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Manual de solvencia empresarial ante la COVID-19

Tue Aug 11 08:51:23 CEST 2020

El foco debe centrarse en la obtención de liquidez, para lo que es necesario la reestructuración, la reingeniería y la regeneración

Las empresas están pasando por una situación excepcionalmente dura debido a la crisis del coronavirus. El confinamiento en España ha desembocado en uno de los peores periodos de la historia para la mayoría de los negocios. Esta situación ha llevado a que un 30% de las pymes no haya conseguido mantener activos sus negocios, según un informe de Facebook elaborado en colaboración con el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Las compañías que sí han sobrevivido deben resurgir y encajar una nueva e insólita realidad. Son el motor de la economía y su viabilidad es necesaria para que el país pueda reflotar.

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“La situación empresarial es difícil, pero se va a demostrar quién o quiénes son capaces de reinventarse, de regenerar sus negocios y de tener ideas nuevas para salir adelante. Y estoy seguro de que esto ya lo están haciendo muchísimas compañías, tanto grandes como pequeñas, pymes y autónomos. Saldremos adelante”, comenta Jaume Llopis, profesor de Dirección Estratégica de IESE, en el Podcast del Banco Sabadell acerca de Recuperar la Liquidez de las Empresas.

 

Llopis considera que el primer objetivo debe centrarse en la obtención de liquidez. “En épocas de crisis es mucho más importante tener liquidez que beneficios, porque sin ella puedes ir a concurso de acreedores”, señala. “El dinero te da un colchón para ir planificando una regeneración estratégica”, añade.

¿Qué es la liquidez y por qué es importante?

KPMG define la liquidez como “la capacidad que tiene una empresa a través de sus propios mecanismos de explotación para obtener dinero en efectivo procedente de su tesorería o de sus activos; un dinero que se destinará a satisfacer sus compromisos de pago en el corto plazo (nóminas, deudas, pagos a proveedores, etc.)”.

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En este sentido, OBS Business School apunta que “el pago de deudas y el aumento de los fondos de reserva son vitales para sobrevivir en esta situación económica”. Resalta, asimismo, que “la solvencia y la liquidez son igualmente importantes y, de hecho, las empresas que gozan de buena salud financiera son solventes y poseen una liquidez adecuada”.

Así pues, existen diferentes mecanismos para fortalecer la tesorería de una compañía, desde las ayudas públicas y el apoyo de los bancos hasta la transformación del negocio.

El Gobierno aprobó inmediatamente después del estado de alarma una línea de avales para facilitar el acceso a préstamos, sobre todo a autónomos y pymes, por un importe conjunto de 100.000 millones de euros. El Instituto de Crédito Oficial (ICO) gestiona el programa en colaboración con los bancos. De forma paralela, las entidades financieras han preparado programas específicos de financiación.

“El mayor error sería destinar la ayuda del ICO a cubrir los gastos corrientes, como puede ser el pago de la luz. Lo ideal es invertir para mejorar”, comenta Jordi Fabregat, profesor de Economía y Finanzas de la escuela de negocios Esade. Como aspectos positivos de la situación actual y a diferencia de la crisis financiera de 2008, destaca una “mayor solvencia de las entidades financieras” y un “mayor impulso de liquidez por parte de los bancos centrales”.

Otras ideas que señala Jaume Llopis, del IESE, son la “enajenación o venta de todos los activos que no sean absolutamente necesarios para la explotación del negocio” y la reducción de inventarios “aunque sea a precio de coste si se está muy apurado, porque posiblemente no puedan salir como una venta normal”.

La unión hace la fuerza

En una crisis global sin precedentes, que está afectando a todas las actividades económicas y a la sociedad en su conjunto, cobra especial relevancia la colaboración. Quizás la palabra ‘juntos’ haya sido, y siga siendo, la más repetida durante este periodo.

Anindya Saha, profesor de EAE Business School, cree que las grandes compañías deben ayudar a las pymes. “Si mejora el fondo de maniobra, hay más margen para la liquidez. Esto se consigue reduciendo los plazos de pago. Si se es un proveedor de una empresa grande y esta paga a 60 días, sería beneficioso que se adelantara el 50% del importe”, subraya.

