Más facilidad y transparencia en un consumo crecientemente virtualizado. Este es el objetivo de la nueva normativa para el impuesto sobre el valor añadido (IVA) sobre el comercio electrónico que entró en vigor en la Unión Europea (UE) el pasado 1 de julio. 28 años habían pasado desde su última actualización. En estas casi tres décadas, Internet ha revolucionado la forma en la que las personas se relacionan y se comunican. Y también ha alterado los patrones de consumo. El triple objetivo ahora es simplificar el comercio transfronterizo, facilitar la competencia justa con compañías no comunitarias y mejorar la experiencia de los consumidores en línea.
Las empresas europeas que dieron el salto a Internet pasaron de 2010 a 2019 del 15% al 21% generando durante este periodo un 7% más de ingresos, según los últimos datos de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat). La situación derivada de la pandemia del coronavirus ha consolidado esta tendencia reivindicado al comercio minorista como un sector en auge. Las compras online experimentaron a lo largo de 2020 en Europa un aumento del 27% propiciando la aparición de unos 15 nuevos millones de clientes que se iniciaron en el e-commerce, según un informe de DPDgroup. Pero en el mundo pos-COVID-19 esta práctica ha llegado para quedarse: el 46% de los españoles reconoce que la crisis sanitaria ha alterado sus hábitos de consumo y el 50% de ellos asegura que estos cambios ya son irreversibles.
Con la nueva normativa, la UE busca simplificar el proceso entre las empresas y los clientes y armonizar las reglas entre los 27 Estados miembros para hacerlas más coherentes a las necesidades actuales de las compañías, los consumidores y las administraciones en tiempos de compras online y transfronterizas masivas.
¿Qué cambia?
Los cuatro pilares de la nueva estrategia son la aplicación del IVA a bienes de menos de 22 euros; el umbral mínimo común para abonar este impuesto en el país que se factura; la creación de una ventanilla única intra- europea, y otra extracomunitaria.
La medida es una arteria más de la estrategia global de la UE para defender a sus empresas de políticas agresivas de países terceros. Con su aplicación, se pone fin a la exención del IVA en pedidos inferiores a 22 euros. Hasta la fecha, estas importaciones estaban libres de impuestos suponiendo una gran ventaja competitiva para compañías como AliExpress, tradicionalmente popular por sus artículos de bajo coste. Los consumidores europeos verán, a partir de ahora, aumentada su factura en estas transacciones.
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El último estudio de la Comisión Europea revela que los países europeos han perdido en torno a 140.000 millones de euros por la evasión del IVA y anticipa una fuga todavía mayor por los efectos de la COVID-19, que impulsó el uso del e-commerce en todo el globo.
Los europeos sienten que las firmas externas se han aprovechado de esta ventaja fiscal. “Los estudios realizados y la experiencia adquirida han demostrado que se está abusando de esta exención, ya que vendedores de fuera de la UE etiquetan engañosamente los envíos de mercancías, como los smartphones, para beneficiarse de la exención”, asegura la Comisión Europea a través de un comunicado. Desde el 1 de julio, este beneficio ha quedado suprimido, lo que permitirá a las arcas públicas recaudar unos 7.000 millones de euros.
La otra novedad llega de una mayor armonización en los 27 Estados miembros. Hasta la fecha, cada país contaba con un umbral diferente, que oscilaba entre los 35.000 y los 100.000 euros, sobre el que estaban obligadas a contar con un número de registro de IVA. El límite es ahora común para la tributación de destino y se fija en los 10.000 euros. Todas las empresas europeas de comercio electrónico cuentan ahora con esta horquilla.
A través del servicio de ventanilla única, las compañías podrán, de forma trimestral, declarar y efectuar el pago de este IVA en cualquier idioma y abonarlo en cualquier país comunitario. Con esta nueva herramienta se busca reducir las trabas logísticas y burocráticas en la UE. Bruselas calcula que esta simplificación de trámites podría suponer un ahorro de 2.300 millones de euros en las arcas públicas.
Además, esta ventanilla única también permitirá a las empresas extracomunitarias registrar el IVA en cualquier producto importado, por lo que el control para que llegue a su destino de forma adecuada podrá ser más exhausto. Los consumidores, por su parte, podrán saber qué están pagando con el desglose detallado del precio final. Este nuevo procedimiento está llamado a aumentar la transparencia y poner fin a las confusas declaraciones de aduanas, ya que el IVA debería ser abonado en el instante de adquirir el producto. La factura debería indicar tanto el precio del producto, como el IVA y los gastos de gestión.
Desde 2015, la UE ya contaba con esta ventanilla única para el IVA transfronterizo, pero se limitaba a los servicios y no amparaba las mercancías.