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Opciones de inversión temática reforzadas por la crisis

09/06/2020

Las inversiones temáticas están de moda. En los últimos años han proliferado los fondos que invierten en el envejecimiento demográfico, los fondos que invierten en Big Data, la Inteligencia Artificial o incluso los fondos que invierten únicamente en videojuegos y e-sports. Su crecimiento ha alcanzado los 195.000 millones de dólares en activos gestionados a finales de 2019, según datos de Morningstar. Pero, ¿qué son estas inversiones y qué tendencias seguirán tras la COVID-19?

La inversión temática es una estrategia de inversión con el foco puesto en tendencias globales a largo plazo. Se trata de sectores o actividades que se aprovechan de la notable capacidad del ingenio humano para innovar y abordar los desequilibrios en nuestro mundo, creando evidentes oportunidades de inversión de cara a los próximos años. Este tipo de inversión rompe el marco tradicional de pensar en índices a nivel regional (Ibex, S&P, etc.) o sectorial (bancos, telecomunicaciones, etc.) y se focaliza directamente en macro tendencias estructurales, hecho que nos puede ayudar a invertir de una forma mucho más eficiente y, sobre todo, con un propósito.

¿En qué se diferencia la inversión temática de otro tipo de inversión?

Un inversor que invierta de forma tradicional en el sector retail, a través de un fondo sectorial, por ejemplo, puede invertir tanto en un supermercado regional, como en uno con un modelo de internacionalización, que se apoya en el e-commerce para llegar a más clientes y en una excelente experiencia del consumidor gracias a tecnologías como la inteligencia artificial. Por el contrario, al invertir en una estrategia temática como es el e-commerce o la inteligencia artificial se está invirtiendo únicamente en la segunda compañía. Además, también invertiríamos en otras compañías de otros sectores que de la misma manera se apoyan sobre estas tendencias innovadoras, consiguiendo diversificación sectorial y exposición a estrategias disruptivas.

Más allá de este ejemplo, existe una amplia variedad de estrategias temáticas: 

  • Tecnológicas: como la inteligencia artificial, la robótica, el IoT (internet de las cosas), el entretenimiento online, la ciberseguridad o la movilidad autónoma y eléctrica.
  • Sociodemográficas: e-commerce y aquellas específicas de la salud, como la biotecnología, el envejecimiento poblacional y el deporte.
  • Medioambientales: existe la inversión entorno a las energías verdes, como la eléctrica y la solar, o en compañías que apuestan por la eficiencia energética produciendo materiales y soluciones para un menor gasto eléctrico y menor emisión de residuos.

¿La COVID-19 acelera el cambio de tendencia?

La pandemia del coronavirus ha dado un vuelco a muchos aspectos de la economía. Desde el comienzo de la expansión del virus en China en diciembre de 2019, los índices mundiales han experimentado caídas históricas poniendo a prueba la resistencia del sistema financiero. Los inversores han comprobado cómo en los mercados pueden llegar a darse fuertes caídas sin necesidad de tener una burbuja bursátil y teniendo los niveles de desempleo en mínimos históricos, una economía fuerte y un sistema financiero extremadamente saneado. Cuando parece que tienes todas las variables a favor, puede aparecerte lo que en finanzas se llama un “cisne negro”, término acuñado para definir eventos tan improbables como lo es el encontrarse con esta rara avis, y que tu inversión se vea severamente erosionada.

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Aunque la incertidumbre impide dibujar con claridad lo que ocurrirá después de una crisis como la actual, hay determinadas tendencias que se están posicionando. La sociedad ha experimentado un shock de cambio de hábitos. Hemos visto cómo las familias han empezado masivamente a hacer la compra del súper por internet, cómo los trabajos más administrativos pueden hacerse desde casa con un simple ordenador y el Skype o el Zoom instalados, y la infinidad de horas de contenido que llegan a ofrecer plataformas como Netflix, HBO o Disney Plus por una módica cantidad al mes. Los cambios culturales y de patrones de consumo se han acelerado y se seguirán llevando a cabo por compañías disruptivas provenientes de sectores tradicionales, que apuestan por la revolución tecnológica y la sostenibilidad. En este sentido, la digitalización, la robótica, el sector biotecnológico o la sostenibilidad pueden ser algunas de las opciones de inversión que saldrán reforzadas de esta crisis.

