Olas de calor sin precedentes, aumento del nivel del mar, sequías devastadoras o incendios que arrasan bosques. La Unión Europea (UE) pierde al año 12.000 millones de euros por fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes y severos. Por eso mismo, la Comisión Europea aprobó una nueva estrategia que propone redoblar los esfuerzos para combatir el cambio climático. El objetivo es pasar de la “comprensión del problema al desarrollo de soluciones y de la planificación a la aplicación”, según el comunicado del Ejecutivo comunitario.
La crisis del coronavirus ha puesto de relieve la conexión entre salud y clima. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, aseguró en el Foro Económico Mundial de Davos que la acción climática es crucial para prevenir la aparición de futuras crisis sanitarias. La alemana hizo referencia a la correlación entre el último brote de ébola en África y la deforestación en el continente, que impulsó la migración de murciélagos hacia las zonas urbanas. “Si no actuamos urgentemente para proteger nuestra naturaleza, la próxima pandemia estará a la vuelta de la esquina”, señaló.
La ola de calor europea que dejó 2.500 fallecidos fue el desastre natural más mortífero en el mundo en el año 2019. Los líderes comunitarios repiten que es el momento de actuar porque para la contaminación “no hay vacuna”. “La pandemia de la COVID-19 ha sido un brusco recordatorio de que una preparación insuficiente puede tener consecuencias nefastas. No hay ninguna vacuna contra la crisis climática, pero todavía podemos combatirla y prepararnos para sus efectos inevitables, que ya se perciben tanto dentro como fuera de la UE”, recordó Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión para el Pacto Verde Europeo.
Los cálculos más optimistas de Bruselas estiman que un calentamiento global de tres grados por encima de los niveles preindustriales daría lugar a pérdidas de 170.000 millones de euros al año en el continente. Por ejemplo, los daños para agricultores ocasionados por las sequías extremas supusieron solo en Francia unas pérdidas de 2.000 millones de euros durante 2018.
Para tomar el liderazgo mundial en la acción climática, la UE se ha propuesto ser la primera potencia global neutra en emisiones de CO2. Para conseguirlo, se fija una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030 con respecto a niveles de 1990. Para atraer a los países europeos más reticentes por su dependencia del carbón, como Polonia, el bloque comunitario abogó por reconocer el gas como una de las “tecnologías de la transición”.
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De la familia a los Gobiernos: implicar a todos los actores
La UE ha fiado parte de su recuperación de la pandemia y modernización de la economía a la transición climática. Los 750.000 millones de euros del Fondo de Recuperación Europeo, también conocido como Next Generation EU, tienen como una de sus prioridades impulsar la transformación verde. De hecho, los Estados miembros deben destinar al menos el 37% de las ayudas europeas a proyectos alineados con los objetivos climáticos. Pero en Bruselas advierten de que para ser efectiva, la acción medioambiental debe implicar a todos los ámbitos de la sociedad: desde las familias hasta los organismos internacionales. Y también a todos los sectores: desde empresas de construcción costeras hasta agricultores y ganaderos.
Por ello, el centro de la nueva estrategia europea, que ha visto recientemente la luz, se basa en mejorar el conocimiento de los impactos climáticos e implementar soluciones tanto a escala individual como mundial. “Es necesaria una adaptación más inteligente, rápida y sistémica”, resume la Comisión. Así, el plan europeo propone impulsar las “fronteras del conocimiento” para “recopilar más y mejores datos” sobre consecuencias relacionadas con el cambio climático. Para ello, la Plataforma Europea de Adaptación al Clima (CLIMATE- ADAPT) contará con un nuevo observatorio sanitario de seguimiento de estos efectos.
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Las cuatro arterias que vertebran la nueva estrategia, que se encuadra dentro del Pacto Verde Europeo, pasan por promover enfoques “subnacionales, nacionales y regionales”, especialmente en África; integrar esta adaptación en la política macropresupuestaria; establecer soluciones centradas en la naturaleza; y adoptar medidas locales. “El cambio climático se está produciendo hoy, por lo que debemos construir un mañana más resiliente”, concluye el documento europeo.