La población envejece. La esperanza de vida ha aumentado notablemente en los últimos años gracias a los grandes avances sanitarios y tecnológicos, mientras que la tasa de fertilidad se encuentra en niveles muy por debajo de los que garantizarían el reemplazo generacional. Es un problema que sacude a todos los países desarrollados y que sitúa las reformas de los sistemas de pensiones en el centro del debate.
En España se han hecho dos grandes reformas en los últimos años que incluyen medidas como el aumento de la edad de jubilación o el incremento del periodo de cómputo para el cálculo de la pensión. Reformas paramétricas que alivian los problemas del sistema, pero que no serán suficientes para sostener la nueva realidad social y económica del país.
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El debate sigue abierto. Y una de las medidas que se ponen encima de la mesa de forma recurrente es la implantación de un sistema de cuentas nocionales como el que aplican países como Suecia, Letonia y Polonia. La discusión sobre la implantación de este modelo ha llegado incluso a la Comisión del Pacto de Toledo del Congreso de los Diputados, encargada de deslindar el debate de las pensiones de la política y realizar recomendaciones al Gobierno para la próxima reforma.
¿En qué consiste este sistema?, ¿cómo funciona? Un ejemplo concreto es el de Suecia, que cuenta con uno de los modelos de referencia en materia de pensiones. El país europeo aplica un sistema mixto, que combina elementos del sistema de reparto intergeneracional, como el español, con otros del sistema de capitalización.
La base de su sistema son las cuentas nocionales, un sistema público y de reparto, pero basado en cuentas individuales ficticias en las que se van anotando las cotizaciones que realiza cada trabajador a lo largo de toda su vida laboral.
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La principal diferencia entre este sistema y el español es la forma de calcular la pensión. En España, los trabajadores tienen prestaciones definidas. Cuando llega el momento de jubilarse, la prestación se calcula combinando el número de años cotizados con las aportaciones realizadas durante los últimos 25 años. Además, las pensiones están limitadas. En 2020, la pensión mínima se fijó en 843,40 euros al mes y la máxima en 2.683,34 euros mensuales.
En Suecia, cuando llega el momento de jubilarse, se calcula la pensión en función de todas las aportaciones que se han hecho en la cuenta individual. La cuantía de la pensión anual que finalmente acaba percibiendo el jubilado es el resultado de dividir el valor cuantitativo de los derechos adquiridos entre la esperanza de vida estimada de la cohorte de población a la que pertenece el individuo en el momento de jubilarse. Anualmente, se informa a los trabajadores del saldo en su cuenta para que puedan planificar mejor su pensión.
Además del sistema de cuentas nocionales, Suecia cuenta con otros dos pilares en su sistema: uno no contributivo para cubrir a los trabajadores que no han cotizado lo suficiente o que perciben una pensión muy baja que se financia vía impuestos. Y otro de capitalización financiera, basado también en las aportaciones individuales de cada trabajador que se invierten en los mercados financieros.
Los defensores del sistema aseguran que las cuentas nocionales son más justas desde el punto de vista contributivo porque garantizan la equidad actuarial entre lo que se aporta y lo que se recibe. Además, el sistema incentiva la prolongación de la vida laboral para percibir una pensión más alta, y es más transparente y sencillo, ya que el trabajador puede saber en cada momento la cuantía teórica acumulada y calcular su pensión. Esto le ayuda a planificar su jubilación con tiempo.
Los detractores, en cambio, señalan que las cuentas nocionales no garantizarían unos ingresos mínimos suficientes a los trabajadores que no hayan podido trabajar mucho a lo largo de su vida y obliga a aumentar la carga fiscal del país. El sistema, además, no previene de cambios demográficos a largo plazo, porque las pensiones se calculan en el momento de ser causadas y no tiene en cuenta el aumento de la esperanza de vida para recalcularlas.
Implementar un modelo así en España no sería sencillo. En Suecia el cambio de modelo empezó en 1991 y culminó en 2001 con el pago de la primera pensión bajo el nuevo esquema. El periodo de transición se extendió hasta 2017. La reforma, además, tuvo un gran nivel de consenso político y social.
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