Si algo ha puesto de relieve la expansión de la COVID-19 es la importancia de la innovación sanitaria y del sector de la biotecnología. Instituciones públicas y privadas se encuentran inmersas en una carrera para conseguir una vacuna contra el virus. Además, tendrán una mayor demanda aplicaciones de telemedicina que ya han crecido durante la crisis demostrando ser una opción efectiva. 

Asimismo, contarán con un elemento diferenciador las empresas que sean capaces de impulsar la fabricación inteligente. Las impresiones 3D, la robótica y los materiales avanzados han demostrado la importancia de innovar en la producción para garantizar, por ejemplo, en el caso de esta crisis sanitaria, la capacidad de respuesta ante determinadas necesidades. 

Pero si algo ha puesto de manifiesto esta pandemia es la importancia de la digitalización. En un momento en el que los hábitos y las necesidades han cambiado por completo, es imprescindible contar con las herramientas que hagan posible que todo continúe su curso -teletrabajo, plataformas online para estar conectados, medios de pago electrónicos…-. En conjunto, innovaciones tecnológicas que convergen en la Inteligencia Artificial, el data mining y el Internet de las cosas impulsarán cambios disruptivos. 

Por último, destacamos tendencias que se mantienen con un largo recorrido como son el crecimiento sostenible y la transición energética. Muchos expertos se plantean ya cómo cambiará el virus las ciudades, los hogares y los espacios de trabajo. En muchas ciudades como Madrid se ha vuelto a ver el cielo azul gracias a la drástica reducción de emisiones, aunque todo apunta a que volveremos a los niveles anteriores. Sin embargo, la crisis del coronavirus ha puesto sobre la mesa la existencia de un desequilibrio en cómo producimos. “Es probable que nos replanteemos la globalización brutal actual como un proceso de ahorro de costes inmediato, para ver qué consecuencias tiene a medio y corto plazo”, señala Oriol Guimerà, diseñador estratégico y de productos, en el podcast de Banco Sabadell. En este sentido, el cambio climático y la transición energética, desaparecidos temporalmente de las cabeceras mediáticas, volverán a ocupar importantes espacios en la agenda pública.

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¿Y la rentabilidad?

La crisis sanitaria de la COVID-19 ha afectado a las cotizaciones de casi todas las compañías del mundo y ha supuesto caídas históricas en los índices bursátiles. La bolsa de Estados Unidos (el S&P500), cayó aproximadamente un 30% y en el mes de mayo recuperó más de la mitad de esta caída. Sin embargo, en este mismo periodo, algunas estrategias temáticas han ofrecido resultados muy distintos. En concreto, la inversión en e-commerce (Índice Soloactive), que tuvo una caída similar a la del S&P500, a principios de mayo ya había recuperado toda la caída y hacia finales del mismo mes se encontraba un 15% por encima de dónde había comenzado el año. Otro índice que ha destacado este año es el de Biotecnología (Índice Nasdaq), que cayó menos que el mercado, un 23%, y a mitad de abril ya había recuperado toda la caída. Para finales de mayo ya ofrecía al inversor un +12% en lo que va de año.

Por último, destacar que esta gama de inversiones ofrecen una mayor versatilidad de cara a  la selección de activos, facultando al inversor con la posibilidad de invertir directamente en temáticas concretas. Además, éstas se pueden alinear con su forma de pensar y valores y, por lo tanto, ofrecer algo más que no sólo rentabilidad, sino la posibilidad de contribuir con financiación a estas causas en las que uno mismo cree. Por este conjunto de razones, las inversiones temáticas ofrecen un potencial altamente atractivo.

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