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La movilidad laboral crece en España por encima de la UE

Tue May 18 10:46:52 CEST 2021

Menor de 25 años y con experiencia en el sector turístico o en la hostelería. Así es el perfil mayoritario de los trabajadores que se han visto obligados a buscar nuevas oportunidades de empleo en el país durante la crisis

En medio de la borrasca laboral, muchas personas han tenido que lanzarse a la búsqueda de nuevos campos de actividad para mantenerse a flote. En el último año, una cuarta parte (24,9%) de los españoles empleados ha cambiado de trabajo, de acuerdo con un análisis de Randstad Research, publicado a finales de abril. Esta cifra es una de las más altas de los 34 países donde se realizó la encuesta, y está por encima de la media europea, que se sitúa en un 18,3%. Los que más han tenido que cambiar han sido los menores de 25 años: en torno al 40% de ellos ha necesitado readaptarse. Según el estudio de Randstad Research, las dos principales causas de este movimiento, ninguna positiva, han sido: los despidos acometidos en empresas para garantizar la supervivencia del negocio y el cierre de muchas compañías.

“La razón de que nuestro país haya sido uno en los que más se ha cambiado de trabajo es por el peso que tienen algunos de los sectores más afectados por la pandemia, como el turismo o la hostelería”, afirma Valentín Bote, director de Randstad Research. Ha sido en estas actividades donde más se ha desgastado el mercado de trabajo. El 80% de la destrucción de empleo en 2020 ocurrió en tres áreas: comercio, hostelería y actividades de ocio, según los datos de la Asociación de Empleo y Empresas de Trabajo Temporal (Asempleo).

¿Por qué los más jóvenes son los más afectados?

Los cambios de empleo suelen estar motivados por la búsqueda de mejoras en las condiciones laborales, como un salario mayor o posibilidades de promocionar, o con más posibilidades de crecimiento. Antes de la pandemia, en febrero de 2020, un 23% de los empleados en el país tenía previsto cambiar de trabajo en los siguientes 12 meses, afirma Mónica Pérez, directora de comunicación de InfoJobs.

Ese porcentaje se redujo en tres puntos porcentuales (20%) en julio de 2020, una vez que la COVID-19 ya estaba avanzada. La contracción de la economía española hizo que el deseo de optar a mejores condiciones laborales disminuyera y que los cambios de trabajo estuvieran relacionados con la pérdida del empleo, como apunta Randstad. Pérez señala que los jóvenes, en especial los menores de 25 años, conforman el segmento más golpeado por la situación actual, junto con el de las mujeres y el de las personas con un nivel educativo básico. Precisamente, los colectivos que eran los principales perjudicados por la precariedad laboral antes del estallido de la crisis sanitaria.

La tasa de desempleo entre las personas menores de 25 años en España pasó de un 33,8% en marzo de 2020 a un 37,7% en el mismo mes de 2021, según las cifras de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat). Se trata de la tasa de paro de este perfil de población más alta de la Unión Europea (UE), dejando a Grecia en segundo lugar, con una tasa del 34,2% (a diciembre de 2020, último dato registrado). “Tenemos una de las generaciones mejor preparadas de nuestra historia y en parte la más competitiva de nuestro entorno internacional”, destaca Javier Blasco, director de Adecco Group Institute. “Aun así las tasas de temporalidad y de desempleo duplican a las del resto de la población trabajadora”, añade.

En particular, el 67,4% de los jóvenes menores de 25 años tiene un contrato temporal frente al 14,3% de los mayores de 50 años, según los datos de Asempleo. Y más de la mitad (un 51,3%) trabaja en hostelería, comercio y otras actividades de ocio, frente a un 27,9% de los mayores de 50 años. Ha sido esta inestabilidad laboral la que ha llevado a este grupo a elegir entre paro o precariedad, coinciden los expertos consultados.

Este colectivo es el que más ha tenido que cambiar de trabajo por culpa de la crisis, según el análisis de Randstad Research. En concreto, lo hizo el 40,3% de ellos. Mientras que en el segmento de entre los 25 y los 45 años este porcentaje se situó en el 31,3%. Solo el 12,2% de los mayores de 45 años se tuvo que enfrentar a esta situación.

