Invertir es un verbo arriesgado por naturaleza. Un escenario resbaladizo por el que moverse con un ‘calzado’ especial: el del criterio. Un exceso de confianza, impaciencia o inexperiencia puede generar un traspiés innecesario. Para todos aquellos que no poseen el tiempo, las habilidades técnicas, la formación o la experiencia que requiere operar en el mercado financiero, existen productos adecuados para no quedarse fuera de la carrera por la rentabilidad: los fondos de inversión.
Se trata de un instrumento al alcance de cualquier perfil inversor con el que acceder de forma colectiva a una cartera compuesta por diversos activos. Su particularidad es que son administrados por una entidad o sociedad gestora. Constituidos por el aporte de diversas personas -denominadas partícipes-, detrás de los fondos de inversión encontramos equipos profesionales con capacidad para analizar los diferentes activos y mercados, operar y tomar las mejores decisiones de forma global.
Llamados Instituciones de Inversión Colectiva (ICC), los fondos ilustran cómo también en el mercado inversor la unión puede hacer la fuerza, permitiendo a diversos inversores con un capital más modesto optar a activos a los que ‘en solitario’ no podrían acceder. Es lo que opina Frederico Contente, fundador de Steer, escuela independiente de trading y profesor de Educación Financiera en Lisboa y Oporto. “Uno de sus principales valores es su simplicidad para el inversor espontáneo”, explica Contente.
Divide y... ganarás
En segundo lugar, los fondos de inversión permiten diversificar la inversión en diferentes activos, sectores o mercados según el criterio de la entidad gestora. “Su valor radica en el hecho de que son gestionados por profesionales que por su experiencia pueden reducir el riesgo de la inversión”, explica Contente, y añade: “Una cartera de un fondo tiende a estar compuesta por un abanico de productos diferentes que permiten no estar expuesto al movimiento de un solo activo”.
Otro aspecto fundamental del fondo de inversión es su tratamiento fiscal, ya que supone una ventaja competitiva que lo coloca en un puesto privilegiado frente a otros productos de inversión. En esencia, la fiscalidad de un fondo de inversión se aplica solo cuando el inversor reembolsa las participaciones del fondo. Es decir, hasta que el usuario retira su dinero del fondo no debe pagar impuestos. Por el contrario, se pueden realizar traspasos sin tributar.
La ‘cara b’
Como ocurre con cualquier otro tipo de producto, el fondo de inversión también presenta algunos inconvenientes. Uno de los problemas más frecuentes es la falta de claridad en la información. “Puede suceder que los inversores no estén correctamente informados sobre el producto y el mecanismo de funcionamiento”, explica Contente. “Algunos fondos actualizan su precio como máximo una vez al día. Puede haber cierta falta de control entre lo que realmente están comprando y el tiempo de liquidación del producto financiero”, observa.
De hecho, el IV Estudio del Observatorio Inverco acerca de la visión de los partícipes sobre los fondos de inversión y sus gestores pone de relieve que la mayoría de las personas que poseen un fondo desconoce quién se encarga realmente de tomar las decisiones de inversión. En concreto, solo un 45% de los propietarios de fondos sabe que es un equipo de gestores el encargado de hacer las inversiones, mientras que un 44% piensa que es el empleado del banco (director de oficina, asesor financiero o comercial...).
Renta variable o fija: esa es la cuestión
Existe un amplísimo abanico de tipos de fondos y divisiones, como podría ser la zona geográfica de la inversión. No obstante, la clasificación más común es la que los divide según el tipo de activos en los que la gestora invierte las aportaciones de los partícipes. Entre otros, estos pueden ser fondos de renta fija (caracterizados por la ausencia total de exposición a renta variable), fondos de renta variable (con una exposición mínima del 75% en renta variable), fondos mixtos, etc.
Llegados hasta aquí, la pregunta es obligada: ¿es mejor invertir directamente en bolsa o hacerlo a través de otros productos? Según el director de Steer, hay que informarse siempre de los riesgos que conlleva cada producto de inversión, teniendo en cuenta que cuanto más expuesto a renta variable, más exposición al riesgo conlleva. “Una operación directa en bolsa pone el 100% del riesgo del lado del usuario. Productos como los fondos son manejados por gestores financieros que pueden reducir el riesgo considerablemente, pero nunca eliminarlo del todo”, concluye.