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¿El coste de la vida sube o notamos que incrementa?

03/04/2021

La pandemia ha empujado a los consumidores a un cambio de hábitos que ha impactado en el tipo de gasto. A pesar de ello, los precios, en general, se han mantenido en el mismo nivel que el año pasado

Mascarillas, geles hidroalcohólicos y productos de desinfección para el hogar. ¿Quién iba a imaginar que estos artículos se iban a convertir en parte esencial de nuestra cesta de la compra? El cambio de hábitos provocado por la crisis sanitaria consecuencia de la COVID-19 ha generado costes extra para hacer frente a la situación de emergencia. Todo ello sin dejar de lado la cantidad de dinero requerida para adquirir otros bienes y servicios. Pero, ¿ha subido el coste de la vida de verdad o lo que ocurre es que se tiene la sensación de que se ha gastado más?

Si se toma como referencia el índice de precios de consumo (IPC), que es el indicador principal del coste de la vida, este bajó seis décimas en febrero respecto al mes anterior y situó su tasa interanual en un 0%, es decir, se mantuvo igual que en el mismo mes de 2020, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). A pesar de que hubo una presión al alza por el aumento en el precio de los carburantes, fue compensada, principalmente, gracias a la reducción en el coste de la electricidad.

Asimismo, también ha contribuido la partida de vivienda (por la caída en los precios de la electricidad), así como la estabilidad en el coste de los hoteles, las cafeterías y los restaurantes, según el INE. Otros sectores, como el ocio y la cultura, también han influido en la estabilidad del IPC al descender sus precios un 0,4%. Las variaciones, no obstante, han sido diferentes según los territorios. De manera general, en el segundo mes del año, la tasa anual del IPC disminuyó en todas las comunidades autónomas respecto al mes de enero. Los mayores descensos se han producido en Andalucía, Aragón, Canarias y Cantabria, con una bajada de seis décimas en todas ellas. Comunidad Foral de Navarra es la región donde menos ha bajado la tasa anual, que lo hizo en una sola décima.

Pero, aunque los datos del INE muestran que los precios no han subido este año respecto al pasado, la sensación que tienen dos de cada tres españoles es que han gastado más. La encuesta 'Coste de vida tras el COVID-19' elaborada por la consultora Ipsos, mostraba en junio de 2020 que el 68% de los españoles había percibido que el coste de la vida aumentó durante los primeros meses de la pandemia.

España era el segundo país de Europa, solo por detrás de Bélgica (ahí fue el 79%), donde más incremento notaron los ciudadanos. En el conjunto de los 26 países en los que Ipsos realizó el sondeo, entre los que se encontraban todas las grandes economías del mundo menos China, esta percepción en el encarecimiento se situó en el 63%. Ha sido en los alimentos (67%), los suministros, como la electricidad, el agua e internet (39%) y los artículos de entretenimiento, como la electrónica, las películas y los libros, entre otros (27%), donde los españoles han percibido especialmente el alza.

La encuesta, además, refleja que los ciudadanos achacaban esa subida a que admitían haber comprado productos más caros (50%) y a que el hecho de pasar más tiempo en el hogar debido al confinamiento había conllevado la adquisición de servicios adicionales que antes no necesitaban (35%).

“Sentimos que gastamos más porque compramos cosas que antes no necesitábamos”, dice Massimo Cermelli, profesor de Economía en Deusto Business School. “Hemos dejado de cenar fuera de casa, de viajar o de hacer alguna actividad y eso compensa el gasto que hacemos en otros artículos”, afirma. “El efecto de la COVID-19 puede notarse sobre todo en que ha cambiado de forma importante el patrón de consumo por las restricciones aplicadas”, abunda Josep Lluís Raymond, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

Lo que es cierto es que la pandemia ha empujado a un cambio de hábitos. Así lo reconoció el propio INE en abril del año pasado y es el motivo por el que se planteó modificar la manera en la que medía el IPC. La razón detrás de esta decisión fue que algunos productos de la cesta de la compra habían ganado más peso (como alimentos, bebidas no alcohólicas, bienes de consumo duradero y productos farmacéuticos, entre otros), mientras que otros habían perdido relevancia (transporte, calzado, vestido, ocio y cultura). Desde enero de este año, el IPC refleja esta nueva ponderación.

