El reparto de dividendos es uno de los aspectos que más tienen en cuenta los inversores a la hora de adquirir acciones de una empresa. Se trata de la cantidad del beneficio total obtenido en el ejercicio que se destina a remunerar a los socios y/o a los accionistas. A este porcentaje se le llama pay out. De esta manera, la tenencia de acciones o de participaciones sociales es la que otorga el derecho a percibir este reparto.
Normalmente, las empresas que deciden repartir dividendos lo hacen mediante una remuneración en efectivo proporcional a la participación que tiene el accionista en el capital social de la empresa. Sin embargo, hay otros sistemas alternativos que las compañías pueden adoptar a la hora de realizar esta labor como, por ejemplo, el dividendo en acciones o scrip dividend.
¿Qué es el scrip dividend?
El scrip dividend o scrip issue es el nombre que recibe el reparto de dividendos en forma de acciones. En otras palabras, la empresa emite nuevas acciones para remunerar así a los accionistas.
Aunque es una práctica extendida en los mercados bursátiles, debido a la situación generada por la pandemia de la COVID-19, muchas empresas han rescatado esta fórmula, lo que ha dado lugar a un fuerte impulso de este tipo de reparto durante el pasado ejercicio. En concreto, a cierre de noviembre de 2020, se habían ejecutado pagos de este tipo por valor de 4.040 millones de euros, un 19,6% más que en el mismo periodo de 2019, según datos de BME Growth.
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¿Qué opciones tienen los accionistas ante un scrip dividend?
Cuando una compañía anuncia la entrega del scrip dividend se produce una ampliación de capital, lo que da lugar a dos vías posibles para el accionista:
- Acudir a la ampliación: la sociedad entrega a cada accionista unos derechos de suscripción por cada acción que tenga, lo que le permitirá acudir a la ampliación de capital y, por tanto, aumentar el número de acciones que tiene de la empresa.
- Vender los derechos: la segunda opción para los accionistas es vender los derechos proporcionados por la empresa, lo que les aportaría liquidez. En este caso, en muchas ocasiones las propias empresas otorgan dos alternativas para ello: vender los derechos a la propia entidad o hacerlo en bolsa. A la hora de tomar la decisión, hay que tener en cuenta que si se escoge la primera opción se venderá a un precio fijado previamente por la compañía, pero de la segunda forma se hará al precio o la cotización que tenga en el mercado y que puede fluctuar.
¿Cuáles son las ventajas y las desventajas de este tipo de pago?
Si los accionistas tienen la intención de aumentar su posición en la empresa, el scrip dividend es una buena opción, ya que facilita en gran medida la operativa. Esto, a su vez, supone que en un futuro les corresponda una parte mayor de los beneficios y de la cantidad recibida de los próximos dividendos.
A nivel fiscal, estos accionistas deben tener en cuenta que, hasta que no vendan las nuevas acciones, estas no tributarán en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), al igual que ocurre en otras ocasiones al adquirir nuevas acciones de una compañía. En este caso, la tributación queda aplazada hasta que se lleve a cabo la transacción. Sin embargo, cuando se recibe el dividendo en efectivo sí que se incluye en la declaración del IRPF.
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Además, aquellos accionistas que no deseen ampliar su participación y, por tanto, opten por la venta de los nuevos títulos correspondientes al scrip dividend, verán su participación diluida. Y es que, aunque permanezcan con el mismo número de acciones, la cantidad total ha aumentado debido a la ampliación de capital. Por tanto, esa misma cifra ahora representará un porcentaje menor del total y, por ende, también de los futuros beneficios y dividendos de la empresa. En este caso, también deberán tener en cuenta si la situación bursátil es la más óptima, es decir, si el valor de las acciones está cayendo o aumentando.
Ante esta situación, pueden surgir dudas y varias preguntas relacionadas al respecto. ¿Es mejor diversificar la cartera?, ¿es conveniente apostar por la inversión actual?, ¿cómo está cotizando la empresa? La decisión final dependerá únicamente de lo que el accionista considere relevante para su inversión, aunque siempre es conveniente contar con la ayuda de un asesoramiento profesional.