de start-ups como CeliCity, Bravento, Yoleo y Roombing. Hasta el momento hemos pensado que las empresas deben estar radicadas allí donde se encuentran sus usuarios, sin embargo, “Internet nos permite estar en todas partes y el medio rural puede que sea hasta sea una necesidad”, explica Carlos Moreno, socio y director de Bake 250.
Menos ruido, más foco
Como ellos, son muchas las incubadoras ubicadas en grandes urbes que han puesto el ojo fuera del área metropolitana en busca de talento y emprendedores motivados por nuevas maneras de entender el desarrollo digital. Además, como apuntan, lanzar un negocio digital requiere máxima atención y la ciudad, a menudo, no es el caldo de cultivo más óptimo para la eficiencia. En ocasiones los mismos emprendedores se ahogan por el exceso de inputs y eso es un riesgo para el negocio.
En una situación de emprendimiento, es fácil perder el foco, y más en la ciudad. Cada vez nos encontramos con más emprendedores que huyen del estrés y el ruido que genera la urbe. Según explica Moreno, desconectan para reducir distracciones innecesarias. Añade: “Cuando se ‘apartan’, pueden ser mucho más eficientes y resolutivos y el tiempo es oro para un emprendedor”.
Digital, escalable y rural
Entonces, ¿es posible crecer exponencialmente en un entorno, a priori, más hostil o incomunicado? Según Miquel Baixas, no solo es posible sino que ya es una realidad. Hay personas que están levantando negocios muy potentes desde entornos rurales. “Eso no implica que la persona no se desplace a la ciudad para llevar a cabo una reunión o encuentro con el equipo, la comunidad o sus clientes”, concluye.
Un fenómeno, en definitiva, relativamente nuevo, pero que se constata como tendencia. La combinación del medio rural con el mundo digital, lejos de repelerse, funciona. No solo eso, sino que supera modelos laborales que aún se rigen por el paradigma ‘espacio – tiempo’ u ‘oficina – horario’ y donde las ciudades, quizá, deban empezar a fijarse en lo que ocurre lejos del ruido que generan.