Cómo cambiar a un trabajo mejor

“No siempre es fácil la movilidad entre profesiones y sectores”, afirma Blasco. España, a diferencia de otras naciones del entorno europeo, añade este experto, carece de un sistema de recualificación que aporte seguridad y flexibilidad laboral entre los colectivos más vulnerables, como el de los jóvenes. Para él, hay sectores con grandes oportunidades, como el tecnológico, el sanitario y el educativo, que son motivo suficiente para un cambio laboral. “Pero no es fácil adquirir los conocimientos a corto plazo”.

Cree, además, que muchas profesiones tradicionales se están transformado y ahora requieren competencias digitales que esa recualificación puede otorgar. Por eso aboga por el impulso de modelos que faciliten el reciclaje o reskilling y la capacitación adicional o upskilling, que integren “lo público y lo privado, además de lo presencial y lo remoto”.

Pérez, de Infojobs, corrobora ese rumbo del mercado laboral: “Es notable el efecto que tiene la transición hacia una economía digital en la contratación de perfiles tecnológicos y de sectores como el de la logística y el del transporte por el crecimiento del comercio electrónico”.

Un panorama lleno de incertidumbre

La crisis económica ha dejado un panorama complicado para muchos trabajadores. En abril de este año, más de 3,9 millones de personas se encontraban en paro, 79.425 más que en el mismo mes de 2020, cuando el país estaba en pleno confinamiento estricto, según el Ministerio de Trabajo y Economía Social. Las expectativas no son halagüeñas. A pesar de que la Comisión Europea estima un rebote del Producto Interior Bruto (PIB) del 5,9% para este año, el mayor de la zona euro, la tasa de desempleo (15,7%) no llegará a niveles previos a la pandemia (en torno al 14%) hasta 2022.

La recuperación del PIB no resolverá los problemas pendientes en el mercado de trabajo, cree Andreu Cruañas, presidente de Asempleo. La principal preocupación entre los expertos es que los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) ―en los que ahora mismo hay más de 638.000 personas, según datos de la Seguridad Social― se conviertan en despidos.

El Banco de España ha explicado en un reciente estudio titulado 'Los ERTE en la crisis del covid-19: un primer análisis de la reincorporación al empleo de los trabajadores afectados', que las posibilidades de volver a la vida laboral de quienes están bajo este mecanismo —que ha sido un dique contra el paro— va disminuyendo a medida que pasa el tiempo. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), el organismo encargado de velar por la sostenibilidad de las finanzas públicas, calcula que los empleados en ERTE solo tienen un 40% de posibilidades de recuperar su empleo. “El verano puede ser un punto de inflexión sobre cómo puedan finalizar los ERTE en las empresas que aún están en estos procesos”, comenta Blasco.

La esperanza de la recuperación de la economía está puesta en la llegada de las ayudas del Fondo de Recuperación Europeo, también conocido como Next Generation EU, y en el proceso de vacunación, que según el Gobierno llegará al 70% a finales de la estación estival. “La evolución de la COVID-19 será la clave que explique cómo progresan los grandes indicadores económicos”, recalca Pérez. “Se espera que con la mayor movilidad [debido al fin del estado de alarma] se incentive el turismo nacional y la deseable vuelta del turismo extranjero”, dice el director de Adecco Group Institute. La meta, según este experto: “Afrontar un 2022 de transición para volver en 2023 a las cifras de antes de la pandemia”.

¿Qué buscan las empresas?

Las compañías se fijan en tres aspectos cuando seleccionan personal, especialmente para aquellos puestos que requieren cierta cualificación, asegura Carlos Royo, profesor de Dirección de Personas y Organizaciones en Esade en el Podcast de Banco Sabadell.

El pensamiento crítico. “Las máquinas hacen el trabajo automático. No nos van a pagar por poner un sello, sino por decir dónde va el sello”, argumenta Royo.

El talento para la resolución de problemas. “Es la continuación del anterior. Es el encogerse de hombros [indicando que no se sabe cómo actuar ante un problema] o decir ‘yo plantearía estas dos alternativas”, detalla.

La capacidad para gestionar las emociones propias. “¿Me conozco, sé cuándo estoy triste o estoy enfadado?”, propone este experto preguntarse. Entenderse a uno mismo y las respuestas que se generan ante las emociones influirá en la relación con los compañeros de trabajo y en el desempeño de las labores, pero también con el entorno familiar, especialmente cuando se teletrabaja.

Fotografía de Ketut Subiyanto en Pexels
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