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El arte como vehículo de inversión

Fri Jan 08 09:38:25 CET 2021

Más allá del disfrute personal, invertir en esta industria puede ser una muy buena decisión desde una óptica de rentabilidad, si bien es necesario recurrir a la ayuda de profesionales experimentados.

“El arte no es lo que ves, sino lo que hace que otros vean”. De este modo, zanjó, hace más de 150 años, Edgar Degas, uno de los padres del impresionismo, la acusación que le hacían algunos críticos sobre que sus cuadros eran excesivamente realistas, lo que dificultaba, a su juicio, que pudieran evocar sensaciones entre los espectadores. En la actualidad, sin embargo, esta máxima puede ajustarse a la perfección al porqué un número importante de inversores apuesta por obras artísticas para obtener una rentabilidad por ello. Y es que, bien sea por hobby, por conocimiento del mercado o por haber detectado una oportunidad de negocio, invertir en arte puede ser una opción muy interesante para complementar una cartera y, de paso, obtener beneficios mientras se diversifica en bienes tangibles.

Por qué invertir

Uno de los eternos hándicaps que tiene el sector del arte es que, al tener muchas obras a unos precios desorbitados, hay quienes consideran que está reservado solo a personas de un alto poder adquisitivo. Y lo cierto es que es una industria en la que puede participar, de un modo u otro, casi cualquier perfil de inversor, adquiriendo obras que pueden costar desde varios millones de euros hasta otras que apenas cuestan unas decenas de euros. Es solo cuestión de estudiar el mercado y de elegir bien. No en vano, según el informe ‘Arte y finanzas’ de Deloitte, los 100 artistas más rentables del mundo lograron incrementar el precio de sus obras casi un 10% en la última década, mientras, en el mismo periodo, el índice Standard & Poor's 500 apenas superaba una revalorización promedio del 3%.

De hecho, existen distintas razones por las que invertir en arte puede ser una buena decisión. Desde el punto de los mercados bursátiles, se trata de activos que no están sujetos al tipo de cambio de divisas, ya que tienen un valor intrínseco por sí mismos. Esto quiere decir que son anticíclicos, es decir que en momentos de crisis o de incertidumbre en las bolsas, aportan características defensivas a cualquier cartera, sirviendo de soporte para contrarrestar posibles correcciones en algunos valores.

Las obras de arte también pueden servir de colateral para otras inversiones, como puede ser poniéndose como garantía para la concesión de un préstamo, lo que permite al prestatario beneficiarse del efecto de apalancamiento. Un acto que, desde el punto de vista jurídico, recibe el nombre de pignoración. En esta línea, gracias a las nuevas tecnologías que permiten poner en contacto de manera instantánea a las personas en cualquier parte del mundo, el arte se está convirtiendo, cada vez más, en un activo líquido, de manera que se puede vender con rapidez para conseguir dinero.

Además, las obras de arte tienen vocación de revalorizarse con el paso del tiempo. Esto puede proteger a cualquier inversor, por ejemplo, en momentos de una elevada inflación o de una gran volatilidad en los mercados financieros. Basta decir en este sentido, que, según un estudio de Art Market Research, solo en la última década, las obras de arte contemporáneas se revalorizaron un 12,4% en todo el mundo. Otro informe, en este caso, de Art Basel y UBS Report, reveló que, durante 2019, esta industria alcanzó a nivel global, un valor de 67.000 millones de dólares, un 6% más que el año anterior, gracias, principalmente, al incremento en el valor de las obras de arte.

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Los activos relacionados con el arte son anticíclicos, defensivos y sirven de colateral para otras inversiones; además, gracias a la tecnología, cada vez son más líquidos

Cómo participar

Cuando se piensa en invertir en arte, lo primero que suele venir a la cabeza es adquirir físicamente el bien, sea un cuadro, una escultura, un manuscrito o una fotografía. Normalmente, este tipo de compras se realiza en tiendas, en galerías de arte, en exposiciones o en ferias, aunque, la irrupción de internet también permite hacerse con ellas online, tanto a través de intermediarios como de manera directa. Si no se desea invertir demasiado capital, existe la opción de apostar por creadores jóvenes, pensando en que, con el paso del tiempo, se podrá obtener una importante rentabilidad.

Además de la compra física de obras, es posible invertir en el sector comprando acciones, a través de fondos de inversión o mediante plataformas de crowdfunding

Más allá de ‘adquirir’ físicamente una obra de arte, existen otras vías de invertir en el sector, como la de comprar acciones de empresas activas en el mundo del arte. Grandes casas de subastas, como Sotheby’s, cotizan de manera directa en bolsa (en este caso, en la de Nueva York), aunque, también, existen otros perfiles, como puede ser, por ejemplo, Artprice, listada en el parqué de París, y que es, posiblemente, la mayor base de datos sobre precios de obras de arte del mundo. Al tratarse de inversión en renta variable, la principal ventaja es que es una manera muy líquida de apostar por esta industria (incluso, con pequeñas cantidades de capital), pudiendo deshacer las posiciones en cualquier momento, aunque, eso sí, como en cualquier estrategia en los mercados, es recomendable diversificar, también, en otros sectores.

Otra alternativa es adquirir una participación y convertirse en partícipe de un fondo de inversión especializado en arte (denominados coloquialmente como ‘art funds’). La ventaja de este tipo de fondos es que cuentan con la gestión profesional de expertos en este segmento. Habitualmente, estos fondos usan una estrategia ‘Buy & Hold’, que significa que adquieren activos para retenerlos durante un tiempo y, de este modo, obtener plusvalías. El único problema es que, al no existir una autoridad reguladora global que vele por el precio de las obras de arte, los gestores de este tipo de vehículos siempre estarán expuestos a una cierta subjetividad por el desempeño de su trabajo.

En la Red, a lo largo de los últimos años, han proliferado plataformas de financiación colectiva de proyectos, algunos de ellos focalizados en el ámbito del arte, bajo la denominación de crowdfunding. Existen distintas posibilidades: desde donar dinero al artista sin esperar nada a cambio hasta convertirse en algo así como su mecenas inversor, prestándole capital para obtener, más adelante, un retorno económico. Esta fórmula recibe el nombre de crowdequity.

¿Es realmente aconsejable invertir?

Como en el caso de otros activos financieros, hay que evaluar el perfil de riesgo del inversor antes de decantarse por esta industria. Su éxito, en cualquier caso, está sustentado, en una gran parte, en el paso del tiempo, de modo que, tanto los artistas como sus obras, adquieran una revalorización. Al igual que en la gestión de una cartera, en la que el papel del asesor profesional es clave para delimitar objetivos vitales y obtener una adecuada diversificación, en este sector es muy importante recurrir a los profesionales de prestigio, que conozcan el mercado del arte y tengan una dilatada trayectoria de éxito en él.

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Además, en el caso de querer adquirir físicamente una obra de arte, es recomendable, al menos, llevar a cabo dos iniciativas: solicitar el certificado de autenticidad de la obra, que verifique su originalidad; y contratar un seguro que proteja la inversión frente a, por ejemplo, un robo o un incendio.

Fotografía de Ryan Stefan en Unsplash
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