España se sitúa en el puesto 32 de los 44 países analizados por el '2020 Global Retirement Index’, que estudia la viabilidad de las pensiones en el largo plazo y que, en su octava edición, destaca la COVID-19, la deuda pública o los bajos tipos de interés como algunos de los riesgos principales para su continuidad en el futuro.
La calidad de la jubilación en España lleva años en el debate político, económico y social. El funcionamiento del sistema de pensiones nacional y los retos a los que este se enfrenta plantea serias dudas sobre su sostenibilidad a largo plazo. ¿Podrán los españoles mantener su nivel de vida cuando se jubilen?, ¿cumple el sistema actual con las expectativas? Según la octava edición del ‘2020 Global Retirement Index’ (GRI), realizado por Natixis Investment Managers y que mide cómo los países satisfacen las expectativas, las necesidades, las metas y la calidad económica de la jubilación, sitúa a España fuera del top 25 mundial, concretamente, en el puesto 32 de los 44 países analizados. De hecho, baja un puesto con respecto a su posición en 2019, situándose solo por delante de otros países de la Eurozona como Letonia (35), Lituania (36) y Grecia (41).
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El motivo de este descenso se debe a los bajos resultados en la categoría de Bienestar Material, donde, frente al año pasado, desciende dos puestos hasta el 39 debido al empeoramiento en los subíndices de desigualdad de ingresos y de desempleo, donde obtiene la segunda peor posición de todos los países analizados en el GRI. Así, es en esta categoría en la que, de nuevo, España obtiene la peor nota.
La COVID-19, el mayor riesgo para la seguridad de la jubilación en el largo plazo
A la hora de analizar los riesgos para la continuidad de la jubilación en el futuro, la COVID-19 se erige como uno de los más destacados para la salud de los jubilados de todo el mundo, ya que las personas con edades más avanzadas han sido las más afectadas por el virus. Un aspecto demográfico que tendrá consecuencias en el largo plazo, como ya ha proyectado el Instituto Nacional de Estadística (INE) con sus datos de población 2020- 2070, en los que se ha tenido en cuenta tanto la sobremortalidad registrada hasta el pasado mes de julio como la reducción de las migraciones a causa de la pandemia. Según este organismo, el coronavirus provocará este año un incremento de las defunciones de 51.513 personas.
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Otra de las consecuencias que ha dejado la COVID-19 es el alto desempleo. En España, la última Encuesta de Población Activa (EPA), publicada a cierre de septiembre, reflejó una tasa de paro del 18%, la más elevada desde 2017. La difícil situación para el empleo provoca que tanto las contribuciones al plan de jubilación como los impuestos de la nómina destinados a las pensiones públicas se reduzcan drásticamente, lo que genera que la continuidad de las pensiones en el largo plazo se resienta.
Para Ricard Balcells, Director del Segmento de Banca Personal de Banco Sabadell, “factores como la mayor esperanza de vida, la menor tasa de natalidad, la baja productividad de la economía o las elevadas tasas de desempleo inciden en la sostenibilidad del sistema de pensiones, por lo que es necesario acometer reformas profundas en el diseño del modelo”, según afirma en el contenido formativo ‘Prepararnos para las jubilaciones del futuro’.
Cuáles son las consecuencias de los bajos tipos de interés
Otra consecuencia de esta crisis está en los tipos de interés. La razón estriba en que en épocas de recesión, los tipos de interés son la herramienta a la que recurren los bancos centrales para estimular el gasto y activar los mercados en el corto plazo. Pero los efectos de los recortes efectuados en la pasada crisis del 2008 todavía están latentes, lo que ha dejado las tasas en mínimos históricos durante los últimos 12 años.
Todo ello ha aumentado los riesgos de la seguridad de la jubilación ya que, aunque desde una perspectiva individual, las tasas bajas son generalmente positivas porque cuesta menos pedir dinero prestado, también dificultan la vida de las personas jubiladas.
