Con un tejido empresarial en el que la inmensa mayoría de pymes cuentan con menos de diez empleados y una situación de tesorería delicada, a veces resulta complicado demostrar que un proyecto de negocio cuenta con las suficientes garantías de éxito como para optar a obtener financiación. A este hecho se suma el actual contexto de crisis, donde la incertidumbre acerca del escenario económico pos-COVID-19 es muy elevada.
Por ello, entre las distintas alternativas que puede tener una entidad para conseguir liquidez, una de las que parece que cada vez está cogiendo mayor peso es el capital riesgo (cuyas entidades están reguladas en España por la Ley 25/2005, de 24 de noviembre). En nuestro país, según datos de Ascri (la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión), el capital riesgo cerró 2019 con un volumen de inversión de 8.513 millones de euros, su máximo histórico y un 42 % más que el año anterior.
A modo de síntesis, este segmento se caracteriza por:
- Servir de financiación principalmente a empresas que precisan de recursos de capital suficientes para poner en marcha sus proyectos iniciales o de crecimiento.
- Este tipo de operaciones tienen un riesgo inherente, dado que un elevado número de nuevas compañías no supera su primer año de vida.
- El inversor participa del capital social de la entidad, como norma general a través de la compra de acciones.
- La participación suele ser temporal, durando alrededor de 10 años en el caso de negocios nuevos o un máximo de cinco para compañías con cierto bagaje.
- Cada vez es más habitual que el capital riesgo se oriente hacia empresas que promueven proyectos innovadores en tecnología, en sectores como la salud, la robótica, la medición de datos o métricas de consumo y de marketing.
La liquidez es el rey
Incluso en un contexto de crisis, las empresas tienen dos modos principales de obtener liquidez suficiente con la que gestionar su capital circulante (o fondo de maniobra):
- Por medio de pagos de acreedores como consecuencia de su actividad productiva.
- A través de sus recursos permanentes o con fondos ajenos.
La incertidumbre económica sobre los efectos reales de la crisis del coronavirus está teniendo ya unas consecuencias relevantes en la situación financiera de las compañías y en su posición de liquidez. Entidades que hasta hace unas semanas tenían un performing elevado y buenas perspectivas a futuro, hoy levantan dudas entre los inversores, lo que termina por afectar negativamente a su valoración.
En este contexto, los gestores deben tomar decisiones para los diferentes escenarios de recuperación que pueden abrirse, teniendo como premisa un dicho en el mundo de la inversión que reza que ‘Cash is the king’, es decir, que la liquidez es el objetivo principal de cualquier gestor. Y en este sentido tener presente que muy posiblemente haya que apostar por incrementar el capital circulante a costa incluso de la rentabilidad.
Ante esta tesitura, antes incluso de valorar la posibilidad de apostar por la financiación vía capital riesgo, cualquier entidad debe analizar otras opciones existentes:
- Fuentes de financiación instrumentadas por el Gobierno y destinadas principalmente a pymes y autónomos, como los préstamos ICO o la línea de cobertura de 2.000 millones recientemente implementada a través de CESCE. También la Empresa Nacional de Innovación (ENISA), que otorga préstamos participativos para jóvenes emprendedores y pymes innovadoras.
- Estudiar las posibilidades que ofrecen los bancos, no sólo a través de préstamos o líneas de crédito, sino a través de otras soluciones para mejorar la liquidez, como el factoring (convertir circulante en dinero líquido de manera inmediata), el confirming (cobrar facturas antes del vencimiento mediante el anticipo de su importe) o los microcréditos de concesión inmediata.
- Buscar entre los fondos de deuda que existen en España y que financian sectores con gran peso en la economía, como hoteles, logística o inmuebles.
Una vez descartado lo anterior, el capital riesgo gana peso como fuente de financiación alternativa para cualquier empresa. Incluso en medio de la tormenta actual, Ascri ha subrayado que existen en nuestro país alrededor de 4.500 millones de euros disponibles a través de fondos de inversión para operaciones de estas características. Aquilino Peña, vicepresidente de esta organización y, también, socio fundador de Kibo Ventures, ha indicado que “se ha producido una aceleración digital de años en dos meses con la crisis y esto va a generar múltiples oportunidades. Estamos convencidos de que las startups de los años 2020 y 2021 producirán algunas de las mejores añadas para la inversión”.
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El impacto del COVID-19 en el capital riesgo
De acuerdo a Crunchbase, 2018 fue el año de mayor inversión global en financiación empresarial de la historia. En total, más de 25.000 startups de todo el mundo encontraron inversores dispuestos a arriesgar capital en ellas en los últimos 24 meses.
Sin embargo, el último trimestre del año pasado ya comenzaron a retroceder estos resultados, principalmente en China y EE.UU. Una tendencia que se repitió en los primeros meses del presente ejercicio, con un 5% menos de rondas de financiación (7.600) respecto al mismo periodo del año anterior, y, lo que quizá es más preocupante, con una disminución del 17% en el capital invertido, hasta 63.800 millones de dólares.
Paradójicamente, la crisis global que ha traído consigo el coronavirus podría ser positivo para el capital riesgo. Un informe de Pitchbook resalta que poco después del estallido de la crisis subprime de hace una década se crearon nuevos fondos que buscaban identificar empresas unicornio con proyectos innovadores por todo el mundo.
De hecho, tal y como señala Federico Servetto, director de Estrategia de Clientes de Banco Sabadell, “el contexto actual de descuento en las valoraciones, es idóneo para la inversión en capital riesgo, conociendo los riesgos asociados”. Según este experto, es “en los momentos de incertidumbre donde puede contribuir a dar continuidad a empresas que tienen falta de liquidez o son insolventes y que quedan fuera de la financiación tradicional”.
Por qué apostar ahora por el capital riesgo
- No exige avales por parte de la empresa, sino que es su proyecto en sí mismo la principal garantía.
- Los fondos inversores cuentan con profesionales que pueden ayudar en la gestión o en la captación comercial de la entidad.
- La empresa incorpora inversores de prestigio en el capital social, lo que contribuye a aumentar su notoriedad.
- La pyme accede a cantidades muy elevadas de liquidez que normalmente por otros circuitos le sería más difícil (o incluso imposible) de conseguir.