La domótica ya no forma parte de un futuro lejano: su encaje en nuestra sociedad es un hecho llamado a crecer exponencialmente en los próximos años. Los distintos sistemas que automatizan muchas de las viviendas de la actualidad se han multiplicado y ahora ofrecen servicios que los ciudadanos no habrían podido imaginar ni siquiera viendo su existencia en grandes producciones de cine norteamericano. De hecho, la ciencia ficción ha inspirado y ha alimentado a la industria de la domótica, que experimenta actualmente un ávido crecimiento.
Con unos precios cada vez más asequibles, los ciudadanos se están subiendo al carro de tener casas inteligentes que usan de manera simultánea la electricidad, electrónica e informática. Un nuevo paradigma que, seguro, afectará al comportamiento de las familias, como ya ha señalado en diversos episodios la exitosa serie sobre el futuro humano en medio de tanta tecnología 'Black Mirror'.
Un sector en crecimiento
La Asociación Española de la Domótica e Inmótica (Cedom) lo tiene claro: sus informes más recientes señalan que el crecimiento del sector es sostenido año tras año y que la demanda de sistemas de control y automatización de las viviendas tiene cada vez mayor peso. Como causas de este crecimiento, la entidad apunta a la eficiencia energética lograda, la recuperación en parte del sector de la construcción, la mejora de la situación económica en España y una concienciación global para luchar contra el cambio climático, aspecto en el que la domótica tiene mucho que decir.
La Cedom también indica como gran factor de éxito de esta industria el incremento de dispositivos interconectados a internet, el omnipresente internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés Internet of Things), que constituye la obsesión de gran parte del sector. Este término se refiere a la conexión de los objetos cotidianos a la red de manera que sean manipulables y controlables desde dispositivos móviles.
El IoT aspira, por ejemplo, a que desde un dispositivo móvil pueda conocerse exactamente y regularse la temperatura de la nevera, la luminiscencia de una lámpara o la caducidad de un medicamento en el botiquín. Este panorama dibuja un mundo en el que el control del hogar y sus elementos sería total: el propietario de una vivienda podría decidir qué está encendido y apagado en cada instante, e incluso saber exactamente dónde ha dejado dentro de su casa unas gafas extraviadas que en el mundo actual podría dar por perdidas. La asociación domótica remarca que el IoT tiene un potencial ilimitado: en los próximos años se espera que el número de dispositivos siga aumentando exponencialmente. De hecho, según datos de la consultora Gartner, en 2020 habrá una cifra no menor a 20.400 millones dispositivos conectados.
Los sistemas domóticos más expandidos son los que velan por garantizar una mayor comodidad a los propietarios. También aquellos que refuerzan su seguridad, tanto cuando están en el hogar como cuando se marchan de fin de semana o de vacaciones.
Los productos de domótica más vendidos actualmente son las electroválvulas para cortar el agua y el gas, los simuladores de presencia humana, los motores para toldos y persianas, los reguladores de intensidad luminosa y los dispositivos para la conexión y desconexión de la luz. Por otra parte, destaca la domótica basada en sensores y teclados, concretamente llaves electrónicas, detectores de inundaciones, dispositivos para registrar la presencia de intrusos como cámaras y circuitos cerrados de televisión, detectores de presencia de personas, de gases y de fuego y los sensores de temperatura.
El futuro siempre es imprevisible. No obstante, las previsiones de la industria para los próximos años sitúan en una posición privilegiada a las tecnologías del hogar de baja potencia; es decir, a los dispositivos de IoT de costes bajos. En este panorama, el reto de la industria será ofrecer productos capaces de satisfacer las necesidades, distintas y plurales, de sus clientes, y sobreponerse a la voraz competencia entre las empresas de telecomunicaciones.
El futuro le depara a la domótica la necesidad de desarrollar y mejorar los datos en streaming y nuevas aplicaciones de inteligencia artificial que suplan tareas humanas todavía imprescindibles. Igualmente, será necesario que la industria optimice la seguridad en la privacidad de los datos generados por los dispositivos de IoT y por todo el entorno domótico, donde se albergan contraseñas y datos personales sobre hábitos de consumo que actualmente son hackeables.
Nuevas familias
Pese a todo este camino pendiente de recorrer, son apasionantes los escenarios de futuro que dibuja la domótica: mascotas artificiales para los más pequeños de la casa, niñeras robóticas para cuidarlos y asistentes personales que nos hagan la cena son algunas de las fantasías que uno puede llegar a figurarse.
Ante las nuevas interacciones humanas que pone sobre la mesa la domótica, algunos estudiosos de las relaciones humanas, como el doctor en Geografía Humana Jeffer Chaparro, de la Universidad de Barcelona, han prefigurado este mundo afirmando que la incorporación de la domótica ya ha contribuido y contribuirá aún más a cambiar las relaciones familiares. En su artículo 'Domótica: la mutación de la vivienda', Chaparro augura que la domótica puede comportar cambios en el papel de la mujer en la familia, históricamente asociado a las tareas del hogar.
Sin embargo, el desarrollo de la domótica doméstica creará entre los beneficiados por ella una visión del mundo que no coincidirá siempre con el del resto de la sociedad, lo que incrementaría la brecha digital entre quienes podrán usar estos sistemas y quienes no. Aquí será necesario reforzar el papel educativo de los padres con los hijos.
Una presencia destacada de la domótica en casa seguro que comportará nuevas maneras de educar a los niños a la hora de disciplinarlos en las tareas del hogar (soportadas en parte por la tecnología) o de controlar si están realizando los deberes o a qué hora han llegado tras salir con los amigos. También se avistan cambios entre los más mayores, porque la domótica vendrá a alterar de algún modo las relaciones de pareja y familiares y limitará seguramente la privacidad de las habitaciones estancas, en un verdadero y único episodio constituido por todos los capítulos de la apocalíptica y quien sabe si mesiánica 'Black Mirror'.
Pero no imaginemos el apocalipsis, al contrario. Estas tecnologías cambiarán la forma en que vivimos y trabajamos y nos brindarán numerosas ventajas. Se estima que en 2020 cada persona poseerá un promedio de 6,5 dispositivos para el control de su entorno, según el estudio de Cisco ‘The Internet of Things How the Next Evolution of the Internet Is Changing Everything’. Estos gadgets nos aportarán gran comodidad vital: permitirán el apagado de los aparatos del hogar de manera remota en caso de haber olvidado algo encendido, el encendido del aire acondicionado o la calefacción un rato antes de llegar, el precalentado del horno, se ocuparán de las tareas del hogar… No suena nada mal, ¿verdad?
Este uso a conveniencia implicará una mayor sostenibilidad y ahorro energético, pero también revertirá en una sustancial ganancia de tiempo para el disfrute personal. De hecho, en el entretenimiento, la tecnología vendrá a mejorar la experiencia del usuario con dispositivos de realidad virtual. También en la gestión de la cotidianidad, la domótica ofrecerá ventajas en el seguimiento de infraestructuras como semáforos, puentes y carreteras, así como en la gestión de las emergencias y el control de parámetros medioambientales.
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