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‘E-learning’ y brecha digital: los retos del sector educativo

Wed Jun 03 08:35:33 CEST 2020

El cierre de los centros ha acelerado un cambio en el sistema educativo, fomentando las herramientas digitales para seguir la formación desde casa.

La llegada del coronavirus ha supuesto una crisis sanitaria y, posteriormente, económica y social que ha afectado a todos los sectores del país. Uno de los primeros en tomar medidas estrictas, incluso antes del establecimiento del estado de alarma, fue el de la educación. El pasado 11 de marzo, las comunidades autónomas de Madrid, País Vasco y La Rioja echaron el cierre a todo el conjunto de sus centros educativos, una decisión a la que cinco días después se sumó el resto de regiones españolas.

Un total de 9,5 millones de estudiantes se quedaron sin clases presenciales en una situación nunca vista antes en España, obligando al sistema educativo a una adaptación rápida para que los alumnos pudieran continuar con su aprendizaje desde sus hogares.

Las consecuencias de esta situación son múltiples y, por ejemplo, se calcula que los estudiantes aprenderán un 11% menos este curso que otros en condiciones normales. Así lo demuestra el estudio Efecto del Coronavirus en la Educación de la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI), que también alerta del posible incremento del abandono escolar una vez superada la enfermedad.

Debate: la reapertura de los colegios

En plena desescalada, el debate sobre la reapertura de los centros educativos está encima de la mesa: pese al rechazo de la comunidad educativa y los sindicatos, que piden abrir en septiembre, las escuelas e institutos catalanes en fase 2 han abierto sus puertas, no para dar clase, sino para hacer tutorías y refuerzo lectivo a los alumnos que lo necesiten. Esto implica que la formación online se mantiene, consolidándose como la mejor opción para mantener activo el sistema.

Pero cuando se habla de tecnología, esta también puede ser un factor diferenciador, ya que solamente el 59% de la población mundial tiene acceso a internet, según un estudio de We Are Social y Hootsuite.

En España, el Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja que casi 7,8 millones de estudiantes en edad escolar (menores de 16 años) están repartidos en algo más de 4,6 hogares. De ellos, 100.000 familias no tienen acceso a la red, a las que se suman otras 235.000 cuya única forma de conexión es a través del móvil.

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La importancia de la educación

La necesidad de una adaptación del sistema presencial en las aulas a un confinamiento ha sido acelerada, y así se ha vivido en los tres centros concertados de la Fundación FUHEM, tal y como detalla su director del área educativa, Víctor M. Rodríguez: “El cese de la actividad presencial ha supuesto un cambio radical y un notable esfuerzo de adaptación para toda la comunidad escolar”.

Para José María Troyano, profesor de Lengua castellana y Literatura en el IES Valdebernardo (Madrid), el sector educativo “está siendo uno de los pilares” durante esta pandemia. Además, defiende el papel de esta actividad porque “es el sistema que permite que el alumnado continúe ‘conectado’, nunca mejor dicho, a la vida real”, le facilita una rutina y evita una desconexión total del mundo exterior.

UNICEF señala que la educación es un derecho y una parte fundamental en la rutina de los niños y niñas, un elemento que además puede salvar vidas al proporcionar conocimiento y permitir el desarrollo de habilidades necesarias para superar crisis como la del coronavirus. No solo el cierre de los colegios durante la pandemia ha puesto patas arriba al sector, además, hay que subrayar la ausencia de planes de futuro bien definidos que establezcan una serie de medidas de cara al próximo curso escolar, que, se prevé, será presencial.

Estudiantes, docentes, centros y familias están viviendo una circunstancia inédita ante la que los países deben desarrollar nuevas formas de garantizar que la educación no se detenga, independientemente de si los centros están abiertos o no.

El esfuerzo, además, requiere de soluciones innovadoras, recursos y tiempo, teniendo presente que no se puede dejar a ningún alumno atrás. “Como ha sido una situación para la que nadie estaba preparado (ni los docentes, ni los padres, ni la administración, ni las directivas de los centros) y se desconocía su duración, hemos ido improvisando y haciendo lo que podíamos con nuestros medios”, cuenta Troyano desde su experiencia como docente y padre de un niño de cuatro años para el que ha cambiado “todo” en su educación. “Ha pasado de estar en clase con sus compañeros y sus maestros a depender de una pantalla y a que ‘otro’ (su madre o yo) se encargue de él y de seguir todas las tareas y conexiones”, explica quien ahora hace de profesor por partida doble.

Los desafíos a los que se enfrenta el sector: digitalización e igualdad

El coronavirus está revolucionando por completo la educación tal y como se conoce en medio mundo, obligando al sector a plantearse retos a los que nunca había tenido que hacer frente con tanta celeridad. De acuerdo con el estudio de Innova Institute de la Salle, el principal desafío es la transformación digital, que requiere “establecer procesos de alfabetización mediática que se adapten a las formas de aprender y acceder al conocimiento de las nuevas generaciones, especialmente los nativos digitales, para que puedan desarrollarse a nivel personal, profesional, académico y social, aprovechando los recursos tecnológicos y digitales”.

