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Inversión activa en la jubilación, ¿es el momento?

Thu Mar 25 11:21:47 CET 2021

Vivir más años, en mejores condiciones de salud y con una situación financiera desahogada. Este último objetivo obliga a los inversores jubilados a pensar en una gestión activa del patrimonio, apostando por activos que se ajusten a su perfil de riesgo

Planificar financieramente el retiro es uno de los retos que comparte la mayoría de los ahorradores, habida cuenta de que, por un lado, cada vez las personas viven más años y en mejores condiciones de salud, y que, por el otro, las dudas crecientes sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones les empuja a implementar una estrategia de gestión activa de su patrimonio para no perder poder adquisitivo una vez abandonan la vida laboral.

Tradicionalmente, existía un ciclo de vida del inversor bastante definido en distintas etapas según la edad. Este se basaba en asumir un mayor riesgo cuando se es más joven para aprovechar los beneficios del interés compuesto desde una óptica de largo plazo, hasta, en la fase más próxima a la jubilación, optar por los activos de menor riesgo, procurando preservar el capital como paso previo a iniciar una fase de desacumulación del capital tras el retiro. Es decir, adaptar la distribución de los activos financieros (asset allocation) según avanza la edad y evoluciona el volumen de ingresos y de gastos, desde posicionamientos de mayor riesgo y volatilidad hasta otros basados en la protección del patrimonio.

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Una nueva realidad

En apenas tres décadas, la evolución de la esperanza de vida en España, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), ha sido espectacular. Si en 1990, una persona vivía de media algo menos de 77 años, en 2021, la esperanza de vida supera los 83 años. Tomando como base la edad promedio del retiro en los 65 años, significa que ha aumentado un tercio el tiempo que dura la jubilación. Una noticia magnífica desde el punto de vista demográfico, pero que obliga a replantear las finanzas personales, teniendo en cuenta la situación patrimonial de cada particular, su horizonte temporal y el nivel de riesgo que está dispuesto a asumir como inversor. Y, todo ello, mientras, por supuesto, se tiene en cuenta la situación actual de los mercados para entender cómo confeccionar la estrategia más adecuada para obtener rentabilidad por los ahorros.

Además, desde el punto de vista laboral, también se han implementado en los últimos años algunos cambios relevantes que han modificado sustancialmente el perfil inversor de las personas retiradas. Por ejemplo, se han potenciado nuevas fórmulas de jubilación, flexibles y compatibles con el desarrollo de actividades profesionales, que permiten mantener e incrementar las bases de cotización para el cálculo de la pensión; también, han crecido las prejubilaciones, lo que lleva al retiro anticipado a personas que, por edad y por capacidad, todavía podrían estar en activo. En este contexto, se ha difuminado la división tradicional que existía sobre los ahorradores, entre aquellos que se encontraban en fase de acumulación (más dispuestos a invertir en activos de riesgo para incrementar la rentabilidad de su patrimonio) y los que estaban en una etapa de preservación (afrontando objetivos más a corto plazo y cuya principal meta de inversión era la de batir el comportamiento de la inflación para no perder dinero).

Se ha difuminado la división entre los ahorradores según su edad, ya que muchos jubilados son inversores activos que buscan rentabilidad

Fondos de inversión y planes de pensiones

En este contexto, existen algunos productos diseñados para acompañar al inversor en todas las etapas, incluida la jubilación. Un buen ejemplo son los fondos y los planes de pensiones de ciclo de vida, que determinan de manera automática la asignación de activos de acuerdo a la etapa que afronta el partícipe, teniendo en cuenta su perfil de riesgo, sus metas de inversión y, por supuesto, su edad. Suelen establecer una fecha objetivo en la que se marcan un reto y, en base a él, construyen desde una óptica de gestión activa la distribución de la cartera. Por regla general, van reduciendo de manera paulatina su exposición a los activos más volátiles para apostar por otros más estables, como puede ser la renta fija.

Los planes de pensiones de ciclo de vida son una buena alternativa para ‘trabajar’ activamente en los ahorros a largo plazo

Otra posibilidad es, directamente, elegir entre el abanico de oferta existente entre las diferentes clases de planes de pensiones individuales, quizá el producto más popular de ahorro previsional a largo plazo. El objetivo de estos últimos es generar un excedente, a través de las aportaciones periódicas de sus partícipes, para que el cliente pueda disponer de él, tanto en forma de capital como de rentas, durante su futura jubilación. Desde 2021, la desgravación anual máxima que se puede llevar a cabo en este tipo de productos es de 2.000 euros hasta un máximo del 30% de la base imponible, frente a los 8.000 euros anteriores.

Alcanzado el retiro, surge la duda de si es más conveniente rescatar todo el plan e invertir en otros activos o hacerlo a través de rentas periódicas. La ley no obliga a rescatar el plan cuando se abandona la vida laboral, por lo que, de hecho, se pueden seguir realizando aportaciones. Eso sí, siempre que no se haya dado inicio ya al cobro de la prestación del plan. Además, hay que tener presente que, cuando se inicia el rescate, hay que declararlo a Hacienda como rendimientos del trabajo, con las consecuencias fiscales que eso tendrá en la declaración de la Renta, elevando el tipo en el que se tributa.

Es decir, que puede ser una buena alternativa, desde una óptica de gestión del patrimonio, mantener el capital invertido en el plan de pensiones (de modo que continúe generando rentabilidad) mientras se mantiene un portfolio diversificado de inversiones en la cartera, combinando productos con diferente exposición al riesgo. Otra posibilidad es la de rescatar una parte del plan, por ejemplo, priorizando las aportaciones realizadas antes de 2007, de manera que sea posible beneficiarse de una reducción del 40% en el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF). Con este excedente de liquidez, es posible confeccionar una estrategia de inversión buscando obtener una rentabilidad mayor que el coste fiscal que implica cotizar en la Renta por el plan.

En qué invertir durante la jubilación

Uno de los pasos lógicos para invertir tras la jubilación es apostar por los fondos de inversión, optando por aquellos que tengan una estrategia más conservadora. Por ejemplo, existen fondos focalizados en el reparto de dividendos que aseguran a los partícipes rentas de manera recurrente al invertir en compañías consolidadas que, como norma habitual, reparten dividendos entre sus accionistas. Hay que tener presente, sin embargo, que habrá que tributar más adelante en la Renta por estos dividendos.

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Otra posibilidad son los Unit Linked, unos seguros de vida ahorro en los que el cliente puede distribuir el capital entre las distintas alternativas que se le ofrecen. Su principal ventaja fiscal es que los rendimientos acumulados tributan como cualquier otra renta del ahorro. No tienen límite máximo de aportación pero tampoco ofrecen garantía de rentabilidad, por lo que se puede llegar a perder la totalidad del capital invertido. Los rendimientos obtenidos tienen la consideración de rendimiento íntegro del capital mobiliario, tributando como renta del ahorro en el IRPF, sometidos a una retención del 19% a practicar por la entidad.

Como complemento, además de la renta fija, es posible incluir dentro de la cartera otro tipo de activos, como propiedades inmobiliarias o seguros de renta vitalicia, de manera que aumente la diversificación y la generación de ingresos periódicos bajo el prisma de conseguir, por medio de una gestión activa, mantener el nivel de vida previo a la jubilación.

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