“Si te equivocas, hazlo pronto y barato”. Esta es una de las premisas del método Lean, una de las fórmulas de trabajo de las empresas de software de Silicon Valley (EE.UU.). Se basa en la experimentación y en el método de ensayo y error.
Lo que la diferencia de otras fórmulas de trabajo es el enfoque low cost y la rapidez de ejecución. Así logra reducir los costes de lanzar una empresa o poner en marcha un proyecto, un planteamiento que resulta ideal para las empresas en tiempo de coronavirus.
Gracias a él se puede “diferenciar una idea buena, que es la que tiene aplicación e integración”, explica Simon Lee, director general de la consultora Península, especializada en innovación, en el Podcast de Banco Sabadell sobre métodos creativos de las empresas para superar la crisis.
Pasos básicos del método Lean
Su filosofía es muy fácil de entender y ahí radica parte de su éxito. De forma muy resumida, se trata de crear, medir, aprender y volver a empezar el ciclo.
Paso 1. Plantear una hipótesis de trabajo
Esta sería “la idea”, lo que se pretende probar. Basándose en la metodología de desarrollo de cliente, habría que identificar una necesidad o un problema que resolver. Por ejemplo, un nicho de clientes que tiene una necesidad muy concreta de un producto.
Paso 2. Crear un Producto Mínimo Viable (MVP)
El objetivo de este Producto Mínimo Viable (MVP) es salir al mercado lo antes posible para poder medir y validar la hipótesis. Siguiendo el ejemplo anterior, en el método tradicional habría que contactar con un distribuidor, crear una red de envío y distribución, asegurar la red de venta… En lugar de eso, el MVP puede consistir en crear una web básica en la que anunciar el producto e indicar dónde se puede adquirir.
Paso 3. Medir la hipótesis
El método Lean se basa en la experimentación y la medición. Por eso es importante definir las métricas claves, es decir, qué va a determinar si la hipótesis es válida o no. En el caso que ejemplificamos, podría ser el número de pedidos que se realizan.
Paso 4. Generar aprendizaje, pivotar si es necesario y repetir
Gracias al aprendizaje continuo, se puede mejorar el producto y prosperar los procesos. Por ejemplo, qué producto ha tenido más éxito y en cuál hay que enfocarse.
Un ciclo sin fin
Una vez terminado este proceso, todo se repite. Dentro de una gran empresa, esta filosofía consiste en una experimentación continua para mejorar y pulir procesos y proyectos. “Es como un barco en el que no siempre tienes claro el destino, pero sí el rumbo o las pequeñas correcciones que vas realizando en el viaje”, explica Lee.
El método Lean ayuda a reducir la tasa de fracaso en el lanzamiento de empresas y de productos, por lo que es ideal para empezar a testar ideas a bajo coste. Como la mayoría de las veces ni siquiera hace falta un producto terminado, permite hacer pruebas en un proyecto de emprendimiento e ir evolucionando sobre la marcha.
De hecho, muchas empresas ya lo han estado probando en tiempos de coronavirus sin ni siquiera saberlo. El mejor ejemplo son los comercios a pie de calle, que han tenido que dar el salto a la venta online durante la pandemia. Para la hostelería ha sido un proceso similar, en el que se han visto forzados a seguir el método de ensayo y error para reinventarse.
Lean en tiempos de incertidumbre y recursos limitados
El coronavirus ha hecho que avancemos en términos de digitalización, cambiando la forma de trabajar y consumir y dejando la incertidumbre como única certeza para el futuro.
Como explica Heather McGough, fundadora de Lean Startup Co., estamos en un momento en el que “mantener el statu quo es más arriesgado que hacer un cambio”, aunque asegura que estas alteraciones no tienen por qué ser abruptas ni mayúsculas. De hecho, precisa que las grandes transformaciones son las más peligrosas porque suelen estar motivadas por una reacción tardía.
Por el contrario, la experta en estrategia empresarial explica que ahora es el momento de dar esos pequeños pasos siguiendo el método Lean: “Las organizaciones necesitan implementar metodologías de trabajo centrados en los datos, que eliminen posibles perjuicios mentales y les ayuden a tomar mejores decisiones. Debemos abrazar el dogma de fracasar rápido y aprender todavía más rápido”. “La pregunta clave que hay que hacer al emprender no es qué pasa si fracasas, sino qué pasa si no aprendes”, sentencia en este sentido Lee.