Según un estudio de mediQuo, las consultas de telemedicina aumentaron un 153% en España durante los seis meses posteriores a que se decretara el primer estado de alarma en marzo de 2020. A pesar de que el grueso principal correspondió a la COVID-19, las áreas médicas de pediatría, ginecología y dermatología tuvieron también incrementos relevantes. El estallido de la pandemia provocó una aceleración en el uso de las soluciones tecnológicas en el ámbito de la salud, aunque desde hacía alrededor de un lustro ya estaba creciendo a razón de más de un 10% anual.
Tal y como señala Jaime del Barrio, consultor senior en temas de salud en EY, en el Podcast de Banco Sabadell, “ha tenido que llegar una emergencia sanitaria para aceptar socialmente un cambio tan brusco en el ámbito de la salud como las teleconsultas, que ya pueden hacerse en tiempo real y desde cualquier parte del mundo, si bien ya llevaban existiendo desde hace un siglo”.
Un nuevo paradigma
El avance y la penetración de la tecnología ha permitido a los pacientes poder estar conectados con los médicos incluso durante los momentos de confinamiento más estricto, siendo capaz la telemedicina de ir abriendo, de manera paulatina, un abanico cada vez mayor de opciones entre los usuarios y los profesionales de la salud. “El paciente ya era digital antes de la pandemia y estaba buscando cómo interactuar mejor con el sistema sanitario, pero este todavía tiene determinadas carencias”, afirma Del Barrio.
Según este experto, la madurez digital en el sector sanitario a finales de 2019 no llegaba al 31%, lo que subraya que “la virtualización era un problema crónico del modelo sanitario, ya que esta industria tendría que haber acometido una profunda transformación digital hace tiempo y no la había hecho”. Esta carencia se manifiesta, a su juicio, en hechos como que, aunque en la actualidad hay alrededor de 300.000 aplicaciones para teléfono móvil, 41 de ellas son responsables de más del 50% de las descargas a nivel global.
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“Uno de los grandes retos pendientes es lograr que el 70% o el 80% del tiempo que hoy dedican los profesionales sanitarios a ‘luchar’ contra los servicios informáticos esté automatizado. Hay que tener un único sistema que aglutine la información y que permita conectarse fácil y rápidamente con el paciente en cualquier momento”, asegura Del Barrio. Para lograrlo, apuesta por una estrategia de renovación del sector en base a dos vías principales: “la formación digital de los sanitarios y la incorporación de nuevos perfiles profesionales a la industria de la salud”.
Deontología y ciberseguridad
El crecimiento tan súbito de la telemedicina en los últimos meses parece hacer necesario una adecuada formación sobre materias digitales para los trabajadores sanitarios, tanto en el manejo de las plataformas disponibles como en cuestiones éticas y deontológicas. “Hemos entrado de lleno en un nuevo y complejo ecosistema que los profesionales de la salud deben comprender, ya que hay demasiados servicios novedosos que agregan mucho valor y hay que saber jerarquizar lo que verdaderamente tiene interés para los pacientes”, sentencia Del Barrio.
Uno de los ámbitos más importantes, según este experto, es el de la ciberseguridad, porque “el dato tiene un valor cada vez mayor y el sector sanitario es hoy el principal reservorio de datos que hay”. El problema, en su opinión, es que “ahora mismo, la industria sanitaria está detrás de la informática en este campo y hay que buscar mayores sinergias entre ambas para que trabajen juntas en el futuro”. Por ello, afirma, “sería muy importante incorporar al sector sanitario nuevos perfiles profesionales, como hackers, que sepan detectar de dónde podrían venir los ciberataques. Lo positivo es que hay un 73% de empresas sanitarias que va a invertir en profesionales informáticos en los próximos meses”.
Cercanía y regulación
Otro de los grandes retos de la telemedicina es fomentar una relación aún más directa con el paciente, hito que, tal y como sentencia Del Barrio, puede jugar un papel fundamental en la detección precoz de algunas patologías o en mejorar el pronóstico de otras. De nuevo, en este punto, surge la necesidad de establecer una regulación más concreta en relación a la protección de datos de los usuarios de los servicios sanitarios, habida cuenta de que se trata de “información altamente sensible que debe gozar de las máximas garantías de confidencialidad”. Elementos que cobran, incluso, una mayor relevancia cuando se habla, por ejemplo, de la historia clínica o de la receta digital.
Además, es preciso trabajar en lograr un mayor desarrollo de sistemas protocolizados dentro de la industria sanitaria para poder tomar decisiones en relación a qué pacientes son más susceptibles de recibir una atención a través de la telemedicina. Esto es así porque, según este experto, la consulta presencial no desaparecerá, teniendo que integrarse de manera progresiva y complementaria con la virtual. En este punto, la formación digital de pacientes y de personal sanitario favorecerá una óptima coordinación entre ambas partes.
Estar preparados para el futuro
Controlar a los pacientes con patologías crónicas, monitorizar a personas de la tercera edad, llevar a cabo revisiones tras una intervención quirúrgica o realizar una primera consulta de atención primaria. La telemedicina ofrece un abanico de posibilidades enorme para la industria sanitaria que podrá mejorar su distribución de esfuerzos y su productividad, lo que significará un mejor servicio a los ciudadanos en un tema tan crítico como es la salud.
Y, todo ello, incrementando los servicios de personalización y de prevención, que, como recuerda Del Barrio, “nos ayudarán a todos a mejorar la digitalización de esta industria tan necesaria y a estar lo mejor preparados para la próxima crisis sanitaria”.