La facturación de las farmacias españolas creció un 4,4% en 2020, respecto al ejercicio anterior. Este crecimiento se explica, en gran medida, por el impulso de los productos relacionados con la protección frente a la COVID-19 (geles hidroalcohólicos, mascarillas y guantes). De hecho, de excluir estos últimos, las farmacias hubieran registrado unas pérdidas interanuales del 3,3% en el primer semestre de 2020, según los datos de la consultora IQVIA. Con todo, el aumento por la preocupación de la salud ha provocado que los comercios de este sector hayan incrementado su actividad en los primeros meses de 2021, según los datos de Pulso, la herramienta de Banco Sabadell que permite analizar en tiempo real la evolución económica.
El sector se enfrenta ahora a un escenario que ha cambiado, porque se han modificado los hábitos y los medicamentos y medicinas más vendidos, y en el que la digitalización de las boticas jugará un papel fundamental. Pero todo ello dentro de un segmento que ha sido, es y seguirá siendo, esencial.
La crisis sanitaria ha modificado los patrones de consumo. En 2020 creció el uso de fármacos para el estreñimiento, la obesidad, los digestivos y las vitaminas, debido al aumento del sedentarismo, explica Enrique Granda, editor del Observatorio del Medicamento. Asimismo, el Observatorio destaca la evolución creciente del uso de antipsicóticos y antidepresivos. Por el contrario, han caído las ventas de productos dermatológicos, anticonceptivos, antigripales y medicamentos para el sistema respiratorio. Este Observatorio está recogido y publicado por la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE), organismo que, desde 2019, firmó un convenio de colaboración con Banco Sabadell.
Otro de los cambios que ha experimentado este segmento en el año de la pandemia ha sido la digitalización. Aunque el sector comenzó esta transición digital hace años con, por ejemplo, la implantación de las recetas electrónicas, aún tiene algunas tareas pendientes. Y aquí la regulación española, que prohíbe la venta online de medicamentos con receta y limita la de medicamentos sin receta, supone uno de los principales retos. Con todo, se prevé que aumente la competencia a futuro de grandes compañías digitales en este canal.
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Sin embargo, el servicio de asesoramiento personalizado supone una ventaja para la farmacia presencial. En este sentido, hay que tener en cuenta que los consumidores están cada vez más informados, por lo que “los profesionales que dependemos de convertir una compra debemos adquirir habilidades comunicativas sofisticadas para prosperar. Y es posible que el farmacéutico adquiera roles de consultor, que transmita más y mejor información al usuario”, señala Luis de Palacio, presidente de la FEFE.
En definitiva, la modernización y la digitalización de las farmacias pueden aumentar la resiliencia de las mismas para afrontarlos efectos de la crisis económica. Para ello, el Fondo de Recuperación Europeo puede suponer un gran impulso. A través de este programa de ayudas, España podría recibir 71.600 millones de euros en transferencias directas de aquí a 2023, de las cuales el 33% irá destinado a la digitalización del tejido empresarial.
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A pesar de que “al haber tenido un carácter de servicio esencial durante toda la pandemia, es probable que el sector sea de los últimos en contar con un plan específico para la aplicación de estos fondos”, explica De Palacio, “estaremos atentos a cualquier ayuda a la digitalización e intentaremos que las farmacias asociadas se beneficien de sus inversiones particulares”.
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La regulación y la despoblación, principales riesgos
El mercado español se encuentra entre los países de la Unión Europea con mayor número de farmacias por habitante. En concreto, en España existe una farmacia por cada 2.124 habitantes. En total, el país cuenta con 22.138 farmacias y el promedio de facturación es de 927.000 euros por botica.
Aunque la crisis de la COVID-19 no afectó a las ventas del sector en 2020, la recesión económica puede favorecer la cuota de mercado de los medicamentos genéricos en detrimento de los medicamentos de marca en el corto plazo. Una cuota que, en términos de volumen, se sitúo en un 41% en 2019.
En el corto plazo el gasto sanitario, que supone una de las mayores partidas de gasto público en España, puede ser un apoyo. Sin embargo, en adelante existe riesgo de retrasos en el pago por parte de las administraciones públicas y de propuestas de racionalización del gasto.
Y es que hay que tener en cuenta el papel que juega la regulación de la dispensación de medicamentos en el tamaño del sector. En este sentido, explica De Palacio, “si la regulación del catálogo de productos y medicamentos en las farmacias fuera estable en el tiempo y en precio, lo lógico es una tendencia de crecimiento correlacionada con el crecimiento en número absoluto de población envejecida y de cronicidad, así como de capacidad económica general de la población”. Sin embargo, se siguen llevando a cabo “modificaciones de esa regulación, normalmente en detrimento del canal farmacia, con refuerzo del canal hospitalario público para las innovaciones y con rebaja del precio regulado en el catálogo financiado de las farmacias”, lamenta el presidente de la FEFE.
Además de la regulación, otro de los grandes retos del sector es la despoblación. Esta última amenaza la viabilidad de las farmacias más expuestas a esta dinámica, en las que destacan aquellas situadas en las áreas rurales. En este sentido, señala De Palacio, el sector reclama que “se respete el ecosistema de capilaridad y proximidad física de farmacias pequeñas”.
Asimismo, para aumentar la competitividad y la calidad de los servicios que ofrecen las farmacias, la especialización de estos negocios puede suponer una ventaja diferencial. Las farmacias pueden ofrecer servicios de mayor valor sanitario mediante tecnología y colaboración entre especialistas. “Por ejemplo, disponer de maquinaria para cribar enfermedades oculares en la farmacia, que sean teleoperadas y con telediagnóstico hecho por oftalmólogos. O resolver necesidades de medicación bajo receta sobre la marcha con teleconsulta de urgencia con un médico independiente en la propia farmacia”, detalla De Palacio.
En definitiva, se trata de lograr que las farmacias alcancen un estatus de minicentros sanitarios de colaboración profesional, que realice intervenciones en pacientes de baja complejidad, y claves para el despliegue de políticas de salud pública.