Albert Einstein dijo: “No podemos resolver problemas de la misma manera que cuando los creamos”. En plena crisis del coronavirus, muchos empresarios tienen que gestionar el día a día de sus negocios inmersos en una gran incertidumbre. Echar la vista a la crisis de 2008 puede ser de gran ayuda para aportar mayor seguridad en la toma de decisiones, no cometer los mismos errores y, sobre todo, aplicar lo aprendido.
Esta crisis pasará, como lo hicieron otras, y algunas compañías e industrias saldrán incluso reforzadas para el mundo post-Covid-19 que nos espera, mientras que otras no tendrán tanta fortuna. Por ello, quizá sea oportuno detenerse unos momentos, analizar qué significó la anterior gran recesión global y reflexionar sobre si estamos mejor preparados en esta coyuntura.
Así fue la crisis de 2008
Parecía imposible hace alrededor de una década que Lehman Brothers, una entidad con 150 años de historia y que gozaba del máximo reconocimiento de las agencias de rating, pudiera llegar a quebrar como lo hizo. Pero su caída tuvo repercusiones muy importantes para el conjunto de economías desarrolladas y el sector bancario mundial, arrastrando al mundo a una “depresión sistémica”, como revela este estudio de la Harvard Business School. Un shock financiero sin precedentes que el por entonces presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, dijo que algo como aquello “solo se produce una vez cada siglo”, justo el día en que el Departamento del Tesoro de EEUU tenía que acudir al rescate de las dos mayores compañías hipotecarias del país: Freddie Mac y Fannie Mae.
La falta de confianza que sobrevino a continuación sobre la industria bancaria (tal como asevera este informe del Center for European Policy Studies) impregnó a muchos inversores, que creían que los sistemas de detección de los bancos centrales no habían funcionado adecuadamente. En especial, las sospechas arreciaron sobre los productos derivados, entre los que se habían comercializado las hipotecas subprime, que no se podían pagar porque las personas que las solicitaron no contaban con los ingresos suficientes para hacerles frente. Como consecuencia, alrededor del 20% del activo del sistema financiero se contrajo, obligando a los bancos centrales a aprobar medidas para contener la depresión económica. Un informe de la patronal internacional de Comisiones de Valores, IOSCO, así lo asevera en un extenso estudio sobre esa crisis.
Europa fue una de las regiones que se vio especialmente afectada. Apenas un par de años después, en 2010, se produjo el rescate por parte de la Troika de Grecia y comenzó la implementación de distintos planes de rescate financiero para Irlanda, Portugal, España y Chipre. La necesidad de apretarse el cinturón por parte de los Gobiernos propició la puesta en marcha de políticas de austeridad para contener los elevados niveles de deuda, lo que derivó en crecimientos muy importantes del desempleo y en fuertes tensiones sociales, que duraron en algunos países varios años.
Puntos de partida muy diferentes
Aunque podamos creer que los nubarrones de la crisis actual son, al menos, tan negros como los de aquel 2008, lo cierto es que las diferencias son, cuanto menos, notables, como subrayan desde el Global Research de California. A pesar de que algunos expertos, como Nouriel Roubini o JP Morgan ya predijeron la llegada inminente de una recesión hace unos meses como consecuencia del agotamiento del actual ciclo económico, el consenso general, incluso desde instituciones como el FMI, señala que ahora los bancos se encuentran más capitalizados y que el sistema cuenta con una herramienta muy eficaz para medir la solvencia real de cualquier institución financiera: los test de estrés. Estos test son pruebas de resistencia que simulan la capacidad de las entidades financieras para afrontar un deterioro general de la economía y algunas posibles consecuencias, como impago de créditos, devaluación de las inversiones o un aumento del desempleo.
Por ello, distintos informes, como el “World Economic Outlook” del FMI, y organismos como las Naciones Unidas, apuntan a que la crisis actual tendrá un final mucho más rápido y, sobre todo, positivo que la crisis de 2008. Nadie tiene la bola de cristal y además de la salida en V, en U y en L, alguien ha tenido la ocurrencia de hablar de la salida en forma del logo de símbolo check, que es una V suave. Ello es debido a la gran incertidumbre sobre la pandemia sanitaria y cuándo realmente habrá cura o vacunas eficaces.
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En todo caso, sí existe cierto consenso en que en esta ocasión será diferente a la depresión que siguió al crash por las hipotecas subprime y que precisó de algunos años, según asegura el propio Banco de España, para absorber la enorme burbuja de deuda, activos tóxicos y bienes inmobiliarios a precios desorbitados que se había generado.Lecciones útiles de la anterior crisis para la empresas
Lecciones útiles de la anterior crisis para la empresas
El tejido productivo obtuvo aprendizajes relevantes de la crisis de 2008. Por ejemplo, tener demasiado ajustadas sus reservas de circulante y un alto grado de apalancamiento, de modo que cuando la crisis estalló, muchas de ellas se vieron abocadas a tener que tomar medidas muy drásticas o, incluso, a tener que echar definitivamente el cierre.
