Nunca, en el pasado reciente, la opinión pública mundial había fijado tanto la mirada en los laboratorios y en los centros de investigación. La expectativa y la esperanza de encontrar, en el menor plazo posible, una vacuna contra la COVID-19 ha puesto el foco en el sector. En un contexto en que el dinero está barato (debido, principalmente, a los bajos tipos de interés), muchos inversores han puesto sus miras en las compañías farmacéuticas, una estrategia que, por ejemplo, ya está ofreciendo grandes beneficios a aquellos que han confiado en algunos de los laboratorios que han ofrecido, recientemente, noticias muy positivas en relación a una vacuna eficaz para los próximos meses. Sin embargo, para aquellos que todavía no se han apalancado financieramente en la industria, la principal duda es si ya ha pasado el momento de invertir en ella, dado que muchas de las acciones de los laboratorios que cotizan en bolsa han subido de manera significativa en las últimas semanas.
Inversión al alza en el mundo y, también, en España
Con las cifras actualizadas a comienzos del mes de noviembre, FactSet estima que los laboratorios que cotizan en bolsa cerrarán 2020 con unos beneficios conjuntos que superarán los 136.000 millones de euros, frente a los 89.000 millones de euros cosechados en 2019. Para 2021, esta misma entidad eleva sus previsiones hasta los 150.000 millones de euros.
De acuerdo a las cifras de la Federación Europea de Asociaciones e Industrias Farmacéuticas (EFPIA), el 48% de las ventas de medicamentos en todo el mundo proviene de laboratorios de Estados Unidos (EE.UU.) y Canadá, seguido por los europeos (22%) y por los de Japón (7%). El mercado, en su conjunto, tiene un valor que supera los 750.000 millones de euros. Centrándose en el Viejo Continente, y según los datos publicados por la Comisión Europea en ‘The 2019 EU Industrial R&D Investment Scoreboard’, la industria comunitaria de la salud invirtió 45.300 millones de euros en I+D en 2019, siendo la segunda en innovación, por detrás de la del automóvil.
En España, la inversión del sector farmacéutico en I+D alcanzó un récord histórico en 2019, es decir, antes del estallido de la crisis sanitaria. En total, la industria invirtió 1.211 millones de euros, un 5,2% más que en el año 2018, según los últimos datos publicados por FarmaIndustria. Los proyectos de colaboración entre laboratorios y hospitales y centros de salud, tanto públicos como privados, crecieron un 3,6% hasta los 528 millones de euros, en tanto que fue la investigación clínica la fase que mayor financiación obtuvo, alcanzando los 714 millones de euros. En la actualidad, alrededor del 20% de la I+D industrial en España la desarrolla la industria farmacéutica.
¿Es el momento adecuado?
A pesar de algunos titubeos, en general, parece que los mercados financieros han iniciado su recuperación, espoleados por algunas buenas noticias sobre la actividad económica que se han sumado a otras, como las expectativas sobre una próxima vacuna, la salida de la crisis de China en forma de V, la potencial relajación en el conflicto comercial que enfrenta a Washington y Pekín tras la victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones presidenciales de EE.UU. o la moderación en la curva mundial de contagios por coronavirus, que puede ser el preámbulo del final de la segunda ola.
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Muchos inversores pueden pensar que llegan tarde a la posibilidad de apostar por el sector farmacéutico, dado que, tradicionalmente, los mercados suelen descontar con bastante anticipación lo que va a ocurrir en la economía durante los meses venideros. Sin embargo, lo cierto es que, para cualquier ahorrador, esta industria ofrece otros motivos para confiar en ella a medio y largo plazo. Por un lado, las tendencias poblacionales a nivel global, como el aumento de la esperanza y de la calidad de vida, se suman al progresivo envejecimiento de la población, lo que provoca que, cada vez más, se deban consumir más medicamentos. En paralelo, la cronificación de muchas enfermedades significa que los pacientes deben mantener sus tratamientos de por vida si quieren seguir gozando de buena salud. Por si fuera poco, las mejoras sanitarias y económicas en los países en vías de desarrollo están contribuyendo a aumentar el número de consumidores en todas las franjas de edad.
Por otro lado, a estos cambios demográficos se les ha unido, desde hace algunos años, las expectativas que han levantado muchos laboratorios sobre encontrar tratamientos efectivos contra algunas de las patologías más extendidas en las sociedades modernas y, principalmente, urbanas, como la diabetes, diversos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares u otras derivadas del propio envejecimiento, como, por ejemplo, la relacionadas con el sistema nervioso o cerebral, como el ictus o la demencia senil. Por todo ello, informes como el ‘2020 Global Life Sciences’, elaborado por Deloitte, indican que el sector farmacéutico mundial mantendrá un crecimiento promedio hasta 2024 de un 5% anual, y eso que este documento se realizó unas semanas antes del estallido de la pandemia global. Según este estudio, la industria farmacéutica es la décima más importante del mundo según su facturación, recortando cada año terreno a las tradicionales, como la de la tecnología, la metalurgia o la de la alimentación.
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Cómo invertir
Existen diversas maneras para que un inversor minorista pueda participar en este sector. Quizá la forma más rápida sea a través de un fondo de inversión especializado, que permitirá diversificar entre un extenso portfolio de compañías de todo el mundo, con tamaños, áreas de especialización y enfoques estratégicos diferentes. De este modo, si alguna de ellas tiene un mal comportamiento en los mercados que le lleve a sufrir una severa corrección en su cotización, se podrá compensar con otras que logren un desempeño mejor, lo que, pensando en el largo plazo, aumenta significativamente la posibilidad de obtener rentabilidad. En esta línea, un fondo de inversión cotizado o ETF también puede ser una buena alternativa.
Otra posibilidad es adquirir a título individual acciones de una compañía o de una amalgama de ellas. El principal problema de esta estrategia es que obligará, para intentar tener mayores posibilidades de éxito, a realizar análisis periódicos sobre cada una y contar con el asesoramiento siempre recomendado.
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Las principales herramientas, en este sentido, son tanto el análisis fundamental como el análisis técnico, aunque, en ambos casos, se requiere de un conocimiento financiero técnico, así como la capacidad de evaluar la información disponible, y que no se encuentra al alcance de cualquiera. Quizá apostar por una determinada empresa que tenga vocación de ofrecer dividendos a sus accionistas pueda ser una opción interesante, pero siempre que el inversor tenga presente que este tipo de estrategias tienen un riesgo previo mayor que en el caso de los fondos de inversión.
Finalmente, está la posibilidad de invertir con derivados, como, por ejemplo, un contrato por diferencia (CFD), intentando aprovecharse de los vaivenes del mercado, aunque es la opción que entraña más riesgo de todas, lo que, en el caso de querer llevarse a cabo, hace que resulte todavía más recomendable contar con asesoramiento profesional.