La crisis de la COVID-19 ha tenido un impacto desigual en los diferentes grupos de población. En el caso de los pacientes oncológicos, los principales efectos de la pandemia han sido cuatro: los diagnósticos no realizados; el miedo, junto con la indefensión y la incertidumbre; la soledad no deseada percibida; y la pérdida de empleo y de ingresos en colectivos vulnerables. Así lo refleja el estudio ‘Impacto de la pandemia por COVID-19 en las personas con cáncer en España’ realizado por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que señala que “la pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema sanitario y de protección social para hacer frente a la doble vulnerabilidad sobrevenida de las personas con cáncer: por el cáncer y por la COVID-19”.
Durante la primera ola de la pandemia el mayor impacto se ha detectado en los nuevos diagnósticos (biopsias con diagnóstico de cáncer y primeras consultas). La AECC estima que uno de cada cinco pacientes con cáncer no ha sido diagnosticado o ha sido diagnosticado tarde. En este sentido, la asociación señala que las consecuencias de este descenso en la actividad asistencial en términos de mortalidad “no se pueden calcular en este momento con precisión”, si bien advierte de que aumentará el número de tumores no diagnosticados o diagnosticados en fases más tardías y la mortalidad asociada a ellos.
El impacto del cáncer en las mujeres
Los datos de la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN) recogidos por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estiman que en 2021 se diagnosticarán unos 33.300 nuevos casos de cáncer de mama en España. Esta cifra representa un 28,4% del total de los nuevos casos que se prevén. El de mama se sitúa en el primer puesto de la lista, seguido por el cáncer de colón, del que se pronostica que habrá unos 12.400 nuevos casos este año. Así pues, el cáncer de mama es ya el tumor más diagnosticado en el mundo, con 2,3 millones de casos en 2020. En España, la SEOM estima que el pasado año 2020 se diagnosticaron 32.953 casos de cáncer de mama, siendo éste el principal tumor detectado en las mujeres, seguido del cáncer de colon y de recto.
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Los diagnósticos de cáncer propios de la mujer se producen en edades más tempranas, por lo tanto, con una amplia vida laboral por delante, señala el informe de la AECC. Además, las mujeres están empleadas en los sectores más afectados por la caída de la demanda y por ser objeto de una elevada presencia dentro del empleo temporal y a tiempo parcial.
Investigación, prevención y protección
A pesar de los datos, los avances en la investigación han hecho que la supervivencia a esta enfermedad haya aumentado en los últimos años. “Gracias a la investigación, el paciente logra convivir con la enfermedad mediante tratamientos oncológicos novedosos cuyo impacto en la calidad de vida y el perfil de efectos secundarios se reducen a la mínima expresión”, señaló el doctor Jesús Manuel Blanco, oncólogo en el Hospital Universitario Donostia y ganador del premio Osakidetza en 2019, en el webinar '¿Tienes dudas sobre el cáncer en las mujeres? Pregunta al oncólogo', organizado por BanSabadell Vida.
Aun así, la prevención y la protección siguen siendo clave. En este sentido, la atención privada supone una opción que ha cobrado todavía más protagonismo en el contexto actual y los servicios de telemedicina, así como los seguros de vida, se han adaptado a las nuevas necesidades surgidas durante la pandemia.
En este sentido, cabe destacar la personalización que han experimentado los seguros de vida en los últimos años, intentando minimizar el impacto económico y psicológico que el proceso oncológico comporta, como es el caso de Life Care Mujer, de Banco Sabadell. Tal y como señala José Manuel Veiga, director de Seguros de Protección de BanSabadell Seguros, “un seguro de vida aporta a la persona asegurada una dotación económica en el momento de la detección de la enfermedad, que puede emplear en aquellos gastos imprevistos que decida. El objetivo, al fin y al cabo, es ayudarle en su lucha contra la enfermedad facilitándole tranquilidad en el aspecto económico y los recursos para disponer del mejor apoyo médico y psicológico”.
Y es que puede ser que durante la enfermedad la paciente deje de trabajar de manera temporal para centrarse en el tratamiento y que eso afecte a su economía familiar. Asimismo, “cabe la posibilidad de que se opte por un tratamiento privado o incluso realizar una operación de estética una vez finalizado el proceso”, señala el experto.
Además, “los seguros de vida han ido evolucionando para proteger al asegurado en caso de fallecimiento o de invalidez permanente absoluta, pero también para cuidarle y protegerle en otros ámbitos de la vida como son el bienestar y la salud para él y toda la familia”, explica Veiga.
Así, en la actualidad, además de las coberturas tradicionales, un seguro de vida ofrece servicios como “orientación médica las 24 horas del día, una segunda opinión médica internacional, ayuda psicológica y consejos de nutrición y de vida saludable”, destaca Veiga.
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