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Guerra comercial China- EE.UU.: Así afecta a tu negocio

Tue Aug 11 10:33:08 CEST 2020

La tensión entre dos de las grandes potencias económicas mundiales ha provocado un vaivén de problemas en el mercado empresarial global

Las relaciones entre China y Estados Unidos (EE.UU.) están marcadas desde hace años por la tensión y la desconfianza. La llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. en 2017 fue el punto de partida. El mandatario inició una guerra comercial sin precedentes, puesto que acusaba a China de muchos de sus problemas, especialmente de los asociados al déficit comercial.

Todas estas disputas geopolíticas han traspasado fronteras y son una de las principales preocupaciones en todo el mundo. Antes de que estallara la crisis de la pandemia, casi un 61% de los directivos y empresarios que consultó PwC para su Consenso Económico de 2019 afirmó que las tensiones proteccionistas entre las dos grandes potencias económicas eran el mayor problema –a corto y medio plazo- de la coyuntura internacional.

“Los resultados de este enfrentamiento, como ya ha analizado el Fondo Monetario Internacional (FMI), se han dejado ver en una devaluación del yuan, en la aceleración de una burbuja inmobiliaria en el país y en un crecimiento súbito de la deuda privada. China corre el riesgo, como advierte un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de que sus exportaciones caigan por encima del 25%”, argumenta Carlos Dalmau, director de Soluciones Internacionales de Banco Sabadell.

Un 61% de los directivos afirmó que las tensiones proteccionistas entre China y EE.UU. eran el mayor problema a corto y medio plazo de la coyuntura internacional

Ramón Gascón, profesor de EAE Business School, recuerda que desde la llegada del presidente Trump al poder, “una de las propuestas de su programa fue generar menor dependencia de mercados exteriores reforzando la ecuación producción- demanda interna; en esta línea, la reducción del déficit comercial con China fue una de las medidas en las que Trump puso mayor énfasis”. De este modo, en enero se firmaba un preacuerdo entre ambos países, pero “éste estalló con la crisis de la COVID-19”, añade Gascón.

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Estados Unidos veía en este pacto comercial parcial la manera de hacer que China fuera un mejor socio comercial y, por su parte, los asiáticos consideraban que era el primer paso para poner fin a los aranceles estadounidenses. Pero Mario Esteban, investigador en el Real Instituto Elcano especializado en China, considera que “esta tregua temporal no resolvía ninguno de los problemas económicos y estratégicos”.

Es más, para el experto lo más probable es que “no se materialice la totalidad de las promesas de compras chinas de productos estadounidenses debido en gran parte a problemas derivados de la COVID-19”. Y es que el coronavirus se ha percibido como un elemento de desestabilización; hasta tal punto que EE.UU. ha aprovechado para acusar abiertamente a China. Además, recientemente Trump ha hecho público su pesimismo sobre la posibilidad de alcanzar un segundo acuerdo comercial antes de las elecciones presidenciales de noviembre.

EL FUTURO DE LAS EXPORTACIONES ESPAÑOLAS

En este incierto escenario, un 93% de los españoles cree que la rivalidad china-estadounidense tendrá consecuencias negativas para España, según el último Barómetro del Real Instituto Elcano, presentado en abril. Pero Esteban, uno de sus investigadores y además profesor del Centro de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), cree que un deterioro de las relaciones comerciales entre el país asiático y el americano “puede crear oportunidades para empresas españolas en forma de desviación comercial”. Sin embargo, será negativo para “aquellos que estén utilizando uno de estos países, más frecuentemente China, como plataforma de exportación hacia el otro”.

Según los expertos las exportaciones a China no deberían quedar muy afectadas por la tensión geopolítica; pero sí será más complicado encontrar un mercado de sustitución para los productos que España vendía a EE.UU.