Una fórmula que están aplicando las empresas europeas con éxito, y que destaca Saha, es la preventa. Consiste en realizar descuentos en pedidos comprometidos a largo plazo si se adelanta una parte de la factura.

La reorganización de la empresa puede proporcionar igualmente beneficios. Por ejemplo, la opción de teletrabajar, que muchas compañías van a prolongar en el tiempo, da opción a repensar en el espacio de oficina. Es el momento de hacerse preguntas, como: ¿realmente se siguen necesitando tantos metros cuadrados? ¿sale más rentable el renting de equipos informáticos que el desembolso inicial? ¿o quizás haya que replantearse el coworking? Como apunta Diego Pitarch, profesor del Máster de Finanzas Internacionales del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) se trata de convertir los gastos fijos en variables.

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La fórmula de las tres ‘R’

Jaume Llopis resume las opciones que tienen las empresas para mejorar su liquidez en lo que él denomina las tres 'R': reestructuración, reingeniería y regeneración.

La reestructuración supone la adaptación a la nueva coyuntura. “Reducir costes es importante, pero no es la única solución. Lo vimos en la crisis de 2008, en la que quedó demostrado que los recortes no aseguraron el crecimiento esperado y se produjeron hechos como un mayor gap entre ricos y pobres”, apunta el profesor del IESE.

La reingeniería permite hacer un repaso de todo el negocio para eliminar aquellas cosas que no son absolutamente necesarias y que se pueden convertir en una fuente de obtención de liquidez en el corto plazo.

Por último, la regeneración de la actividad supone reinventarse. “Las personas son el activo más importante de una empresa. Yo recomendaría a los directivos que se rodearan de talento de esa gente preparada que ayude a repensar el negocio. No consiste únicamente en ofrecer nuevos productos, hay que sorprender a los clientes con nuevas propuestas”, dice Llopis.

El problema es que en España existe la tendencia de no tomar decisiones con rapidez. “Hay que ser ágil en momentos como el actual. Si un negocio no va bien es mejor cerrar cuanto antes. Muchos esperaron en la crisis de 2008 a que hubiera una mejora que no llegó a tiempo. Sobrevivirán quienes sean de los mejores en dar un servicio. Hay que centrarse en las líneas de negocio core y abandonar las que no son rentables”, describe Anindya Saha, de EAE.

Pitarch resume que un control de costes y una buena estrategia de ventas será fundamental para aguantar: “No hay que esperar a que llegue la ayuda. Hay que ser activos”.

Un sondeo realizado por KPMG a inicios de julio entre empresarios sobre la estrategia que seguirán en los próximos 12 meses concluye que el 60% dará prioridad a la mejora de los procesos y el 59% llevará a cabo medidas de reestructuración. “Creo que entre un 70% y un 75% del tejido empresarial va a saber adaptarse. España ha salido históricamente de situaciones muy difíciles; somos muy ‘guerrilleros’ en las finanzas y en los negocios”, reflexiona Pitarch.

El hándicap del negocio familiar

“Cerca de mi casa han cerrado dos tiendas cuyo propietario se negaba a bajar el alquiler a los inquilinos. Esto responde a una miopía histórica, de la poca visión de negocio que tenemos en España”, describe Jordi Fabregat, profesor de Esade.

El 95% del tejido empresarial español son pymes y una gran mayoría son negocios familiares.

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En situaciones de crisis, una vía de escape hacia la supervivencia puede ser la búsqueda de socios, el crecimiento en el exterior e incluso la salida a Bolsa. “En nuestro país hay bastante reticencia a tener socios o incorporarse al mercado de valores aun manteniendo la mayoría del capital. Este tipo de operaciones pueden generar sinergias, mejorar el negocio. No hay que tenerles miedo”, recomienda Jaume Llopis, del IESE.

Para el profesor, un aspecto fundamental es buscar siempre el asesoramiento de buenos profesionales y de las entidades financieras con las que se mantiene una relación continua.

Diego Pitarch, del IEB, asegura que “muchos negocios puede que desaparezcan por falta de adaptación”. “No se pueden mantener ideas del siglo XX con herramientas del XXI”, concluye.

Las empresas deberán tener en cuenta también que en esta ‘nueva realidad’ la digitalización tendrá un peso relevante.

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