Adicionalmente a ese cambio, el INE estableció dos índices paralelos al IPC: el grupo de 'bienes COVID-19' (integrado por productos de gran consumo, alimentos, bebidas, tabaco, productos de limpieza del hogar y de cuidado personal y comida para animales) y el de 'servicios COVID-19' (luz, alquiler, calefacción, agua, teléfono, así como música y plataformas en streaming y seguros). El índice 'bienes COVID-19' aumentó del 1,1% en febrero, en términos anuales. En él, los alimentos sin elaboración tuvieron el mayor crecimiento (un 2,6%) y los productos para los animales domésticos (un 1,8%), mientras que los artículos de cuidado personal, los bienes no duraderos para el hogar y los farmacéuticos presentaron bajadas.

El índice 'servicios COVID-19', presentó una caída del 1,3% en el segundo mes del año. Los conceptos electricidad, gas y otros combustibles; y los de telefonía y fax mostraron la mayor caída, con un 3,6% y un 3,2% respectivamente.

La vivienda, un indicador esencial

“El precio de la vivienda y el alquiler es el componente principal del coste de vida”, afirma Ferrán Font, director de estudios de Pisos.com. En la mayoría de las ciudades se presentaron descensos en el precio del alquiler en febrero respecto al mismo periodo del año anterior, según los datos de Fotocasa. Entre los más destacados están: Barcelona (-14,1%), Palma de Mallorca (-10,6%), Málaga (-10,2%) y Madrid (-10,1%). “Es un fenómeno que no veíamos desde hacía más de seis años”, explica el analista de Fotocasa. De media, además, el precio de venta del metro cuadrado se redujo un 4,4% entre el segundo semestre de 2019 y el de 2020, de acuerdo con los datos del 'XXXII informe sobre el mercado de la vivienda' elaborado por Tecnocasa y la Universidad Pompeu Fabra (UPF).

La radiografía es muy clara: 2021 presenta un destacado cambio de tendencia, explica Font. “En 2020 la inclinación era de subida de precios (justamente antes del estallido de la pandemia) y a día de hoy podemos ver claramente cómo las consecuencias de la COVID-19, (crisis económica, restricciones de movilidad, auge del teletrabajo y clases en línea de universitarios) han aumentado la oferta, obligando a los precios a moderarse”, destacan.

LA DIFERENCIA EN EL COSTE DE LA VIDA EN MADRID O EXTREMADURA

De acuerdo con un análisis del Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (IERMB), basado en datos de 2017, el coste de la vida en España tiene importantes diferencias entre las comunidades autónomas y sus ciudades. Vivir en la Comunidad de Madrid es un 15,7% más caro que la media española. Mientras que hacerlo en Extremadura supone un 13,6% menos.

El análisis explica que, sobre una media española de 100, la Comunidad de Madrid está en 115,7 y Cataluña en 107,6. Por el lado contrario, Murcia está en un 87,8 y Extremadura en 86,4. Dicha diferencia implica que realizar la compra en la capital resulta mucho más oneroso que en otras zonas del país. Después de la Comunidad de Madrid y Cataluña le siguen Baleares, Cantabria, Aragón, el Principado de Asturias, Navarra, Canarias y Andalucía. Por abajo de Extremadura le sigue Castilla-La Mancha, con más de 10 puntos por debajo del nivel de precios medios. La Comunidad Valenciana se sitúa en una posición intermedia.

La diferencia entre el coste de la vida en la Comunidad de Madrid y Extremadura, explica Josep Lluís Raymond, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), se explica a través de varios factores. Uno de los más importantes es el diferente coste de la vivienda, aunque puede afectar a otros muchos bienes y servicios que suponen un mayor precio en la Comunidad de Madrid que en Extremadura. “Las diferencias de precio se deben sobre todo a vivienda y servicios. Por contra, lo que son bienes industriales, desde automóviles a televisores, son más homogéneos en todo el territorio”, añade el experto, coautor del informe 'El coste de la vida en las CCAA, Áreas Urbanas y Ciudades de España'.

Raymond lo ilustra de la siguiente manera: una familia que vive en Extremadura o en la Comunidad de Madrid, puede adquirir por el mismo precio un televisor o una lavadora. No obstante, un corte de pelo o una cena en un restaurante, para un mismo estándar de calidad, posiblemente resulte más costoso en Madrid que en Extremadura.

Fotografía de Charlie Deets en Unplash
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