El desequilibrio del sistema de pensiones lleva años siendo el centro del debate económico y social en España. Se calcula que el país tendrá 1,5 cotizantes por cada pensionista en 2050, por lo que para revertir esta cifra es necesario que crezca la ocupación.
En tres décadas, España registrará una menor tasa de desempleo, los trabajadores desempeñarán menos horas de jornada laboral, habrá menos economía sumergida y la productividad será mayor. Así se recoge en España 2050, el plan del Gobierno para crear una estrategia nacional de largo plazo que permita que la prestación de jubilación sea sostenible en el contexto actual de caída de la recaudación y con una pirámide poblacional invertida. Esta estrategia, presentada hace unas semanas por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, alerta de que la edad de jubilación establecida en los 67 años puede quedar atrás muy pronto.
En esta misma línea, el Banco de España augura que el gasto en pensiones aumentará a un ritmo muy significativo si se continúa con el sistema actual debido, entre otros factores, al envejecimiento de la población. Además, el organismo estima que el país se enfrentará en 30 años a un aumento del gasto en pensiones de entre 4,7 y 12,2 puntos porcentuales del producto interior bruto (PIB).
El año 2050 se ha postulado como un horizonte no tan lejano en el que por cada tres personas en edad de trabajar habrá casi dos mayores de 65 años. Dicho de otra manera: 1,5 cotizantes por cada pensionista. Esta situación impediría financiar el sistema de pensiones bajo el modelo actual, que presupone para su buen funcionamiento un mínimo de 2,5 trabajadores por cada jubilado. Esta situación es ya una realidad en 13 provincias españolas donde la fuerza laboral está decreciendo y el número de pensionistas está aumentando.
La dependencia de las pensiones crece de manera acelerada. Entre 2010 y 2060 se prevé un aumento de un 34% hasta situarse casi en el 60%. “El envejecimiento va a afectar de manera relevante y directa a los indicadores económicos del país”, aseguró Óscar Arce, director general de Economía y Estadística del Banco de España en el ‘I Foro de Envejecimiento Edad&Vida: Repercusiones del envejecimiento en la economía española’. “La disyuntiva entre la tasa de beneficio y las contribuciones al sistema de pensiones será más desfavorable que en el pasado”, afirmó.
El envejecimiento de la población conlleva, inevitablemente, una gran pérdida de fuerza laboral. Por ello, España 2050 plantea aumentar la tasa de empleo de las mujeres, de los mayores de 55 años y potenciar el talento actual. Con estas medidas, se evitaría que en tres décadas en España haya 3,7 millones menos de potenciales trabajadores.
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La reforma de las pensiones, que puede aprobarse en el Congreso de los Diputados en las próximas semanas, contempla medidas como la revalorización de las pensiones con el índice de precios de consumo (IPC), el nuevo sistema de cotización de los autónomos o el retraso en la edad de jubilación, así como unos mayores desincentivos a las jubilaciones anticipadas. En principio, estos cambios entrarán en vigor este mismo año, aunque está previsto que los asuntos más importantes se dejen para 2022.
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La derogación formal del índice de revalorización de las pensiones (IRP) que se introdujo en 2013 estará acompañada de la eliminación de la otra parte de la reforma aprobada ese mismo año: el factor de sostenibilidad, que suponía el ajuste a la baja de la pensión inicial de acuerdo con la esperanza de vida prevista. Con esta hoja de ruta, el Gobierno pretende garantizar la viabilidad del actual sistema de pensiones y sus cuantías.
En este sentido, el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones ha propuesto sustituir el factor de sostenibilidad por un nuevo mecanismo que persiga la preservación de la equidad intergeneracional, aunque los principales parámetros deberán revisarse periódicamente en el marco del Pacto de Toledo en función del equilibrio entre la población ocupada y la población pensionista y del nivel de gasto agregado. Otro aspecto de la reforma es la definición de la situación financiera real del sistema de la Seguridad Social, de forma que deje de asumir gastos no contributivos (los llamados gastos impropios) y destine las cotizaciones sociales al pago de prestaciones de naturaleza contributiva (fundamentalmente las pensiones).
La clave es planificar y complementar la pensión de jubilación
El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ha trabajado en los últimos detalles de una reforma que necesita urgentemente devolver la estabilidad al sistema de prestaciones. La factura de las pensiones también se encuentra en una situación no muy alentadora. De los 9,8 millones de pensiones que se abonan cada mes, el 62% son de jubilación. Y la pensión media que perciben estos jubilados hoy es más alta que hace un año: en mayo se situó en 1.187,8 euros, un 2,3% más que en 2020.
De aquí, la importancia de la planificación para poder complementar el día de mañana la pensión pública. Más allá de mejorar la sostenibilidad del sistema de pensiones, es necesario concienciar a los ciudadanos de la necesidad de buscar fórmulas alternativas para asegurarse el nivel de vida durante la jubilación. El abanico de soluciones en cuanto al ahorro privado es muy amplio tanto en el ámbito individual como en el empresarial. Por ejemplo, en este último caso, los planes de pensiones de empleo (PPE), fórmula muy extendida en Europa, pueden ser una buena herramienta, así como los planes para que las compañías lo ofrezcan como beneficio social a sus trabajadores.
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A nivel personal, hay que analizar los ingresos, las expectativas, la situación familiar y otros temas más complejos como la diversificación entre uno o varios productos de ahorro. Actualmente, la opción más popular entre los españoles son los planes de pensiones individuales. Según la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP), al finalizar 2020, estos productos contaban con un volumen gestionado de unos 165.000 millones de euros. Además, están diseñados para no ser rescatados hasta el momento de la jubilación y disponen de ventajas fiscales.
Otra opción son los planes de previsión asegurados (PPA), que, aunque son menos elegidos entre los españoles (en 2020 contaron con un volumen que no llegó a los 12.000 millones de euros), son idóneos para los perfiles más conservadores. Por su parte, los planes de pensiones de ciclo de vida invierten según el riesgo que se esté dispuesto a asumir y cuentan con un horizonte temporal de inversión muy concreto. En este punto, es importante contar con un buen asesoramiento, ya que los expertos pueden aportar una ayuda clave para definir la estrategia de los clientes y adaptarla en función de las necesidades de cada caso, siempre teniendo en cuenta las metas vitales que se hayan marcado.
Inmaculada Domínguez, profesora de Economía Financiera y experta en Pensiones, explica en el Podcast de Banco Sabadell que es realmente necesario ahorrar para la jubilación a través de productos específicos de previsión, así como contar con un buen asesoramiento. “Cualquier ahorro vale, pero sí es verdad que es bueno tener un ahorro enfocado hacia esa previsión y jubilación para que cumpla el objetivo”. Preparar económicamente la jubilación, reafirma, pasa por recibir la mejor información y asesoramiento.