Después de acumular activos durante toda la vida, los jubilados ven que sus ahorros tienen un rendimiento bajo cuando van a hacer uso de ese dinero. Por ello, si sus carteras no pueden generar ingresos sostenibles, los ahorros de la jubilación se consumen más rápido. Y el problema se amplifica al prolongarse la esperanza de vida ya que, al final, los jubilados no solo necesitarán vivir con menos ingresos, sino que necesitarán hacerlo durante más tiempo.
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Los efectos de esta bajada de los tipos de interés dependen del perfil de riesgo de cada ahorrador y, a su vez, de la edad que tenga y de lo lejana o cercana que le quede la jubilación. Aún así, esta situación y sus consecuencias en la rentabilidad de los activos obligan, según se desprende del citado informe, a los jubilados a ser ingeniosos y más cautelosos en cuanto a cómo afrontan sus necesidades de ingresos, y a los gestores de pensiones a ser creativos a la hora de afrontar sus obligaciones de largo plazo.
El incremento de la deuda pública dificulta el futuro de las pensiones
El tercer riesgo que destaca el informe para las pensiones es la deuda. En el caso de España, esta alcanzó un nuevo récord el pasado agosto al situarse por encima del 105% del Producto Interior Bruto (PIB), frente al 96% registrado en enero. Los niveles a los que está llegando el endeudamiento, unido a que el Banco de España ha situado la evolución económica a los supuestos recogidos en el escenario dos, el más grave (con una caída del PIB del 12,6%) por los rebrotes, hace más difícil la toma de decisiones por parte de los gobiernos en relación con el futuro de las pensiones.
El cambio climático afecta al bolsillo de los mayores
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la contaminación atmosférica es el principal riesgo ambiental para la salud en el mundo. El organismo prevé que para 2060 la contaminación del aire por sí sola causará entre seis y nueve millones de muertes prematuras al año en todo el mundo, lo que tendrá una repercusión del 1% del PIB mundial.
Mientras los problemas de salud derivados del cambio climático resultan evidentes, lo cierto es que el clima también se suma al riesgo financiero real de las personas mayores. Los desastres naturales repercuten en los costes directos de la reconstrucción de edificios y viviendas, además de en el aumento de las primas de los seguros. Unos costes que deben afrontar las personas jubiladas que, en muchos casos, cuentan con unos ingresos fijos y tienen posibilidades limitadas de hacer frente a la presión financiera añadida que esto supone.
La desigualdad de género también provoca desigualdad económica
Por último, los movimientos de justicia social han puesto en el foco la desigualdad económica, acentuada por la crisis de la COVID-19 y especialmente preocupante en un país como España. La desigualdad en términos de género es un aspecto al que se debe prestar atención: un estudio del The World Economic Forum de 2017 subrayaba que la brecha salarial entre hombres y mujeres a nivel mundial es tan grande que llevaría 217 años cerrar esa disparidad por completo. Al mismo tiempo, las mujeres tienden a vivir más años que los hombres. De hecho, una estadística de Eurostat pone de manifiesto que el porcentaje de mujeres mayores viviendo solas es del 40%, frente al 22% de los hombres, quedando así en una situación de especial vulnerabilidad.
¿Hacia dónde debe caminar el sistema de pensiones?
En este contexto, parece que el sistema de pensiones en España tendrá dificultades para ser sostenible en los próximos años. Así, Ricard Balcells apunta a algunas reformas que ya se han venido desarrollando, como “aquellas relacionadas con la fórmula de cálculo de la pensión y su revalorización, o el momento de inicio de cobro. La aplicación de estas medidas va dirigida básicamente a solucionar la insuficiente equivalencia actuarial y financiera que se produce en la actualidad entre lo cotizado y la pensión recibida que lleva, según información del sector, a que las pensiones por jubilación sean un 51% superior a lo cotizado”.
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Además, para Balcells es fundamental acometer reformas en el mercado laboral para aumentar la tasa de actividad y de empleo, la productividad y los salarios, incentivar la prolongación de la vida laboral e implantar medidas que favorezcan una mayor fecundidad, dado el envejecimiento de la población”. En esta línea, el experto de Banco Sabadell hace hincapié en la importancia de “incentivar el sistema de previsión de carácter privado, tanto a nivel particular como desde las empresas, como elemento complementario al modelo público de pensiones”.
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