Jordi Bacaria, catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y director de Foreign Affairs Latinoamerica, es optimista respecto a las exportaciones españolas a China, “que se concentran mucho en el sector agroalimentario y no deberían quedar muy afectadas por la tensión geopolítica”. En el lado contrario, el profesor Gascón supone que “a España le va a resultar complicado encontrar un mercado de sustitución para los productos que vendía, principalmente, al continente americano como el aceite de oliva, el jamón o el vino”. Habrá que buscar nuevos caminos: “se puede exportar a otros mercados como Vietnam o Singapur, pero la maduración de la oferta tardará en construirse”, añade.

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De hecho Vietnam es, desde hace unos años, el primer exportador a Estados Unidos de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean), formando parte de los 15 países más competitivos del mundo según el Índice de Competitividad Manufacturera Global de Deloitte. Carlos Dalmau, director de Soluciones Internacionales de Banco Sabadell, apunta que el PIB de Vietnam lleva “cinco ejercicios creciendo por encima del 5% y, además según datos estadísticos del Banco Mundial, su coste laboral es de alrededor de la mitad respecto al que tienen los trabajadores chinos”.

En este nuevo contexto internacional cada vez más proteccionista, las empresas que quieran vender en estos países “tendrán que plantearse seriamente invertir allí”, recomienda Esteban. Por el contrario, en relación a las importaciones, “debería ser menos problemático, salvo en aquellos sectores sensibles tecnológicamente en los que Estados Unidos pueda imponer sanciones a quienes recurran a proveedores chinos”, puntualiza.

OBJETIVO: EL CONTROL DEL 5G

Y es que, sobre esta tensión política planea otro gran problema: la hegemonía por el liderazgo tecnológico en el mundo. La guerra entre Estados Unidos y China tiene un carácter estratégico por el control y dominio de la tecnología y las grandes empresas tecnológicas. “La Unión Europea (UE) se está quedando atrás en este desarrollo y deberá elegir entre depender de una potencia o de otra”, opina Jordi Bacaria.

El catedrático de Economía Aplicada lo tiene claro: “En caso de no comprar esta tecnología a China, las exportaciones pueden quedar afectadas por represalias comerciales. España debería seguir una estrategia conjunta con la UE, teniendo en cuenta que Alemania cubre el 80% del comercio europeo con China y a su vez el comercio exterior de España depende de Alemania”.

La Unión Europea se está quedando atrás en el desarrollo de la tecnología 5G y deberá elegir entre depender de China o de Estados Unidos

Pero “cada vez son más las voces críticas con el principal sponsor asiático, la china Huawei”, añade Ramón Gascón. Esto no facilitará –según el profesor de la EAE- la relación que subyace en el comercio internacional por parte de las empresas. Según el experto, “habrá que estar atentos a cómo se posicionan todos los países para poder analizar más en profundidad cómo se reordena el tráfico de exportación de bienes y servicios españoles a uno y otro lado”.

En este sentido, según el informe ‘Doing Business del Banco Mundial’, Taiwán se sitúa como un socio idóneo en la industria de la alta tecnología. Según el director de Soluciones Internacionales de Banco Sabadell, de hecho “Taiwán es más eficiente incluso que China en este mercado”. La producción de este país tiene muy buena reputación, “gracias, por ejemplo, a la labor de empresas como Foxconn, el mayor fabricante de productos electrónicos por encargo del mundo, incluidos los iPhones de Apple”, añade Dalmau.

Por lo tanto, unos mercados que siguen a la espera de cuál es el siguiente paso que dan China y Estados Unidos. Bacaria cree que las empresas españolas tienen poco margen de actuación en este contexto internacional y, para él, lo más importante es “asegurar el mercado de China frente a otros competidores potenciales que puedan desplazar a España, como por ejemplo países de América Latina con productos agroalimentarios”. De la relación de Estados Unidos y China dependerá el futuro del mundo. La clave para los españoles está en saber buscar nuevas oportunidades y vislumbrar la crisis como la excusa para recurrir a nuevas soluciones.

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