La tasa de ahorro anual en España marcó un récord histórico en 2020. ¿El motivo? La pandemia de la COVID-19. El año pasado, este indicador se situó en el 14,8% de la renta disponible de los hogares, estableciéndose 8,5 puntos por encima de lo registrado en 2019 y siendo la marca más alta desde que el Instituto Nacional de Estadística (INE) comenzó su registro, en 1999.
Los datos del INE reflejan, además, que este indicador registró una cifra muy superior en el segundo trimestre de 2020, periodo en el que España vivía el confinamiento para evitar los contagios por coronavirus y la posterior desescalada, cuando dicha tasa alcanzó un 31,1% de la renta disponible, es decir, 60.300 millones de euros, una cifra histórica sin precedentes.
Los españoles incrementaron sus ahorros a causa de las distintas medidas para detener la expansión del virus, como el confinamiento domiciliario o las limitaciones de la movilidad, las cuales frenaron el consumo un 12%, de acuerdo con el INE. Pero no solo la imposibilidad de gastar ha sido el factor responsable de que los hogares incrementaran sus reservas financieras, sino que la incertidumbre también ha jugado una parte muy importante al provocar una contención del gasto.
El año pasado, el 46% de los españoles ahorró para incrementar su colchón financiero por temor a que sus ingresos se vieran mermados, fruto de la pérdida del empleo o de la aplicación de un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), entre otros motivos. Así lo refleja el Informe Europeo de Pagos de Consumidores elaborado por Intrum, que también señala que, a pesar de este incremento generalizado, tan solo el 16% ahorró más dinero que antes del estallido de la pandemia.
Y es que en España el ahorro sigue siendo una de las asignaturas pendientes, ya que quienes lo hacen, en su mayoría, no aprovechan todas las posibilidades de inversión que tienen para obtener un rendimiento de su dinero y que este no pierda valor con el paso del tiempo.
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Pasar de ahorrador a inversor
Las familias españolas no cuentan con una cultura del ahorro adecuada. Esa es la conclusión que se desprende del informe La resiliencia/vulnerabilidad de los hogares españoles frente al COVID-19. Disparidades en la distribución y composición del ahorro en el entorno europeo, elaborado por Fundación Mutualidad de la Abogacía e IE Foundation.
En concreto, el estudio alerta de que, en épocas de bonanza económica, los hogares incrementan su consumo, mientras que en momentos más adversos elevan su tasa de ahorro. Un comportamiento que, lejos de favorecer el flujo económico, lo complica aún más.
De hecho, el estudio Educación financiera y decisiones de ahorro e inversión: un análisis de la Encuesta de Competencias Financieras (ECF), de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), muestra que un 70,5% de la población le da una importancia alta al concepto de ahorro. No obstante, advierte el organismo, este porcentaje corresponde a la percepción personal y no al ahorro que realmente se produce.
Hay que recordar que la capacidad de reservar parte de los ingresos para un futuro varía en función de múltiples factores como el nivel de renta, los proyectos vitales y la salud financiera de cada hogar. Pero, también influye en gran medida esa cultura del ahorro. En concreto, el 39% de los españoles no ahorra y un 40% muestra una actitud impaciente, ya que no sería capaz de esperar un año para recibir una cantidad de dinero, incluso aunque esa espera supusiera obtener un rendimiento de al menos un 5%. Solo el 20% de los encuestados posee una actitud paciente y ahorradora y preferiría esperar.
Aquellos que pueden ahorrar y lo hacen, en general, “destinan sus ahorros a un número muy reducido de activos financieros, que en pocos casos son más de dos”, describe la CNMV. Las familias españolas han sido tradicionalmente muy conservadoras y han optado por almacenar sus ingresos en depósitos bancarios, sobre todo en los que son a plazo fijo, para incrementar así sus colchones de liquidez.
Esta tendencia se está incrementando ante la incertidumbre generada por la pandemia. En 2020, los depósitos representaron el 42% de los ahorros financieros de las familias españolas, un total de 989.878 millones de euros, según los datos de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensión (Inverco). Esta cifra es un 8% superior a la registrada el año anterior y marca un nuevo máximo histórico.
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Diversificación. La mejor opción, pero no la preferida
Mantener lo ahorrado intacto siempre es sinónimo de pérdida, ya que el dinero pierde valor con el tiempo, debido al incremento de los precios de los productos. Por lo tanto, la mejor opción puede ser invertir ese ahorro en otros productos financieros, ya que, en el actual contexto "los tipos de interés están en negativo y van a seguir así en los próximos años, rindiendo poco o nada en estos productos [como son los depósitos o las cuentas corrientes]”, asegura Teresa Cabasés, de la dirección de Banca Personal de Banco Sabadell, en el Podcast de Banco Sabadell.
A la hora de invertir, la diversificación juega un papel muy importante para conseguir que una inversión tenga un buen retorno. Aquí, los fondos de inversión y los planes de pensiones, por ejemplo, aportan un elevado nivel de diversificación, ya que ofrecen la oportunidad de invertir en acciones, bonos del estado, deuda corporativa...
En cualquier caso, es primordial contar con la experiencia y la ayuda de un asesor financiero profesional, que ofrecerá consejos en función de la situación financiera y las metas de cada persona.
Pero, más allá de los depósitos, ¿a dónde se va el dinero de los ahorradores españoles? En la actualidad, tal y como muestra la Encuesta del II Observatorio Bestinver de la Center for International Finance (CIF) del IESE Business School, la mitad apuesta por los fondos de inversión, un tercio ahorra con seguros y poco más de una décima parte posee deuda pública. De lo que se concluye que el perfil del inversor nacional se interesa por productos con rentabilidad atractiva y que tengan la mínima pérdida.
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Según el citado informe de la CNMV, aunque el 70% de la población española asegura contar con conocimientos medios o altos sobre finanzas, solo el 3% de los ciudadanos invierte sus ahorros en productos financieros complejos, como fondos de inversión, acciones y títulos de renta fija. Por el contrario, casi el 39% “utiliza preferentemente el ahorro en cuenta corriente e incluso el 23%, en metálico. Los planes de pensiones solo los utilizan el 6,6%”.
En definitiva, en el contexto económico actual, con los tipos de interés cercanos a cero (algo que previsiblemente seguirá siendo así un tiempo), "debemos plantearnos invertir en fondos de inversión, adaptando la inversión a los objetivos de rentabilidad y estableciendo un horizonte temporal que irá en función del riesgo que se quiera asumir. Dejando, por supuesto, una parte de nuestro ahorro para cubrir imprevistos", concluye Cabasés.