Otra de las conclusiones de la anterior crisis es aprender a gestionar de otra forma. Ser mucho más flexibles y creativos, reformulando los planes de negocio para ajustarse a la nueva (e imprevista) situación, que recoja caídas en la facturación, estrangulamiento de la liquidez o encarecimiento en el acceso a materias primas, tal y como apunta en este informe de la OCDE. Hoy hay muchas empresas que ya aplican esta nueva forma de management.
Muchas empresas en el pasado creyeron ser capaces de navegar con éxito durante una crisis. En este tipo de periodos, la incertidumbre y la posibilidad de que ocurran contingencias no previstas son muy elevadas. Enron, Worldcom, Conseco o Chrysler son algunos ejemplos que demuestran que nadie, por muy grande que sea, se encuentra a salvo si no toma una posición activa incluso en momentos críticos.
Los Gobiernos también aprendieron
Algunos especialistas, como Randall D. Guynn, de la Harvard Law School, aseguran que uno de los problemas de la anterior crisis es que la regulación se adaptaba demasiado tarde a la evolución de los mercados financieros. En concreto, las hipotecas subprime se distribuyeron con mucha rapidez en EE.UU. y aportaban liquidez a las entidades, pero la legislación no se ajustó a la misma velocidad para evitar el inicio de un recorrido especulativo de estos productos.
Esta no fue la única lección de la que tomaron buena nota los Gobiernos de todo el mundo de aquella gran crisis, ya que hubo otras, como, por ejemplo:
- Medir y analizar pormenorizadamente las inversiones de alto riesgo, como ocurrió en el caso de las obligaciones de deuda colaterizada (CDOs), que no son adecuadas para todos los inversores. Regulaciones como MiFID II promueven una defensa de la información de los clientes financieros muy elevada, precisamente para evitar que sucedan estas cosas.
- La transparencia por encima de todo. Dentro de la contabilidad de cualquier entidad deben aparecer todos aquellos activos que forman parte de la compañía, obviando aquellas partidas que se llamaban ‘instrumentos fuera de balance’, tal y como afirman los expertos Leandro Cañibano y Felipe Herranz.
- Negar la realidad de la crisis esperando que la economía mundial se recupere no es una estrategia adecuada, como ocurrió a algunos gobiernos del sur de Europa. La anticipación en la toma de decisiones durante estos periodos es fundamental, al igual que solicitar ayudas en el caso de necesitarlo, como, por ejemplo, a la Unión Europea.
- Optar solo por la austeridad para combatir una crisis no es una buena estrategia, ya que conviene favorecer estímulos para el crecimiento y evitar así una depresión mayor, como revela este estudio de Icade Business School.
LAS DIFERENCIAS MÁS RELEVANTES ENTRE 2008 Y 2020
- Al analizar las diferencias más importantes entre las dos crisis, en materia estrictamente económica, encontramos algunos datos muy relevantes: Mientras que en 2008 el sector más afectado fue el bancario, hoy es la práctica totalidad de ramas de actividad las que están sufriendo los rigores de la recesión. Por paradójico que resulte, diversos expertos, como JP Morgan o el Center for Financial Economics aseguran que esta situación contribuirá a hacer el despegue más fuerte cuando se inicie la recuperación.
- Gobiernos y bancos centrales han reaccionado con mucha mayor rapidez, por un lado dotando de liquidez al mercado (por ejemplo, a través de los compromisos de compra de deuda) y, por el otro, poniendo en práctica una batería de medidas de apoyo fiscal con garantías a gran escala para la financiación de empresas o el diferimiento en el pago de impuestos. En paralelo, las partidas de gasto público en muchos países también están creciendo de manera significativa.
- En 2008, se originó una crisis sistémica que comenzó en el sector financiero, mientras que en la actualidad se ha parado gran parte de la actividad económica de manera voluntaria (dentro de las medidas de confinamiento) para hacer frente a la emergencia sanitaria. Ello hace prever a entidades como McKinsey estimar que no se producirá ninguna depresión global como consecuencia de la recesión.
- El punto de partida de las empresas y de las familias es diferente, ya que ambos se encuentran en general mucho menos endeudados que entonces. Esto, sumado a que el sistema financiero está más capitalizado y posee mayor liquidez, invita a pensar que, una vez retomada la ‘normalidad’ el crédito volverá a fluir al sector privado, como advierten desde CAF, el Banco de Desarrollo de América Latina.
- 2008 fue una crisis de demanda, mientras que la actual comenzó como una crisis de oferta debido al cierre temporal de muchas empresas chinas por la Covid-19, lo que hizo que un número importante de compañías de países desarrollados se quedara sin materias primas para su producción. De hecho, según Javier Niederleytner, profesor del Máster en Bolsa y Mercados Financieros del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), es ahora cuando está mutando a una crisis de demanda, pero solo hasta que se termine con el periodo de confinamiento.