Sin duda, la educación online es uno de los retos más importantes, pero el sector también debe asegurar la igualdad de oportunidades para los estudiantes vulnerables y enfocar los contenidos al desarrollo de competencias transversales y socioemocionales. Si bien es la respuesta más rápida, también puede convertirse en un elemento de discriminación, teniendo en cuenta la brecha digital y las desigualdades a las que se enfrentan los alumnos de los centros. Troyano vive con esta delicada situación en su centro: “No todos los alumnos tienen acceso al material y algunos comparten equipo con sus hermanos y, a veces, con sus padres”.

Como medida para acabar con esta dificultad, las administraciones públicas y las organizaciones humanitarias han llevado a cabo una serie de iniciativas para que ningún menor se quede sin educación, como el programa de Save the Children con el apoyo de Banco Sabadell.

Además, es clave ofrecer orientación online, para que tanto las familias, como los docentes y los alumnos puedan desarrollar sus competencias sin quedarse atrás. El informe de la OEI establece que “resulta indispensable que los y las docentes tengan una adecuada formación en el uso pedagógico de las TIC, experiencia en las metodologías propias de esta modalidad educativa, y contenidos adecuados".

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Troyano ha notado un cambio brusco durante la cuarentena a la hora de dar clase, ya que asegura que un 90% de sus contenidos son presenciales. Para este docente, el paso al entorno online no siempre es positivo: “La enseñanza virtual nunca sustituirá la labor del docente ni el proceso de aprendizaje basado en la impartición de contenidos por un especialista y en la comunicación del profesorado con sus alumnos, cara a cara, y en el trato personal, individualizado y adaptado a cada persona con sus peculiaridades, su casuística y su contexto. Además, alargar en el tiempo este tipo de formación digital, tal y como está concebida hoy, generaría una brecha social y económica enorme, primando y beneficiando a quienes más tienen”.

La misma opinión tiene el director del área educativa de FUHEM: “Los entornos digitales proporcionan herramientas válidas, pero no son las únicas, ni mucho menos las más importantes. Han ayudado en la situación creada por la pandemia, pero ni la escuela, ni el profesorado, ni el alumnado, ni el mismo sistema están adaptados ni listos para cambiar a un aprendizaje completamente digital”.

Modelos híbridos, entre lo ‘online’ y lo ‘offline’

¿Cómo seguir las clases en un futuro pos-COVID-19, más allá de septiembre? Con un modelo híbrido. Informes como el de la Association of MBAs abogan por integrar la tecnología en la educación adaptándose a las necesidades de cada economía, una realidad que obliga a repensar las metodologías educativas tradicionales. En la educación del futuro convivirán los alumnos presenciales con los digitales y los docentes tendrán que preparar contenidos adaptados a los canales tradicionales y a las nuevas tecnologías, dando un protagonismo indiscutible a las flipped classrooms (modelo mixto entre las clases presenciales y telemáticas).

Para muchos, el futuro pasa por que los alumnos que acudan a clase tendrán que vivir experiencias distintas a aquellos que se conecten desde la red, con un incremento de la digitalización y el establecimiento de herramientas como los MOOCs (Massive Open Online Course). La educación escolar se parecerá cada vez más al modelo de las universidades a distancia, con el uso de distintas plataformas para organizar las clases, realizar exámenes y facilitar la comunicación entre profesores y alumnos.

La Fundación FUHEM lleva años trabajando con este tipo de tecnologías en casi todos los niveles educativos, con sistemas y entornos virtuales, junto a plataformas como Google Suite y Moodle “que servían de apoyo a la actividad presencial”, cuenta Víctor M. Rodríguez. Un modelo que combinaba las aulas presenciales con el mundo digital y que, explica, ha cambiado radicalmente: “En esta situación hemos hecho también uso de ellas en la etapa de Infantil, con la lógica adecuación a la edad y posibilidades del alumnado, y también para canalizar la formación a nuestro profesorado”.

El futuro de las aulas

A pesar de la brecha digital, el e-learning se establece como la opción más segura y rápida para adaptar el sistema educativo y garantizar su actividad. En este contexto, retomar las clases presenciales en septiembre será fruto de un nuevo modelo educativo mixto telemático y presencial. La ministra de Educación y Formación Profesional Isabel Celaá ha dejado claro que el aforo máximo de las aulas se rebajará a 15 alumnos para garantizar la distancia física, por lo que la mitad de los alumnos tendrá que quedarse en casa.

Este regreso en septiembre, de acuerdo con UNICEF, debe ayudar a frenar la transmisión de la enfermedad con una serie de medidas recogidas en su guía COVID-19: proteger la salud en las aulas. La prioridad es que los centros puedan asegurar la distancia mínima física establecida por las autoridades sanitarias. Además, deberán tener capacidad para aislar los contagios dado que los estudiantes, los docentes y el personal de administración y servicios que estén enfermos o tengan síntomas no deberían asistir a la escuela. También deberá ser obligatorio cumplir con los hábitos higiénicos, como lavarse las manos, evitar tocarse el rostro, cubrir boca y nariz con el codo cuando se estornude y usar pañuelos desechables. Los centros deberán asegurar que sus instalaciones están limpias, siguiendo procedimientos de desinfección de las aulas y espacios comunes, con una eficiente gestión de residuos.

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